El veto a la compra de T-Mobile USA quita, obligará a Deustche Telekom a invertir en su filial americana y quitará presión competitiva a Telefónica en Alemania.
Semanas despuíés de la muerte oficial del proyecto de compra de T-Mobile USA por parte de AT&T (debido a la oposición de la administración Obama y del regulador, la FCC), la realidad se impone. Los problemas que llevaron a Deustche Telekom a decidir aceptar la oferta de AT&T para vender su filial en EEUU, siguen vigentes. T –Mobile es demasiado pequeña (alrededor de un tercio del tamaño de sus rivales AT&T y Verizon) para competir en ese mercado, y su posición de cuarto operador, por detrás de la tambiíén atribulada Sprint-Nextel, no se lo pone más fácil.
Además, según destacan los medios anglosajones, T-Mobile no tiene espectro suficiente ni recursos económicos propios para desplegar la red LTE ó 4G, lo que va a provocar, cuando ya por fin están llegando smartphones y tabletas de primeras marcas con esta tecnología disruptiva, (que puede ofrecer más de 100 megas de velocidad para dispositivos móviles), una enorme desventaja competitiva, especialmente frente a Verizon, la que más avanzada está en el despliegue de 4G, pero tambiíén frente a AT&T, que ha tenido que reaccionar y acelerar su despliegue para no quedar retrasada respecto a su gran rival. Y el uso de terminales LTE, que por ahora parecía un lejano lujo, puede acelerarse sustancialmente si, como parece, el nuevo iPhone 5 tambiíén funciona con conectividad LTE y la conectividad 4G se vuelve, de pronto, algo muy cool.
T Mobile USA sigue en peligro. En esa tesitura, los medios financieros consideran que la estabilidad de T-Mobile USA está muy lejos de estar asegurada. En solitario y si no se hace nada, sólo puede aspirar a ir perdiendo cuota de mercado frente a sus rivales. Pero el problema es que no parece tener novios en EEUU que le sirvan de mucho. Sprint une a sus propios problemas, el hecho de que no le ofrece ventajas tecnológicas, ya que ambos tienen estándares diferentes, y el resto de posibles parejas de baile (Sprint, Leap, Metro PCS o el grupo de telecomunicaciones por satíélite Dish, con el que se le está relacionando últimamente, aunque tambiíén aparece como objetivo de AT&T debido a que tiene espectro móvil para las principales ciudades de los EEUU) son, directamente, demasiado pequeños y apenas mejorarían las economías de escala.
Y aunque Deustche Telekom va a recibir 3.000 millones de dólares en efectivo a final de y otras gabelas en forma de espectro de frecuencias y de acuerdos de roaming como compensación por parte de AT&T ante el fracaso de la operación (lo que valora el paquete completo en unos 6.000 millones de dólares), los analistas estiman que su debilidad en el mercado americano requerirá, en cualquier caso, de la ayuda de su compañía matriz.
Un respiro para Telefónica. Y ahí está la ventaja para Telefónica. La hipótesis de que se hubiera cerrado la operación de venta a AT&T, que afortunadamente para la española ha frustrado la Administración Obama, suponía una muy mala noticia para Telefónica. Porque la española compite con Deutsche Telekom en Alemania, el mercado de origen del grupo germano.
No hay que olvidar que la posición de Telefónica en el mercado alemán, está, en opinión de muchos, entre las más difíciles de las que tiene la operadora en el mundo, con la excepción de Míéxico, donde la omnipresencia de Telcel, el gigante del magnate Slim (y las dificultades de la administración para acabar con los privilegios de las operadoras de Slim) le pone las cosas cada vez más complicadas.
La debilidad del flanco alemán. Pero Telefónica en Alemania ocupa el cuarto lugar en el ranking en un mercado de cuatro competidores (Vodafone, con 36,8 millones de clientes y Deutsche Telekom, con 34,9 millones de usuarios, primera y segunda son casi dos veces más grandes, mientras que la holandesa KPN, con 22,7 millones, la tercera en discordia, es ligeramente superior a Telefónica, que tiene 18,1 millones de abonados móviles), una circunstancia que no se produce en ningún otro país en el que estíé presente la española.
Y si Telekom hubiera vendido T-Mobile USA, el grupo alemán se hubiera encontrado con un montón de dinero, unos 18.000 millones de euros en metálico y con una deuda muy reducida (habría pasado de 42.000 a 29.000 millones). Y pocos sitios donde invertir. Lo que significaba que buena parte de esos recursos hubieran acabado, probablemente en la propia Alemania, en forma de nuevas redes fijas y móviles de banda ancha o precios más agresivos aprovechando su desendeudamiento.
