El Banco Central Europeo (BCE) tampoco compró deuda pública en el mercado durante la semana pasada. Prolonga así una racha que se amplía a tres semanas -y a seis de las últimas siete- en la que la entidad presidida por Mario Draghi ha interrumpido la adquisición de bonos de los denominados países perifíéricos.
Esta tranquilidad contrasta con las tensiones que ha sufrido España, especialmente, durante marzo, mes en el que la rentabilidad de los bonos y la prima de riesgo española alcanzaron los niveles más altos desde comienzos de enero. Esa pausa en mitad de la tormenta auspicia la hipótesis de que Draghi está apretando las tuercas a los países más expuestos a las tensiones para que acometan las reformas que precisan y no se acostumbren a que sea el BCE, con sus medidas extraordinarias, el que les saque las castañas del fuego.
En este sentido, Draghi lo dejó claro en la rueda de prensa posterior a la reunión de política monetaria que mantuvo la institución el pasado 8 de marzo. "Ahora creo que la pelota está en la pista de los gobiernos y otros actores, especialmente los bancos, para seguir adelante con sus reformas. Los príéstamos a tres años [concedidos a la banca europea] han creado una situación en la que estos esfuerzos pueden ser enterrados, pero ciertamente ni los gobiernos ni las entidades u otros de los agentes principales deberían ser complacientes", afirmó el presidente del BCE.
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