Por... Beatriz De Majo C.
Aun cuando el embargo petrolero contra Irán no ha sido puesto en ejecución formal por los Estados Unidos y tampoco ha sido decretado en la Unión Europea, el solo anuncio de la intención de instaurarlo está generándole a la economía del gobierno de Mahmoud Ahmadinejad no pocas dificultades. La presión norteamericana y de algunos países europeos sobre las transnacionales petroleras ha conseguido ya que sus transacciones con Irán en el mercado spot estíén disminuyendo crecientemente y la tendencia es a que subsistan en el tiempo solo las que están amparadas en contratos de suministro de largo plazo.
Si Beijing considerara, como lo propone los Estados Unidos, o como lo hará Europa más temprano que tarde, reducir las importaciones de crudo provenientes de los yacimientos persas, estaría contribuyendo a desactivar al "enfant terrible" al restringirle aun más el flujo de caja con el que, a duras penas, sigue manteniendo a su fracasada revolución. China contribuiría así a la causa democrática de Occidente al debilitar a un mandatario que atenta contra las libertades de sus compatriotas, cercena la prensa libre y reprime violentamente a la oposición rebelde de su país.
Sin embargo, la contundente negativa del Premier Chino a atender el petitorio de sumarse a las sanciones, que le hiciera personalmente el ministro americano de Tesoro, Timothy Gethner, haría pensar, más bien, en un preocupante alineamiento político de ese país a favor de las políticas de Teherán. Peor aún, los entendidos en los temas petroleros aseguran que China, por el contrario, estaría considerando incrementar el volumen de sus compras del país islámico, lo que no luce imposible. Las razones, no obstante, pudieran sorprender a los observadores.
La determinación china de hacer mayores adquisiciones petroleras a Irán no comporta una solidaridad política con el ríégimen de Teherán. En la decisión de incrementar sus importaciones de un país que está siendo deliberadamente aislado financiera, comercial y políticamente del mundo libre, las consideraciones de los centros de poder en Beijing son estratíégicas y comerciales. Estratíégicas porque para China es imperativo garantizarse la energía fósil que reclama su crecimiento en medio de una crisis económica global de pronóstico incierto; y comerciales, porque la realidad es que China, en el actual momento de debilidad iraní, estaría en posición de regatear y conseguir significativos descuentos en esos crudos excedentes que el embargo va a estar arrojando al mercado. Este país es, de lejos, el mayor de los clientes para las exportaciones petroleras iraníes: 22% de su volumen total o 550.000 barriles diarios fueron a parar en el 2011 en las refinerías del gigante asiático. Esto ubica a China en una buena posición negociadora de cara a su proveedor tradicional - ahora en dificultades- y contribuye a fortalecer el aprovisionamiento nacional de energía fósil a precios más favorecedores.
En dos palabras: Ortodoxa planificación estratíégica y capitalismo comercial del puro son los elementos que estarían al origen de la reticencia china a alinearse con sus pares en la determinación de aislar al gobierno revolucionario de Amadinejad. Ello, al fin y al cabo, constituyen buenas nuevas para el resto del mundo libre.