La capacidad de la moneda única para soportar titulares cada vez más pesimistas ha sido un misterio permanente a lo largo de todo el año. Y se ha intensificado especialmente tras los acontecimientos de las últimas semanas, en las que se ha disparado la presión sobre países como Italia y España y el rendimiento de los triple A como Francia, Holanda o Finlandia ha girado al alza.
Pese a la fuerte caída registrada ayer miíércoles, jornada en la que el euro se depreció un 1,1% contra el dólar hasta los 1,335 dólares, la moneda única logra mantener el tipo y vuelve a situarse hoy en los 1,3340, prácticamente sin cambios en el año, recuerda en un artículo Marketwatch.
El retroceso del euro de este miíércoles, coincidió con la aparición de los primeros síntomas de contagio en Alemania, aunque de forma bien distinta que en la periferia. El país germano no fue capaz de colocar los 6.000 millones de euros en bonos a 10 años que tenía previsto al no conseguir suficiente demanda.
En este escenario, en el que muchos se preguntan si el proyecto europeo sobrevivirá en su forma actual, sorprende ver cómo la crisis más reciente no está teniendo como efecto indirecto una reducción de las posiciones en la moneda europea. No al menos en los niveles registrados a mediados de 2010, cuando se aprobó el primer rescate a Grecia. Entonces, la moneda única se depreció hasta los 1,19 euros.
Existe la teoría que los bancos y las instituciones de la Eurozona, que se enfrentan a mayores requisitos de capital y a condiciones de financiación más duras, están repatriando fondos. Pero ¿es eso suficiente para sostener la moneda única? Muchos analistas piensan que la repatriación es sólo una parte de la ecuación.
David Bloom, estratega de HSBC, sostiene que la flotación del euro se debe entre otros factores a que existe la convicción de que la crisis de la Eurozona se resolverá y a la sólida posición externa de la Eurozona. Este último concepto alude al hecho de que la balanza por cuenta corriente de la región está próxima al equilibrio.
Este analista piensa que incluso en el peor escenario posible, en el que alguno de los miebros de la Eurozona abandonara la región, este hecho sólo supondría una carrera a corto plazo para el dólar. "Seguidamente asistiríamos a un rebote del euro", apunta.
Con la rentabilidad del bono alemán a diez años en el 1,98%, por debajo del 2,109% de la última subasta, es dificil argumentar que los inversores están preocupados por la capacidad de Alemania para pagar sus deudas, añaden los analistas de Commerzbank. Pero advierten: "La reacción registrada por el euro el miíércoles es una advertencia de lo que podría suceder si los inversores pierden la fe en el país germano".
No hay que olvidar a China
Simon Derrick, experto de Bank of New York Mellon, considera que la resistencia del euro se apoya en la voluntad permanente de las economías emergentes, especialmente de China, para diversificar sus reservas más allá del dólar. Si bien la teoría de la repatriación tiene cierto atractivo, el crecimiento de las reservas de China en euros coincide perfectamente con la evolución de la moneda única a lo largo de la crisis.
En cualquier caso advierte que la moneda común podría tener que hacer frente a una dura caída si continúa agravándose la crisis de deuda.
Preguntado por si en el transcurso de los próximos 12 meses puede imaginar a China interesada en Europa como una alternativa a Estados Unidos, Derrick contesta: "Por supuesto que puedo".