Presiones para una explosión controlada en la banca española
por Nuria Salobral en Cinco Días
El diagnóstico es el ya conocido: la banca española necesita profundizar en su saneamiento para recuperar la credibilidad de los inversores y volver a cumplir con su función primordial, la de conceder críédito. Y la solución en la que insiste el Gobierno es la que ya marcó en la reforma financiera: provisiones para el ladrillo y fusiones con las que ganar tamaño, un plan que ahora se refuerza con la creación de una sociedad, a modo de banco malo, en la que aglutinar los activos tóxicos relacionados con el ladrillo. Al menos ese es el mensaje oficial, el diagnóstico desde la superficie: no hace falta ayuda externa para la banca. Pero ahondando en la profundidad del problema, un nuevo escenario se abre paso y bulle en el conjunto del sistema financiero: la evidencia de que el discurso que defiende el Gobierno no basta, que es necesario un dinero para sanear el sector del que ni el Estado ni la banca disponen y con el que sí cuenta Bruselas.
"Hace falta dinero y tiene que venir de algún sitio", reconocen desde el sector. La banca se muestra resignada a elevar su contribución al FGD para financiar así los rescates pendientes de Catalunya Caixa, Banco de Valencia y, posiblemente, Novagalicia, tal y como apuntaba la semana pasada el consejero delegado de Santander, Alfredo Sáenz. Pero para la financiación del nuevo vehículo que debe asilar los activos tóxicos de la banca hacen falta recursos adicionales, con los que cubrir el impacto de nuevas valoraciones del ladrillo. Y ahí es donde todas las miradas se dirigen hacia el fondo de rescate europeo, a pesar de que el Gobierno niegue una y otra vez que vaya a acudir a tal recurso y plantee nuevas fórmulas -primero la reforma financiera y luego el banco malo- para no recurrir a íél.
Fuentes financieras apuntan que Bruselas está estudiando una fórmula de ayuda para la banca española, con la prudencia de estar pisando terreno desconocido. Los rescates abordados hasta el momento en la zona euro -Grecia, Irlanda y Portugal- han sido para el conjunto del país, ante las dificultades de financiación de los Estados. La fórmula que se sopesa para España es el rescate parcial solo para su banca, lo que reduciría notablemente la factura frente a un rescate global de una economía del tamaño de la española -los cálculos de necesidades adicionales para la banca oscilan entre los 50.000 y los 100.000 millones de euros-.
Tal posibilidad ya quedó reconocida el año pasado en el fondo de rescate o FEEF (Facilidad Europea de Estabilidad Financiera) y en su sucesor -el fondo permanente que estará operativo en julio de este año-, que permite conceder ayudas a los Gobiernos para recapitalizar sus bancos. Bruselas se enfrenta al desafío de hacer uso de esta nueva facultad, con todas las dificultades de adentrarse en territorio inexplorado. De hecho, según reconocen fuentes próximas a la Comisión Europea, sería el ensayo de la cuadratura del círculo: conceder ayuda europea sin convertirlo en un rescate, al tiempo que España mantiene su agenda de reformas para cumplir con el objetivo de díéficit.
"Es fundamental que el mercado lo entendiera bien, que no se crearan incertidumbres como lo sucedido con el plan de reestructuración de la deuda griega", señalan fuentes financieras que apuestan por esta solución. En definitiva, una suerte de explosión controlada tras la que no se desbordara la maltrecha prima de riesgo española y que resolvería el difícil dilema al que se enfrenta el Gobierno español para rescatar a la banca. O paga la factura con nuevas ayudas públicas y renuncia así al objetivo de díéficit -una hipótesis improbable a la vista de la endiablada agenda de recortes y reformas- o pide ayuda europea para la banca, a cambio del compromiso firme de alcanzar a rajatabla el díéficit del 3% del PIB en 2013. No en vano, una solución europea para la banca española tendría que pasar por el implacable filtro de austeridad de Alemania.
"A grandes males, grandes remedios. La percepción de las consecuencias que tendría la petición de ayuda a Bruselas está cambiando, quizá no sea un estigma tan terrible", afirman desde una entidad financiera que prefiere mantener el anonimato y en la que reconocen que la reforma financiera es insuficiente. La prima de riesgo se mantiene sin tregua sobre los 400 puntos.
El esquivo inversor internacional
"El precio de la vivienda en España solo ha caído la mitad de lo que lo ha hecho en Irlanda, con un derrumbe del 50% desde el pico de 2006". Así argumenta HSBC su inquietud sobre cuál será el alcance del saneamiento aún pendiente en la banca española, y que cifra en alrededor de 100.000 millones de euros, una de las cifras más elevadas entre las firmas de análisis. Para Josíé Luis Marín, director de residencial y activos adjudicados de CB Richard Ellis, la solución a la digestión del ladrillo en los balances bancarios deberá venir por varias vías, incluida la ayuda externa. "No hay una solución rápida para el suelo, aún hay mucho por provisionar. Será una gestión de muchos años", advierte, al tiempo que reconoce que los inversores internacionales "están a la espera de las oportunidades que puedan surgir en el actual proyecto de banco malo". Las valoraciones serán la clave, y los inversores privados presionarán para que sean lo más ajustadas posibles, más allá de lo previsto en la reforma financiera. "Es necesaria una valoración uniforme para todos los activos, es mejor un único banco malo que varios", añaden en el sector.