El jumbo más conocido en todo el mundo es, posiblemente, el que hoy desempeña el papel de Air Force One (el avión de la Fuerza Aíérea en el que se desplaza el presidente de los Estados Unidos).
Esta aeronave no sólo está dotada con las tecnologías más avanzadas en cuestiones de seguridad, sino que es una autíéntica Casa Blanca volante que dispone, incluso, de ascensores para desplazarse de un piso a otro del avión.
Sin embargo, no es el único 747 que ha salido de la fábrica de Boeing para atender las necesidades de una sola institución. La compañía norteamericana ha entregado tres de estos aviones (que pueden albergar hasta 500 pasajeros) para uso exclusivo de clientes institucionales y VIP.
Aunque firma estrictas cláusulas de confidencialidad, uno de estos aparatos pertenece al emir de Dubai.
El próximo que entregará (primero de la nueva versión 747-8), será para un supermillonario de un país del Golfo Píérsico, cuyo nombre no ha trascendido. Y tiene otros ocho pedidos en cartera. Con un coste superior a los 220 millones de euros por unidad, el comprador decide cómo quiere que sea el interior, que puede estar equipado con amplias salas de juntas y lujosas habitaciones con jacuzzi.
Estos aviones son el exponente más glamuroso de un mercado en el que tanto Boeing como Airbus están redoblando su batalla: el de los clientes con altísimo poder adquisitivo. El grupo europeo, de hecho, acaba de crear la división Corporate Jets, para reforzar su capacidad ante “la creciente demanda de clientes y operadores en el sector de la aviación corporativaâ€.
La compañía ha vendido hasta la fecha casi 200 aviones de este tipo y ahora ha decidido “centralizar las diferentes actividades que engloban este negocioâ€.
Demanda al alza
Aunque la filial de EADS ha vendido uno de sus A380 (el avión más grande del mercado) para uno de estos clientes exclusivos, sus modelos más demandados son la versión corporativa de la familia del A320 (los ACJ320).
Estas aeronaves, con capacidad para unos 150 pasajeros, tienen un tamaño muy superior al del resto de jets. Sus principales compradores son compañías como Al Jaber o Royal Jet, ambas con sede en Abu Dhabi. Otros operadores especializados son Comlux, Privatair o DC Aviation.
En paralelo, la división de aviones corporativos de Boeing acaba de cumplir quince años, en los que ha recibido más de 200 pedidos y ha entregado 168 aparatos.
Su modelo de más íéxito es el BBJ, que es una adaptación del 737 (el mismo modelo que utiliza Ryanair, pero con una configuración muy diferente).
Según los datos del fabricante estadounidense, el 35% de las ventas procede de clientes gubernamentales (Colombia, por ejemplo, utiliza este avión para el transporte presidencial). El resto del negocio procede de usuarios privados (50%), junto a compañías de charter (10%) y grupos empresariales (5%).
Pero cualquiera de sus aeronaves se puede adaptar a este nicho de negocio. Un buen ejemplo es el 787 Dreamliner, el último avión que Boeing ha lanzado al mercado, con capacidad para 250 pasajeros y cuya estructura es de fibra de carbono para aligerar su peso y reducir el consumo.
Si alguien quiere comprarlo vacío y decorar el interior a su gusto, puede hacerlo. Los únicos límites los imponen la imaginación... y la chequera.