En la extracción ilegal de minerales no se pagan impuestos ni regalías a la nación, ni salarios decentes a los empleados.
No se llama importador ilegal al contrabandista, ni exportador ilegal al narcotraficante, ni tramitador ilegal a un corrupto, lo que hace obvio que tampoco se debe decir minería ilegal para hacer referencia a quienes se roban los minerales, no pagan impuestos, ni regalías a la nación, ni salarios decentes a los empleados; a quienes acaban con el medio ambiente, envenenan los ríos, pagan servicios de seguridad a los grupos armados y corrompen a las autoridades, por lo que hace totalmente inaceptable que sigamos utilizando ese tíérmino.
Esto, que pareciera un asunto de gramática, ha tenido consecuencias dramáticas, pues en el imaginario de la gente no está el reconocimiento de empresarios, empleados y contratistas que hacen operaciones mineras con profesionalismo.
Y esto quiere decir, cumpliendo la ley, generando riqueza y bienestar, y haciendo aportes ambientales y recuperaciones en áreas depredadas por la mala ganadería y agricultura, proyectos de las comunidades junto con las alcaldías y autoridades locales, ofreciendo empleos de calidad y capacitación, todo esto, además, del porcentaje que le queda a la nación equivalente a más del 50 por ciento de la producción vía impuestos y regalías.
Tampoco están en el referente de la gente los desarrollos que ha tenido la minería artesanal en Colombia, la cual cuenta con el reconocimiento internacional con ayuda de una ONG que sí sabe de minería.
Todos hemos caído en la trampa de la mal llamada ‘minería ilegal’, haciíéndole un favor flaco a la institucionalidad que recibe golpes de opinión de quienes se envuelven en banderas ambientalistas, de los políticos oportunistas, de gamonales en las regiones que aún creen que pagar salarios de ley y con garantías de ley es exagerado, y de algunas ONG con intereses poco claros, todos ellos buscando adeptos.
La estrategia es evitar la discusión tíécnica y seria, pues no hay argumentos que demuestren que el impacto de la minería sea mayor al de otras actividades humanas, pero sí conectar emocionalmente al público mostrando fotos de áreas depredadas de otros países encontradas en Internet, pues seguramente la ignorancia o la inconveniencia no les da para ir y hacer denuncias y propuestas en el sur de Bolívar, Cauca, Magdalena Medio, o en la frontera con Venezuela o, por lo menos, estudiar como se hace la minería responsable en Alemania, Estados Unidos o en Brasil, Chile, Argentina, países ricos gracias a la minería.
El Gobierno, consciente y conocedor de los beneficios económicos, ambientales y sociales de las empresas que aporta la minería con responsabilidad, busca –junto con las empresas, gremios y academia– alternativas que nos enseñen cómo asegurar a todos que la minería es un buen negocio, de largo aliento, de impactos compensables y manejables, tal como lo han demostrado varias de las empresas que le han apostado al país.
Pero el primer paso es entender que la extracción ilegal de minerales es un delito grave, pues es un robo de mineral, de dinero al país, a las regiones y a las personas que trabajan; tambiíén afecta al ambiente, nunca recuperado, y a la salud de todas las personas (debido al uso de químicos sin ningún cuidado, nos está matando a todos), por no mencionar el muy preocupante asunto de los grupos armados ilegales.
Es importante tambiíén reconocer el esfuerzo de los periodistas que están estudiando e informando objetivamente, con respaldo científico; a las universidades con facultades de minas, que están abriendo foros tíécnicos, no ideológicos, para discusiones serias, y desde la sociedad civil, a algunas ONG, como la Fundación Avina, que ha venido construyendo mesas de diálogo con el fin de entender quíé clase de minería queremos, dar a conocer experiencias exitosas y reconocer cómo se deben manejar los riesgos asociados a esta actividad, tal como se deberá hacer para la agricultura, ganadería, construcción de infraestructura, entre otros.
Todos sabemos que no queremos más robo de mineral como esta pasando en Dagua, Ataco o sur de Bolívar; todos sentimos que debemos encontrar alternativas para resolver los problemas de inequidad y pobreza; todos reconocemos el esfuerzo del Gobierno para asegurar la posibilidad de la minería, pero todos debemos ser coadyuvantes y corresponsables para que esta actividad se realice de la mejor manera.
Ramiro Santa
Vicepresidente de Asuntos Corporativos AngloGold Ashanti