Santander, BBVA, CaixaBank y Bankia analizan la mejor estrategia para afrontar el proceso de concentración .
Los grandes jugadores de la banca española se preparan para mover ficha. El Gobierno ha dado el pistoletazo de salida a la última fase de la reestructuración del sector. La fecha límite para que se pongan en marcha nuevas fusiones es el 30 de junio y en los cuarteles generales de Santander, BBVA, CaixaBank y Bankia ya diseñan la estrategia para afrontar unos meses de infarto.
El ministro de Economía, Luis de Guindos, insistía ayer en la perentoriedad del calendario. En febrero estarán listas las nuevas exigencias de provisiones para cubrir el agujero del ladrillo. A partir de ese punto, "es muy importante una segunda ronda de consolidación en el sistema financiero", apuntó. A la espera de que salte la liebre, las operaciones que ya están en el disparadero son la subasta de Unnim (que ha entrado en su fase final), a la que seguirán las de Banco de Valencia y Catalunya Caixa. El mismo destino correrá Novagalicia Banco si no logra inversores privados antes de septiembre.
BANKIA
El futuro de la alianza liderada por Caja Madrid es la gran incógnita del sector. Un calendario de provisiones muy duro pondría a los pies de los caballos a la entidad dirigida por Rodrigo Rato. Los primeros cálculos apuntan que tendría que realizar dotaciones adicionales por un importe que estará entre 4.000 y 6.000 millones de euros. Esto se suma a las exigencias de capital impuestas por las autoridades europeas, que le obligan a obtener 1.300 millones antes de julio.
Fuentes cercanas al grupo aseguran que cuenta con suficiente músculo para aguantar, pero el mercado tiene serias dudas. "Hay suficiente trabajo con la integración de siete cajas. Especialmente con Bancaja, de la que están aflorando sorpresas desagradables", apuntan estas fuentes. "La posibilidad de una fusión con La Caixa es una hipótesis recurrente, pero no hay nada de nada". Los desafíos políticos y financieros de la operación son evidentes. Bankia, la entidad financiera más vinculada al Partido Popular, acabaría socorrida por la principal entidad de Cataluña, ligada a la Generalitat, gobernada por CiU. No obstante, en el sector se insiste en que todo es posible. En cualquier caso, "si CaixaBank se hiciera con Bankia necesitaría ayudas públicas, porque a pulmón no hay nadie que la digiera", apuntan en un banco de inversión.
CAIXABANK
Con una posición financiera mucho más holgada se presenta el banco filial de La Caixa. No recibió fondos públicos, como en el caso de Bankia, es el banco español que afronta menos necesidades de capital ante Bruselas y no ha tenido que participar en ningún complejo proceso de concentración. Desde la entidad se señala que la posibilidad de una alianza con Bankia no pasa de la mera especulación. Fuentes del sector destacan los solapamientos que se producirían entre las dos redes de oficinas más amplias del país y apuntan que la entidad catalana preferiría crecer con una compra más selectiva. "Le interesaría quedarse con Novagalicia Banco para ganar presencia en una región española donde está infrarrepresentada".
Ahora bien, desde varios foros se apunta que el presidente de CaixaBank, Isidro Fainíé, podría estar interesado en salir en rescate de su gran competidor, al que le conecta su afinidad personal con Rato y la idea de defender la naturaleza jurídica de las cajas. De esta forma, duplicaría el tamaño de La Caixa, lo que le permitiría hablar de tú a tú a los dos grandes: Santander y BBVA.
SANTANDER
La crisis financiera global disparó el apetito de Santander. Su presidente, Emilio Botín, sacó la escopeta repetidora y comenzó a abatir piezas para reforzar su perfil internacional: Sovereign, financieras en EE UU, B&B, A&L, Zachodni, oficinas de RBS, la filial germana de SEB… Por eso llama la atención que un banco tan proclive a salir de caza se haya mantenido al margen del proceso de concentración en España. Esta situación cambiará ahora porque, como explica una analista, "en esta crisis todo el mundo tiene que pagar. Obligarán a comprar algo a Santander, BBVA y CaixaBank". Bajo esta premisa, lo lógico es que las grandes entidades se decanten por las opciones que les resulten más complementarias. Fuentes de mercado apuntan que a Santander le interesa ganar presencia en Cataluña y Galicia. El grupo se ha propuesto alcanzar un core Tier 1 del 10%, un punto porcentual por encima de lo que exige el supervisor europeo. Por eso, podría digerir a pulmón una entidad de entre 60.000 y 70.000 millones y seguir cumpliendo con las exigencias comunitarias de una solvencia del 9%. La incógnita que surge es quíé papel otorgará Botín a Banesto, su segunda franquicia domíéstica.
BBVA
La situación de BBVA es pareja a la de Santander. Como su gran rival, el grupo que encabeza Francisco González tiene un amplio historial de compras e integraciones a sus espaldas. Los dos grandes bancos sacan ventaja en este punto a CaixaBank -que solo se ha atrevido con los minúsculos Bankpime y Caixa Girona- y a Bankia, inmersa en la vorágine de una fusión a siete bandas. Pero BBVA y Santander juegan con un hándicap: durante la crisis han enfatizado su carácter de grandes bancos globales. Una gran compra en su mercado domíéstico les "rehispanizaría" y eso podría castigar su cotización. CaixaBank no tiene este problema porque su free float es pequeño (19%) y se encuentra repartido entre inversores particulares, poco proclives a vender. A la hora de sacar el talonario, la alternativa más interesante es Catalunya Caixa. Le daría masa crítica en una de las zonas más ricas de España. La otra caja catalana en subasta, Unnim, no sería tan apetitosa por su menor tamaño.