En apariencia, el último debate sobre los Presupuestos se presentaba como un remake de “El íngel Exterminador†según Luis Buñuel. Lo que estaban escenificando sus señorías en realidad, y sin ser conscientes de ello, era una performance parlamentaria de “El Túnelâ€, la genial novela de Ernesto Sábato.
Sea cual sea su tendencia política nuestros diputados comparten un agónico leit motiv: llegar cuanto antes al final de la crisis, de modo que el futuro sea el pasado. Su error de perspectiva, como el de tantos que sufren la recesión, no puede ser más grave.
En los últimos veinte años la escena mundial ha cambiado radicalmente. De igual manera el mundo de 2020 no se parecerá en nada al del año 2000. En todos los órdenes se impone un cambio de modelo, eso lo sabemos. Pero aún no hemos entendido que eso tambiíén inducirá a una desaceleración global –forzada por una carestía de las fuentes de energía-, así como a una reconversión de la actividad de las personas. Con unas tasas de paro desbocadas y uno de los mayores censos de funcionarios de Europa, se impone una racionalización del Estado Autonómico semejante a la que se está verificando en la empresa privada.
Las nuevas vías de empleo pasarán por el emprendizaje, el trabajo autónomo y el cooperativo. Y eso cambiara radicalmente las pautas sociales.
Todos aborrecemos la especulación inmobiliaria y financiera que nos ha llevado a la situación actual. No obstante, apenas se denosta el hábito de vivir a críédito, tan arraigado en este país envenenado por las apariencias, donde vivir de verdad es hacerlo por encima de nuestras posibilidades. Así se ha creado una falsa percepción de riqueza y se ha mantenido un consumo que no se correspondía con la situación real.
La Gran Banca, la Administración y la ciudadanía han actuado de la misma manera: la burbuja especulativa, el recurso al endeudamiento y el hábito del despilfarro definían el denominador común de nuestra vida cotidiana. Pero así como comenzamos a exigir a las administraciones que cuadren impuestos y servicios, tambiíén nosotros deberemos acostumbrarnos a igualar ingresos y gastos. Y a vivir de otra manera. No, no estamos atrapados en la pesadilla surrealista, como en “El íngel Exterminadorâ€. Esta crisis no es un bache en el camino. Es un túnel. Y los túneles no son circulares; el lugar de salida nunca es el mismo que el de entrada. Saldremos de íél, no me cabe duda, pero cuando lleguemos al otro extremo ya nada volverá a ser igual. Ni nosotros seremos los mismos.
Buen fin de semana