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Autor Tema: El engaño de la minerí­a responsable...  (Leído 323 veces)

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El engaño de la minerí­a responsable...
« en: Febrero 09, 2012, 10:15:45 am »
Por...  Carlos Zorilla


Cuando se trata de venderle al público la idea de que la minerí­a a gran escala no causará mayores impactos ambientales y sociales, los empresarios y funcionarios gubernamentales usan el tíérmino  “minerí­a responsable”. Ese  tíérmino fue una creación de las agencias de publicidad de las grandes empresas mineras para crear la imagen que la minerí­a moderna y a gran escala es “responsable” fiscal, ambiental, y socialmente, y que es muy distinta a la minerí­a de “antaño” y a la pequeña minerí­a en cuanto a sus impactos sociales y ambientales. Parte del paquete publicitario incluye la idea de que todos los problemas de la minerí­a son estrictamente tíécnicos, y que se pueden resolver con tecnologí­a de punta.
 
Millones de dólares se han invertido- y se invierten- (videos, spots televisivos, publicidad impresa, foros, etc.), para vender esa falsa imagen y convencer al público que la gran minerí­a no contaminará las aguas, que tributará “responsablemente”, y que no impactará a las comunidades ni al medio ambiente de forma significativa. En el Ecuador la propaganda publicitaria ha sido recogida y difundida por el presidente Rafael Correa quien ha dicho públicamente y en varias ocasiones, cosas como que “con la minerí­a responsable se puede recuperar el 95% de los impactos” (a), y que “seremos los primeros en oponernos a los proyectos mineros que atenten contra el medio ambiente” (b)
 
Sin embargo, como se argumenta y sustenta a continuación, dadas las condiciones polí­ticas, ambientales y geológicas del paí­s, la minerí­a “responsable” y la recuperación del medio ambiente en las proporciones anunciadas son simplemente imposibles.
 
Lamentablemente, el discurso de la minerí­a responsable ha sido adoptado con todo fervor por funcionarios del gobierno y ciertas ONG, y al hacerlo,  ayudan a las empresas a crear un escenario falso de una actividad económica que, por más moderna o tíécnica que sea, ha sido- y actualmente es- entre las más ambiental y socialmente destructivas  del mundo; y que además es campeona en evitar el pago de impuestos.
 
Por quíé la minerí­a “responsable” no es factible en el Ecuador.
 
Cuando uso el tíérmino minerí­a responsable en el presente documento, me refiero a la minerí­a “menos impactante”, o menos contaminante, ya que despuíés 17 años de investigación en el tema, no he constatado la existencia de una minerí­a responsable.
 
¿Quíé es la minerí­a responsable? Para empezar, acordemos que estamos hablando de la minerí­a a gran escala. A este tipo de minerí­a, en general, es al que el gobierno se refiere cuando habla de minerí­a responsable.  Por otra parte, quienes han participado más activamente en definir lo que es minerí­a responsable son las empresas multinacionales, cuyo único interíés real es explotar minerales de la forma más rentable posible, e incluye crear una falsa imagen de los verdaderos impactos  de la gran minerí­a.  En este trabajo publicitario, los gobiernos han participado con un bajo perfil, y más que todo, haciendo eco de lo que le dicen las empresas. Los más afectados por esta industria, las comunidades, pueblos indí­genas, gobiernos locales, han sido, al igual que las ONG (con pocas excepciones), los grandes ausentes en la construcción de lo que podrí­a algún dí­a llegar ser minerí­a responsable.
 
La minerí­a a gran escala- y de modo especial la minerí­a a cielo abierto- la cual es la que se pretende llevar a cabo en la mayorí­a de yacimientos ecuatorianos es la actividad económica más impactante ambientalmente que existe, y la más contaminante (ver a continuación, el texto: La cara tóxica de la minerí­a). Supone realizar un tajo abierto de cientos de metros de profundidad y kilómetros de diámetro que destruye por completo- y de forma permanente- toda la capa vegetal, de no solo el área de la mina en sí­, si no, de cientos, o miles de hectáreas alrededor utilizadas para botaderos de desechos sólidos, piscinas de relaves y otras instalaciones sin las cuales las minas no pudieran funcionar.  Muchos de estos impactos se registran tambiíén en el caso de la minerí­a subterránea. Al exponer al ambiente metales pesados que están protegidos por el suelo y subsuelo, la acción desencadena procesos de contaminación ambiental que perduran siglos. Al contrario de lo que manifiesta el presidente Correa y las empresas, el ambiente de este tipo de minerí­a jamás se podrá recuperar “en un 95%”, y definitivamente sí­ atenta contra “el medio ambiente”, y los derechos de la naturaleza; y los impactará contundentemente.
 
Definición de minerí­a responsable. Si es que algún dí­a existiera la minerí­a responsable, íésta respetarí­a ciertos principios fundamentales, como el derecho de las comunidades y gobiernos locales de decidir sobre  la minerí­a y cualquier otra actividad que represente un riesgo a su bienestar o su futuro sustentable, y que es parte ineludible del derecho a la consulta, o consentimiento previo. Sin el respeto genuino de este derecho, la minerí­a responsable es una farsa.
 
La consulta no tiene sentido a menos que las decisiones de las comunidades sean vinculantes. Conlleva el derecho de íéstas (una vez adecuadamente informadas y libre de presiones) de escoger la mejor ví­a de desarrollo la cual conserve la armoní­a con el ambiente, proteja su riqueza social y cultural, garantice un medio ambiente equilibrado y libre de contaminación, y que no represente un riesgo de alterar la paz dentro de la comunidad y de sus hogares.
 
