Por... Rudolf Hommes
Esperaba que Felipe González volviera a repetir en Cartagena lo que nos dijo en Bogotá hace unos años sobre el papel importante que tuvo la inversión en infraestructura en la aceleración del crecimiento de su país durante su gobierno cuando tambiíén se crearon grandes empresas constructoras y poseedoras de infraestructura en ese país que fueron clave para el desarrollo empresarial.
Como canceló su participación en un evento programado para el Hay Festival, se perdió la oportunidad de volver a escuchar cómo esa estrategia de construcción de infraestructura moderna tambiíén generó inmensas oportunidades de empleo y ayudó a incorporar plenamente a la sociedad española a grupos de personas que por su aislamiento geográfico o sus bajos ingresos no tenían acceso a los beneficios y servicios que disfrutaban otros compatriotas. En el caso colombiano, insondable el rezago de la inversión en infraestructura.
El departamento de investigación económica de un conocido banco de inversión de Amíérica Latina ha hecho algunas estimaciones del rezago en inversión en infraestructura de varios países y calcula que lo que se tendría que invertir para cerrar esa brecha para quedar en una posición comparable a la de otros países del mismo nivel de ingreso es muy superior a lo que el Gobierno está pensando en invertir en los próximos diez años (más de 99 billones de pesos).
En el programa de inversión del Gobierno se percibe un desinteríés en los mercados del Pacífico, que son los que más están creciendo, una fuerte preferencia por carreteras y no vías fíérreas, poca urgencia en desarrollar la altillanura oriental donde está el gran potencial agroindustrial.
Los miembros del Gobierno dirán que le estamos predicando a los ya conversos, que ellos están en eso y que al final del Gobierno se va a ver que la locomotora de la infraestructura es una realidad, no solamente una interesante idea.
Seguramente tienen razón, y la verdad es que ya parece que pronto se va a notar el impulso que se le va a dar a esta inversión, pero no deben olvidar que del dicho al hecho hay mucho trecho.
La tradición en Colombia ha sido que lo que se programa hacer en pocos años termina a medio hacer o, peor aún, sin hacer. Por otra parte, los frecuentes intentos de defenestrar al Ministro de Transporte no contribuyen a que se genere confianza sobre la ejecución del programa.
No es oportuno ni es justo cambiar al ministro cuando principian a verse los frutos de su gestión. Ha tenido el valor de cambiar las políticas para mejorar la efectividad de la inversión y ha desafiado al gremio de constructores, forzándolos a mejorar su capacidad financiera, su liquidez y su solvencia.
La próxima generación de proyectos que ya están comenzando a salir a licitación deben estar bien diseñados y ya hay firmas de ingeniería nacional acudiendo a los mercados a capitalizarse.
Hace poco salió Conconcreto al mercado de capitales exitosamente y esta semana se ha anunciado que Construcciones El Cóndor sale al mercado en Colombia, Perú y Chile, asesorada por el grupo de banca de inversión de Bancolombia. Va a ofrecer acciones ordinarias en bolsa, equivalentes al 10 o 20 por ciento de su patrimonio, para fortalecer su posición patrimonial y aumentar su presencia empresarial.
Esto forma parte de una consolidación del sector que está comenzando a ocurrir como respuesta a la política oficial que va a redundar en mayor eficiencia de ejecución y nuevas oportunidades de inversión para los fondos y los ahorradores individuales.
En el futuro habrá menos empresas constructoras concursando por proyectos, pero con mayor músculo, calidad tíécnica y capacidad de cumplimiento.