Intervención, injerencia en la gestión, compra a saldo, expropiación, nacionalización... Llámesele como quiera, siempre con el apellido “por interíés públicoâ€. Lo cierto es que las autoridades argentinas se preparan para desembarcar en YPF, la filial de Repsol.
Jorge Sapag, gobernador de la provincia argentina de Neuquíén, la de más recursos petrolíferos del país, hablaba a ayer abiertamente de que las provincias argentinas podrán participar en la gestión de YPF gracias a la implantación de un nuevo modelo “mixtoâ€, público y privado.
Sapag, una de las autoridades regionales más influyentes en el Gobierno central de Cristina Fernández de Kirchner, se adelantaba así a la decisión que puede salir hoy de la reunión de gobernadores de provincias productoras de hidrocarburos, la Ofephi, con el ministro de Planificación, Julio de Vido, y podría ratificarse en el encuentro posterior que se ha solicitado con la presidenta del país.
“Pensamos en una sociedad de economía mixta. El Estado va a querer gobernarla [YPF] y alentar la inversión privada, con participación de las provincias en el directorio [consejo de administración]â€, afirmó Sapag en declaraciones a la prensa argentina, cuya única duda es cómo se materializaría en la práctica este desembarco. Una de las ideas que barajan las autoridades argentinas es ampliar a 25 el número de miembros del consejo de YPF (ahora son 17) para permitir la entrada de representantes de las provincias productoras de hidrocarburos (hay una decena).
Estas declaraciones coinciden con la presencia en Argentina del presidente de Repsol, Antonio Brufau, que intenta mantener contactos al máximo nivel para encontrar soluciones. Brufau no ha sido atendido por Kirchner. De momento, ha sido recibido por el ministro de Economía, Hernán Lorenzino, según fuentes argentinas. Según las mismas fuentes, Repsol habría hecho llegar una propuesta por escrito a la Administración central, pero no han trascendido detalles.
La prensa argentina ha barajado todo tipo de alternativas para que la Administración vuelva a tomar el control de YPF. La posibilidad de una expropiación directa crearía problemas legales e inseguridad jurídica en un país que, como Argentina, necesita atraer inversión extranjera para explotar sus hidrocarburos, como el megayacimiento de Vaca Muerta, en Neuquíén. Precisamente, íésta es la baza que está jugando Repsol. La petrolera española quiere actuar de llave para atraer inversores.
Ya ha entablado contactos con gigantes petroleros como el chino CNOOC para crear una alianza en el país. CNOOC está ya en Argentina a travíés de Bridas, la segunda petrolera, con la familia Bulgheroni. Otra posibilidad es que el grupo Petersen, controlado por la familia Eskenazi, que tiene un 25% de YPF, venda su participación, dando así lugar a un nuevo equilibrio de fuerzas en el accionariado.
La Administración argentina aspira a tener el 51% o, al menos, un 30%. El problema es a quíé precio y de dónde saca los recursos. Mientras tanto, crece la preocupación en el Gobierno español del PP. Se teme que Repsol pierda peso en su joya de la corona y tenga que deshacer posiciones a precio de saldo.
En barrena
Desde que empezó la incertidumbre sobre su futuro, YPF ha caído en barrena en la bolsa. Y lo sigue haciendo. Ayer, a media sesión, se dejaba en el parquíé de Buenos Aires un 5%. En lo que va de año, ha perdido casi un tercio de su valor.