Una minerí­a realmente responsable reconocerí­a que, en ciertas situaciones y áreas, la minerí­a no representa el mejor uso del suelo o de emprendimiento económico. Estos sitios deben ser áreas destinadas a otro ríégimen de desarrollo o de protección.  Por ejemplo:
 
-  íreas de bosque nublado y páramos que protegen las cuencas hidrográficas y almacenan agua. Recordemos que la minerí­a metálica contamina el agua con metales pesados y degrada el suelo y los bosques. Estos sitios incluyen áreas ricas en aguas subterráneas, o freáticas.
 
-  Donde exista un  excepcional potencial turí­stico, agropecuario, de producción hidroelíéctrica, o riqueza arqueológica. ¿Quíé sentido tiene destruir el patrimonio cultural milenario, impactar actividades sustentables, o el  agua, la  tierra, y el clima que le dan vida a miles de campesinos, pueblos ancestrales y pescadores y recolectores de mariscos, para sustentar una industria que dura un par de díécadas?
 
- Sitios que albergan especies en peligro de extinción. La minerí­a a gran escala en estos sitios violarí­a los derechos de la Naturaleza.
 
- Donde exista inaceptables riesgos sí­smicos (fallas tectónicas, por ejemplo).
 
- En cualquier lugar donde las condiciones climáticas o hidrológicas, o la composición de la mena (subsuelo mezclado con metales) pueda generar drenaje ácido de minad. El  drenaje ácido de mina introduce metales pesados al ambiente, contamina rí­os, quebradas y aguas subterráneas, y contamina por siglos. Dicha contaminación no se limita a las áreas mineras, tambiíén puede afectar a comunidades, agricultores o pescadores a cientos de kilómetros de distancia de las minas.
 
Una minerí­a responsable con el ambiente reconocerí­a que antes de iniciar actividades tan ambientalmente impactantes, es absolutamente indispensable contar con datos confiables- y de muchos años de estudio y recopilación- sobre la pluviosidad, hidrografí­a  y geologí­a, del área a ser intervenida; datos que el Ecuador simplemente, con muy pocas excepciones, no los tiene.
 
Por último, la minerí­a “responsable” es totalmente incompatible en paí­ses donde existen funcionarios gubernamentales, o instituciones estatales irresponsables o corruptos.  Si es que algún dí­a existiese la minerí­a “responsable” es indispensable que existan instituciones estatales imparciales y objetivas, las cuales activamente velen por los derechos individuales, colectivos y de la naturaleza consagrados en la Constitución, antes de proteger los derechos empresariales. No se puede hablar de minerí­a responsable si la gestión minera está a cargo de funcionarios que aprueban Estudios de Impacto Ambiental y Auditorí­as Ambientales tan malos como los elaborados en el paí­s que, además, flagrantemente violan procesos de consultas, tal como se ha venido haciendo en la actualidad. De igual manera se necesitan Cortes justas, una Asamblea independiente, y una función Ejecutiva equilibrada e imparcial.
 
Es este contexto, es realmente lamentable que el Ejecutivo siga apostando por una actividad económica que es tan incompatible con la  historia, las culturas, y la Naturaleza del paí­s, y que erosione, tal como lo viene haciendo, las instituciones democráticas de la nación.
 
El Ecuador no tiene por quíé verse obligado a escoger el socavón oscuro que representa el desarrollo minero a gran escala. Si fuíéramos un paí­s desíértico (como una buena parte de Chile), con pocos  elementos naturales para utilizarlos sustentablemente, tal vez se podrí­a argumentar que las circunstancias nos obligan a emprender la ví­a del desarrollo minero a gran escala, pero aún en esa situación hay graves problemas ambientales.
 
Pero contamos con tierras productivas, excepcional biodiversidad, riqueza singular de ecosistemas de bosques y páramos,  rí­os limpios,  gran potencial turí­stico, y una riqueza cultural, que nos hace la envidia de muchos.
 
Fuentes: La farsa de la minerí­a responsable
 
a.   http://www.elciudadano.gov.ec/index.php?option=com_content&view=article&id=29279:con-mineria-responsable-se-puede-recuperar-el-95-de-impacto-ambiental&catid=40:actualidad&Itemid=63
 
b.
http://www.elciudadano.gov.ec/index.php?option=com_content&view=article&id=6871:presidente-correa-ratifica-que-solo-se-permitira-la-mineria-responsable-en-el-pais-&catid=1:archivo&Itemid=34
 
c. Climáticamente, en el Ecuador se hace imposible la minerí­a responsable- o menos contaminante- por que la alta pluviosidad en las áreas mineras donde se encuentra la mayorí­a de los yacimientos ecuatorianos de cobre, donde llueve entre 3.000 y 4.000 milí­metros por año, en promedio. Hay años que llueve más (años del fenómeno la Niña).  En contraste, las condiciones climáticas de la gran mayorí­a de paí­ses que se extraen minerales como el cobre a cielo abierto, son desíérticas (Chile), o áridas a semi-áridas (Estados Unidos).  En paí­ses albergando condiciones ambientales similares a los del Ecuador: alta pluviosidad, montañoso, bosques tropicales, riesgos sí­smicos, etc., (como el proyecto Ok Tedi en Papúa Nueva Guinea), los impactos ambientales han sido devastadores1.
 
 d. El fenómeno conocido como Drenaje ícido de Mina (DAM) se da cuando la mena de una mina (subsuelo mezclado con minerales comerciales) contiene azufre y metales pesados, y se expone al aire y el agua.  El azufre al disolverse en el agua la vuelve extremadamente ácida (a veces tan ácida como el lí­quido de las baterí­as de vehí­culos). Al acidificarse, el agua disuelve  los metales pesados de los desechos mineros, y les transporta en las redes hidrográficas aledañas. Hasta que la naturaleza  neutralice el azufre, los desechos siguen produciendo drenaje ácido, un proceso que puede durar siglos, o miles de años.


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