El chaparrón que ha caído en la Bolsa en las últimas sesiones ha sido tremendo, especialmente para la banca. Los inversores que canjearon los bonos convertibles de BBVA y han conservado las acciones sufren unas minusvalías latentes en el entorno del 15%.
La metamorfosis de las participaciones preferentes de la banca todavía no ha escrito todavía su último capítulo. BBVA, Popular, Bankia, Caixabank, Sabadell y Banesto ya han ejecutado conversiones, pero algunos inversores todavía experimentan efectos colaterales, debido a que en algunos casos la transformación no ha finalizado.
BBVA fue la entidad más rápida en la gestión de sus participaciones preferentes. Fue la primera en utilizarlas para recapitalizarse en los comienzos de la crisis -lanzó una emisión a finales de 2008- y fue la pionera tambiíén en plantear el canje de un instrumento que ha perdido utilidad y lo perderá más en el futuro. Así, en noviembre del año pasado propuso canjear 3.475 millones de euros de este tipo de deuda eterna por bonos necesariamente convertibles en acciones.
La oferta fue aceptada por la amplísima mayoría de los tenedores de las participaciones preferentes. Dieron el "sí" propietarios con participaciones valoradas en 3.430 millones de euros. La tasación realizada por BBVA era favorable a los inversores, pues les asigno el precio al que originalmente fueron vendidas las preferentes, y la rentabilidad prometida, muy tentadora. Los bonos pagan un 6,5% anual que puede disfrutarse como máximo hasta junio de 2013.
Con la operación, el banco presidido por Francisco González, por un lado, reforzó su capital computable a efectos de la Autoridad Bancaria Europea (ABE) y, por otro, entregó títulos con mayor liquidez, una vez se transformaran en acciones. BBVA, además, dejó abierta la posibilidad de que los inversores transformaran los bonos en acciones el pasado mes de marzo. Quienes así lo desearon, por tanto, solo tendrían que quedarse con los convertibles unos pocos meses.
El caso es que en el primer periodo de canje voluntario de los bonos -que coincidió con el pago del primer cupón de los bonos, el día 30 del mes pasado- acudieron inversores con 954,8 millones de euros en este tipo de instrumentos. Es decir, bonistas con el 27,8% del importe total en circulación expusieron su deseo de transformar la deuda en acciones. A cambio, recibieron 157,9 millones de títulos.
La mala noticia es que el canje ha coincidido con un hundimientoen toda regla de la Bolsa en general y del sector bancario en particular. Así, el precio de conversión de los bonos se fijó en 6,047 euros, de acuerdo con las reglas en el folleto de emisión -la media aritmíética de la cotización del banco en los cinco días de cotización previos al 30 de marzo-, cuando hoy cotizan alrededor de los 5 euros. La caída desde el precio de canje se sitúa en el entorno del 15%.
Las píérdidas, es cierto, no han tenido por quíé llegar al mencionado porcentaje, puesto que los inversores pudieron operar con sus acciones desde el pasado 4 de abril. No obstante, en las tres sesiones que tardaron en poder disponer de sus títulos -los días 31 de marzo, 2 y 3 de abril- el precio de las acciones de BBVA se había devaluado de manera consistente. El 4 de abril cerraron, de hecho, a 5,49 euros, un 9,2% por debajo del precio de conversión.
En el folleto de los bonos necesariamente convertibles, la entidad especificaba, eso sí, que los inversores podrían sufrir píérdidas en caso de que "el precio de conversión fuese superior al precio de cotización de las acciones en el momento de entrega efectiva de las mismas". Una situación que, en esta ocasión, se ha producido. Es cierto que una evolución favorable de BBVA en Bolsa hubiera reportado plusvalías a los ahorradores que optaron por el canje voluntario.