Por... JOSí‰ GUILLERMO íNGEL
Estación Pekín (o Beijing, como algún chino corrigió en tiempos de Mao) y donde más que pasajeros hay bicicletas, así que entrar en un vagón con chinos debe parecerse a entrar en un taller abundante en radios, ruedas, manubrios y ojos como ojales.
A mí esto de que los españoles hayan nombrado el mundo como les sonó, me gusta. A Beijing le dijeron Pekín y a Warshav, Varsovia. A London, Londres y a Mocsva, Moscú. A Niedarland Holanda y a Deutschland, Alemania. Y a Malitzin (señora mía en nauátl) la malinche.
Total, nada quíé hacer con las orejas españolas, que por herencia son las nuestras. De aquí que oigamos tantas cosas al revíés, cuando oímos.
En El arte de escuchar, de Erich Fromm , libro interesante por esto de que escuchar es descubrir, es claro que las palabras que oímos son las imágenes que nos creamos del mundo. Y que una palabra repetida (así sea una mentira) configura un modelo, que es el deseo que buscamos. Y la palabra de ahora es China.
Pero si nos atenemos al I-Chin (el libro de las mutaciones), uno de los cuatro libros de Confucio , China es un hexagrama que se lee en agua sobre montaña, sobre fuego, sobre viento o al revíés, todo depende de cómo se tiren los palitos.
De China se dice que es una potencia económica, aunque en tíérminos de economía lo que ha hecho es saturar los mercados con productos de baja calidad quebrando o menguando a quienes hacen las cosas bien, haciendo bajar salarios y promoviendo el contrabando. Se dice tambiíén que es un país de alta tecnología, pero no ha inventado nada que revolucione al mundo. Al contrario, produce tecnologías atrasadas que se reverencian porque son baratas. Y de aportes míédicos pocos, a no ser la acupuntura que silencia síntomas sin curar la enfermedad. Is China.
En las tribulaciones de un chino en China (el libro de Verne), un chino va a China y encuentra que ya pocas cosas son como eran. Y así pasa ahora: es un paraíso de las multinacionales, que son las dueñas de China.
Allí pagan barato la mano de obra, usan energía viva (la de la gente) y la mezclan con combustible fósil altamente contaminante.
Y aprovechan la corrupción del partido, que es una de las más altas y delirantes del mundo. Y hacen de Egipto, como en el caso de Roma: si un imperio cae, se recupera desde otro. De Julio Cíésar , que no conoció chinos pero sí mongoles, se aprende mucho.
Y mi vecino, alterado con la lectura de China, de Kissinger , dice: ahí está la trampa. Y está Fumanchú y el temible Chan Li Po , inspector policiaco de los cincuenta, chiquito, gordito e impaciente.
Acotación: Jorge Luis Borges , en La muralla y los libros (en Otras Inquisiciones), dice; "Tres mil años de cronología tenían los chinos (y en esos años el Emperador Amarilloy Chuang Tzuy Confucioy Lao Tzu) , cuando Shih Huang Ti ordenó que la historia empezara con íél".
Y China fue otra. Y se entendió como no era.