Eso hubiera puesto las cosas aún más difíciles de lo que ya las tiene a Telefónica. Ahora, por el contrario, Deutsche Telekom puede verse obligada a destinar recursos de la matriz a su filial estadounidense, lo que, inevitablemente, podría debilitar la respuesta de la operadora germana en su mercado domíéstico (en comparación a lo que podría haber hecho si hubiera vendido T-Mobile USA) frente a los operadores que compiten con ella.
Una situación inestable. Con todo, la situación para Telefónica O2 en Alemania, dista mucho de ser estable. Las pasadas navidades circuló el rumor de una posible venta de la filial germana de Telefónica a Vodafone, la única compradora posible (KPN no tiene dinero suficiente) aunque probablemente se hubiera encontrado con problemas con las autoridades de la competencia para que aprobarán la compra.
Pero, aunque el rumor pudiera haber sido apoyado por la propia Vodafone, que estaría interesada en deshacerse de un rival, y atizado por algún analista, lo cierto es que tiene sentido. Algo tendrán que hacer en Telefónica con su filial germana, aquejada del mismo virus de falta de tamaño que penaliza a T-Mobile en EEUU. O comprar (KPN) o vender (a Vodafone) o fusionarse (con KPN), pero cambiar de escala.
Si no hay dinero, ¿habrá acuerdo? El problema es que, ahora, está muy complicada la posible compra de E-Plus, la filial de la holandesa KPN. La española tendría enormes dificultades para hacer frente al aumento de endeudamiento que requeriría la adquisición.
Por tanto, podría imponerse otro tipo de movimiento con la holandesa que no requiriese inversión, es decir una fusión con papelitos al estilo Everything EveryWhere, la integración de las filiales británicas de Orange y Telekom.
Pero una fusión al 50%, que podría proporcionar un fuerte aumento de los márgenes al recortar capex, plantilla y red comercial, es peliaguda, porque en las compañías en las que mandan las dos partes no manda nadie y Telefónica ya está escaldada de ese tipo de problemas, que sufrió con Portugal Telecom en la brasileña Vivo. Mejora los márgenes, pero a cambio crea un problema corporativo para el futuro, a no ser que la española se asegurarse algún tipo de opción para tomar la mayoría, pero eso es algo que los inversores de KPN podrían ver con mucha preocupación y castigarla por ello.
Otra opción, menos radical, es una integración operativa, a menor escala, fusionando solamente las redes, algo que ya ofrecería notables ahorros de costes sin engorros corporativos.
Esperando ver pasar el cadáver el enemigo. Pero incluso en esta tesitura, parece que las dos partes están esperando a que rival díé muestras de debilidad y tome la iniciativa para ofrecer un pacto, ya que eso situaría al oferente en una situación de debilidad en la negociación.
Por el momento, parece que la más díébil, o sea, KPN, empieza a dar muestras de los problemas que la aquejan por el deterioro de ingresos y márgenes en su mercado domíéstico. En pocas semanas, el grupo holandíés ha visto como dimitía su directora financiera, se veía obligada a anunciar un profit warning y a paralizar su plan de recompra de acciones, lo que le valió una caída en bolsa del 8% el pasado lunes. A eso hay que unir que KPN es la única que no logró las frecuencias más apreciadas (la banda de 800 Mhz) en la subasta alemana de la pasada primavera, lo que la sitúa, a medio plazo, en una relativa debilidad operativa para el mercado de superbanda ancha móvil (4G), frente a Telekom, Vodafone y Telefónica, que si las compraron.
No es de extrañar que el CEO de KPN, Eelco Blok, que admitió en noviembre que una integración entre ambas tendría sentido y que aportaría ventajas a los dos grupos, se haya visto obligado a desmentir, ayer mismo, la inminencia de un acuerdo con Telefónica, mientras que Reníé Schuster, el jefe de Telefónica en Alemania, recordaba, tambiíén ayer, la conflictiva relación entre ambas, con mutuas y reiteradas ofertas de compra de los negocios alemanes del rival, siempre rechazadas, hasta ahora.
Pero las perspectivas económicas en Europa son cada vez peores, con una recesión a la vista, y, como siempre, cuanto más difíciles estíén las cosas, más incentivos hay a buscar una solución radical.