Sólo nueve países. Ese es el número de estados que íngela Merkel necesita para poder poner en marcha el plan de reforzamiento del euro que lleva estudiando desde hace semanas con el presidente francíés Nicolas Sarkozy. La canciller alemana pretende que se firme un acuerdo, país por país, sobre un nuevo Pacto de Estabilidad, similar la mecanismo del vigente Acuerdo de Schengen, que exime de controles fronterizos a los ciudadanos de los países firmantes.
Nueve es el número mínimo de países que pueden adoptar acuerdos de mayor cooperación según las reglas de la UE. Si se llega a ese número, el nuevo Pacto, que conllevará un control presupuestario más estricto, se podrá aprobar. A Merkel le satisface esa fórmula por dos motivos evidentes: el tiempo y la simplicidad de ponerlo en marcha.
Solución ráipda
Si se optará por modificar los Tratados de la Unión Europea, las negociaciones entre 27 países no sólo se prolongarían durante largos meses, sino que el 'no' de cualquier parlamento, como de la diminuta Eslovenia (que ya paralizó un acuerdo sobre la ampliación del Fondo de Europeo de Estabilidad Financiera, FEEF), daría al traste con la propuesta, ya que se necesita alcanzar la unanimidad.
Demasiados riesgos y demasiado tiempo para un acuerdo que pretende atajar la más profunda crisis de deuda en la historia de la UE. Merkel y Sarkozy presentarán esta propuesta en la próxima cumbre programada para el 9 de diciembre aunque se espera que vayan desvelando más detalles de su plan esta misma semana y, según señalan medios de comunicación alemanes, de salir adelante, y conseguir la firma de esos nueve países, el acuerdo podría ponerse en marcha en enero o febrero de 2012, un tiempo meteórico si se compara con el necesario para la modificación de un Tratado, nunca inferior a un año.
Merkel, sin embargo, tampoco renuncia a esto último, ya que quiere que haya un mecanismo europeo de castigo para aquellos países que no cumplan con el actual pacto de Estabilidad. Sin embargo, ahora, lo que urge es acabar con la debacle de la deuda europea con una solución rápida. En el grupo que países que formarían parte del club, estaría Italia y España. Su inclusión es vital para los dos países, ya que los firmantes tendrían el apoyo permanente del BCE, que actuaría de forma contundente en los mercados para mantener bajos los interíés de la deuda soberana.
Italia y España
Las reglas de ingreso son el compromiso con la consolidación fiscal y la adopción, en caso de que sea necesario, de las medidas de ajuste necesarias. En tan selecto club estaría por supuesto Alemania , Francia y países como Finlandia y Holanda, que la semana pasada apoyaron a Merkel en su decisión de no apoyar los eurobonos ni abordar de forma inmediata una modificación de los Tratados.
La inclusión de Italia y se daba por segura tras el respaldo que supuso su reunión, el jueves pasado, con Merkel y Sarkozy, donde repasó con los dos líderes europeos los avances de Italia. Fue en esa reunión, donde anunciaron sus planes para presentar el 9 de diciembre medidas que mejoren la gobernanza de la eurozona.
Por si eso no fuera suficiente, ayer la ministra francesa de Presupuestos, Valíérie Píécresse, aseguraba que Alemania , Francia e Italia serán "el corazón de una Europa más integrada" y que los tres impedirán que haya quienes no cumplan las reglas. Una reunión, la del jueves, en la que estuvo ausente España, con un presidente en funciones y otro que no lo será hasta ser investido dentro de tres semanas.
A pesar de esta ausencia, España tambiíén estará en el grupo de los legidos. Merkel ha dado una señal de que contará con Rajoy, al llamarle nada más ganar las elecciones. No se trata sólo de que pueda confiar más en íél que en Zapatero para un ajuste. Rajoy representa un partido respaldado en las urnas por mayoría absoluta. Legitimado como estará el Gobierno de Rajoy, Merkel podrá alejar el reproche de que fuerza gobiernos de tecnócratas, que bordean la legalidad.
El menguante papel británico
Con la propuesta, la Europa de varias velocidades se convertiría en un hecho. En un grupo estarían los países más comprometidos con el avance en la unificación fiscal y la austeridad presupuestaria, que contarían con el apoyo del BCE.
En otro, aquellos que no quieran o no puedan suscribir el acuerdo, y que, presumiblemente, con excepciones, serán los de menor tamaño. No habrá, con la inclusión de Italia y España, una linea divisoria entre el norte y el sur.
En el otro grupo, estarán los que no forman parte del euro, como Gran Bretaña. Durante la crisis, su papel en la UE ha sido menguante. Quedarse fuera de este acuerdo acelerará esa píérdida de influencia por lo que Cameron puede intentar abortar el acuerdo.