Por... María Clara Ospina H.
Por Turquía se viaja bien en coche, hay buenas carreteras, bien señalizadas y seguras. Además, los turcos están siempre dispuestos a ayudar, aunque sea con simples señales y gestos. Los días comienzan con el clásico desayuno: aceitunas, queso blanco salado, yogurt sin dulce y pepinos, tambiíén sirven panes, excelentes frutas frescas y en conserva, ¡una delicia! El cafíé se toma sin colar. El tíé del país es oscuro y perfumado y lo toman a todas horas.
Las costas del Egeo y del Mediterráneo, agraciadas con hermosos pueblos, que fueron de pescadores y hoy son de turistas, están salpicadas de ruinas: licias, carias, griegas y romanas; visitamos una docena de ellas. Sin lugar a dudas, las más importantes son las romanas de í‰feso con la imponente fachada de la biblioteca de Celsio, el teatro para 30 mil personas, la Vía Sagrada, los retretes comunales en piedra, el burdel, el Odeón, la Puerta de Híércules, el ágora y excavaciones que permiten ver algunas mansiones, sus frescos y mosaicos. Aquí trajo el apóstol Juan a María; se puede visitar la casita donde dicen vivió la Virgen.
Recomiendo las ruinas de Afrodisia, Priene, Mileto y Didimo. El teatro romano más bien preservado del área queda en Aspendos, sus graderías, escenario y "vomitorios" están en perfecto estado. En junio es la temporada de música; oír ópera en un teatro de más de dos mil años es algo excepcional, aun cuando cuatro horas sentados sobre piedra no sea muy cómodo.
Cada pueblo tiene su encanto: Antalya posee la pequeñísima marina antigua y el mejor museo arqueológico. En el mercado de Fethiye le preparan a uno el pescado para comer ahí mismo. En el río de Dalyan, por el que se llega a termales y baños de barro, se observan tortugas "careta" que suben desde el mar. Bodrum es, simplemente, bellísimo.
Tierra adentro, atravesando el valle del río Menderes, donde compríé brevas dulces y jugosas del tamaño de peras, se llega a los termales de Pamukkale (montaña de algodón). Estas aguas alcalinas, famosas desde íépocas romanas, se despeñan por una colina pintando sus laderas de blanco y formando en ellas hermosas piscinas azules. Allí mismo están las ruinas de Hierápolis, con baños termales romanos, una importante necrópolis y teatro.
La Capadocia, en el centro del país, es una región realmente única. En sus formaciones de piedra volcánica, llamadas "chimeneas de hadas", los cristianos cavaron viviendas, iglesias y monasterios.
Los turcos comen, sobre todo, cordero, albóndigas, pescado, frutas y verduras excelentes, y "delicias turcas", gomitas rellenas de nueces.
Turquía fue testigo de muchos pueblos, reinos e imperios; su historia milenaria dejó una herencia visible que enriquece cualquier viaje que se haga por sus tierras.