Smithfield Foods, primer accionista de Campofrío con el 36,9 por ciento de las acciones, tiene ya vía libre para lanzar una opa sobre la compañía sin la necesidad de contar con su presidente, Pedro Ballvíé, titular de otro 12,8% de las acciones e hijo del fundador.
Hace tres años, tras la fusión de Campofrío con la división europea de Smithfield Foods, ambas compañías firmaron un pacto parasocial para evitar acciones hostiles, pero el acuerdo finaliza el próximo sábado 17 de diciembre y desde ese momento no habrá ya ninguna barrera para la toma de control.
De hecho, desde la próxima semana, Smithfield, que tenía limitados hasta ahora los derechos de voto al 30% del capital, podrá ejercerlos ya sobre la totalidad de su participación.
Fin de la limitación
El pacto firmado en diciembre de 2008 establecía que "las sociedades del Grupo Smithfield no podrán ejercitar los derechos de voto correspondiente a las acciones de las que sean titulares, en el porcentaje que, conjuntamente considerado, exceda el 30% del capital social de la Sociedad, ni en todo caso designar con sus votos a más de la mitad de los miembros del Consejo de Administración". Pero eso es ya historia.
Aunque es cierto tambiíén que Pedro Ballvíé tiene todavía un colchón de protección. En el pacto se aseguraba que el empresario burgalíés seguiría ocupando el cargo de presidente durante un periodo de 5 años desde la fusión, con lo que le quedan todavía otros dos más por delante. Y, además, hasta diciembre de 2013 tampoco podrá variar la composición del consejo.
En estos momentos, el máximo órgano ejecutivo está compuesto, además de por Ballvíé, por tres independientes, dos representantes de Smithfield Foods, dos del fondo de inversión Oaktree y uno de la familia Díaz, antigua dueña de Navidul. Aunque por ahora no hay ningún pronunciamiento oficial por parte de Campofrío, fuentes próximas a Ballvíé sí que reconocen que el directivo está tranquilo ante una posible oferta hostil por parte de su socio norteamericano.
La relación con Smitfhield, que estaría obligada a lanzar una opa si comprara más acciones o tomara el control del consejo, es buena y el empresario está convencido de que la multinacional no tomaría ninguna decisión sin contar con íél. En la empresa creen que no tendría mucho sentido que Smithfield lanzara ahora una oferta cuando hace apenas seis meses decidió renunciar a la oferta conjunta que ambos habían anunciado en abril para tomar el control de la empresa y excluirla de bolsa.
Su principal problema es que esa oferta, que no llegó nunca a concretarse, estaba pensada a 9,5 euros por acción y Campofrío cotiza ahora a 6,64 euros, con lo que la compra le saldría mucho más barata. Y sin tener que contar con un tercero. Aunque las razones de su retirada persisten -las dificultades financieras en Europa-, el grupo estadounidense reconoció el pasado mes de noviembre en una presentación ante analistas que quiere utilizar su tesorería para hacer compras en el sector cárnico. Y la española, a pesar de los problemas en el Viejo Continente y la subida del precio de la materia prima, sigue siendo un bocado muy apetitoso.
"La compra de Campofrío reforzará la estrategia a largo plazo", explicaba Larry Pope, consejero delegado de Smithfield y consejero de Campofrío el pasado mes de abril. "Estimamos sinergias relacionadas con la comercialización, la producción y la compra de materias primas tanto en Estados Unidos como en nuestro negocio internacional".
La operación no se materializó, pero la opinión sigue siendo la misma. En un comunicado remitido a la SEC, el regulador del mercado estadounidense, Smithfield reconocía que "hemos analizado nuestra inversión en Campofrío ante posibles daños y hemos determinado que el precio justo de la compañía es superior al valor en libros a 30 de octubre".
Más allá del valor del mercado, la americana reconocía la existencia de una prima basada en la premisa de que "somos el mayor accionista y mantenemos presencia y capacidad de influencia tanto en las decisiones estratíégicas".