INICIO FOROS ÍNDICES DIVISAS MATERIAS PRIMAS CALENDARIO ECONÓMICO

Autor Tema: DINERO Y MORAL...  (Leído 237 veces)

OCIN

  • Moderador
  • Excelente participación
  • ***
  • Mensajes: 97.775
  • Karma: +8/-12
  • Sexo: Masculino
DINERO Y MORAL...
« en: Febrero 13, 2012, 11:14:34 am »
Por...   Paul Krugman



En últimas fechas, la desigualdad ha entrado nuevamente a la conversación nacional. El movimiento Ocupen Wall Street le dio visibilidad al tema, al tiempo que la Oficina del Presupuesto del Congreso estadounidense suministró datos duros sobre la creciente brecha en los ingresos. Además, se ha expuesto el mito de una sociedad sin clases: entre paí­ses ricos, Estados Unidos sobresale como el lugar donde es más probable heredar el estatus económico y social.

Así­ que uno sabí­a lo que ocurrirí­a a continuación. De pronto, los conservadores nos están diciendo que no se trata realmente del dinero; es sobre la moral. No hagamos caso al estancamiento de los salarios y todo eso, el verdadero problema es el colapso de los valores familiares de la clase trabajadora, lo cual, de alguna manera, es culpa de los liberales.

¿Pero, realmente todo tiene que ver con la moral? No, es principalmente sobre dinero.

Para ser justos, el nuevo libro en el centro del retroceso conservador, “Coming Apart: The State of White America, 1960-2010” (“Desintegración, El estado del Estados Unidos blanco, 1960-2010”), de Charley Murray, sí­ pone de relieve algunas tendencias notables. Entre estadounidenses blancos con educación hasta el bachillerato o menos, las tasas de matrimonio y participación de los varones en la fuerza laboral han bajado, al tiempo que los nacimientos fuera del matrimonio han subido. Claramente, la sociedad de clase trabajadora ha cambiado en formas que no suenan bien.

Sin embargo, la primera pregunta que uno deberí­a formular es: ¿Están realmente tan mal las cosas en el frente de los valores?

A menudo, es como si Murray y otros conservadores asumieran que la declinación de la familia tradicional tiene implicaciones terribles para la sociedad en general. Esto es, por supuesto, una añeja posición. Al leer a Murray, me descubro pensando en una diatriba anterior, el libro de Gertrude Himmelfarb de 1996, “The De-Moralization of Society: From Victorian Virtues to Modern Values” (“La desmoralización de la sociedad: De las virtudes victorianas a los valores modernos"), que cubrió buena parte del mismo terreno, alegando que nuestra sociedad se estaba viniendo abajo y pronosticando un colapso ulterior a medida que las virtudes victorianas seguí­an desapareciendo.

Sin embargo, la verdad es que algunos indicadores de disfunción social han mejorado drásticamente, incluso al tiempo que las familias tradicionales siguen perdiendo terreno. Hasta donde yo síé, Murray nunca menciona ya sea la caí­da de los embarazos adolescentes entre todos los grupos raciales desde 1990 o el descenso de 60 por ciento de la delincuencia violenta desde mediados de los 90. ¿Podrí­a ser que las familias tradicionales no son tan cruciales para la cohesión social como se promueve?

De cualquier forma, claramente algo le está ocurriendo a la familia tradicional de clase trabajadora. La pregunta es quíé. Además, francamente es asombroso cuán rápida y despreocupadamente descartan los conservadores la respuesta al parecer obvia: una drástica reducción en las oportunidades laborales que están disponibles para hombres menos educados.

La mayorí­a de los números que se ven sobre tendencias en los ingresos en Estados Unidos se centran en hogares en vez de individuos, lo cual tiene sentido para algunos fines. Pero, cuando se ve un modesto aumento en los ingresos para los niveles más bajos de la distribución del ingreso, se debe notar que todo -sí­, todo- este aumento viene de las mujeres, tanto debido a que más mujeres están en la fuerza laboral que recibe un sueldo como debido a que los salarios de las mujeres no están tan debajo de los salarios de los hombres como solí­an estar.

Sin embargo, para los varones trabajadores con menor educación, todo ha sido negativo. Ajustados por la inflación, los salarios iniciales de graduados varones del bachillerato han caí­do 23 por ciento desde 1973. En tanto, las prestaciones del empleo se han venido abajo. En 1980, 65 por ciento de los graduados recientes del bachillerato que trabajaban en el sector privado tení­a prestaciones de salud, pero, para 2009, esa cifra habí­a bajado a 29 por ciento.

Así­ que nos hemos convertido en una sociedad en la cual los hombres menos educados enfrentan grandes dificultades para encontrar empleos con salarios aceptables y buenas prestaciones. Sin embargo, de alguna manera, se supone que nos debemos sentir sorprendidos de que ese tipo de hombres haya terminado teniendo menores probabilidades de participar en la fuerza laboral o contraer matrimonio, y concluir que debe haber algún misterioso colapso moral ocasionado por liberales altaneros. Además, Murray tambiíén nos dice que los matrimonios de clase trabajadora, cuando efectivamente se dan, se han vuelto menos felices; es extraño decirlo, pero los problemas de dinero ocasionarán eso.

Un pensamiento más: El verdadero ganador en esta políémica es el distinguido sociólogo William Julius Wilson.

De vuelta en 1996, el mismo año en que Himmelfarb estaba lamentando nuestro colapso moral, Wilson publicó “When Work Disappears: The New World of de Urban Poor” (“Cuando el trabajo desaparece: El nuevo mundo de los pobres urbanos”), en el cual argumentó que buena parte de la alteración social entre negros estadounidenses, atribuida popularmente a la píérdida de valores, efectivamente era ocasionada por una falta de empleos manuales y obreros en áreas urbanas. Si íél estaba en lo correcto, se esperarí­a que ocurriera algo similar si otro grupo social experimentara -digamos, blancos de clase trabajadora- una píérdida comparable de oportunidad económica. Y así­ ha sido.

Así­ que deberí­amos rechazar el intento por desviar la conversación nacional de la creciente desigualdad hacia los supuestos fracasos morales de los estadounidenses que están siendo relegados. Los valores tradicionales no son tan cruciales como les gustarí­a a los conservadores que usted creyera; y en cualquier caso, los cambios sociales que ocurren en la clase trabajadora de Estados Unidos son abrumadoramente la consecuencia del marcado aumento de la desigualdad, no su causa.


•... “Todo el mundo quiere lo máximo, yo quiero lo mínimo, poder correr todos los días”...
 Pero nunca te saltes tus reglas. Nunca pierdas la disciplina. Nunca dejes ni tus operaciones, ni tu destino, ni las decisiones importantes de tu vida al azar, a la mera casualidad...