INICIO FOROS ÍNDICES DIVISAS MATERIAS PRIMAS CALENDARIO ECONÓMICO

Autor Tema: ¿Quiíén controla la economí­a mundial?...  (Leído 241 veces)

OCIN

  • Moderador
  • Excelente participación
  • ***
  • Mensajes: 97.802
  • Karma: +8/-12
  • Sexo: Masculino
¿Quiíén controla la economí­a mundial?...
« en: Mayo 06, 2012, 08:01:53 pm »

Por...  ALBERTO GARCíA ESPINOZA


 La pregunta es ambiciosa, desde luego. Algunos dirán que son los Estados-Nación más poderosos militarmente, como Estados Unidos. Otros dirán que son las personas más ricas y poderosas las que, conspirando, deciden en lugares poco transparentes cómo gestionar el mundo.
 Sin duda tambiíén habrá quienes crean que son las voluntades individuales las que conforman, a travíés del mercado, el destino de nuestra economí­a mundial. Incluso, en una derivación de esta última opción, puede pensarse que son precisamente las empresas transnacionales las garantes del futuro polí­tico y económico de nuestro mundo. En todo caso, probablemente todas tengan algo -aunque sea poco- de razón, si bien para intentar responder tamaña cuestión no pueden servir análisis simples o prejuicios sin confirmar empí­ricamente.
 
Mi intención aquí­ no es otra que mostrar y difundir los resultados del reciente y único estudio que ha evaluado la red global que conforman las transnacionales (tambiíén llamadas multinacionales o grandes empresas a secas). Según este complejí­simo estudio que ha analizado las redes de 43.060 transnacionales, apenas un 737 de ellas controlan el valor accionarial del 80% total. Esta distribución de poder es mucho más desigual que la distribución de riqueza y renta. Además, el 40% del valor de todas las transnacionales del mundo está controlado por un pequeño núcleo -core- de 147 transnacionales. Y, más interesante si cabe, de ese núcleo de trasnacionales tres cuartas partes son entidades financieras.
 La evolución de la red empresarial
 
Los economistas clásicos distinguí­an entre capitalistas y trabajadores para distinguir los dos espacios que podí­an ocuparse en la actividad productiva. Corresponde esa clasificación a un análisis analí­tico abstracto de cómo opera el sistema económico capitalista, pero tambiíén a cómo era la configuración concreta del capitalismo más incipiente. Un capitalismo caracterizado por empresas donde la propiedad y la gestión coincidí­an y existí­a por lo tanto un capitalista activo preocupado por el control de su empresa y por lo tanto por los beneficios que les pudieran dar. El resto de la empresa eran, simplificando, trabajadores que alquilaban su fuerza de trabajo a cambio de un salario. Imaginen en esta visión al capitalista industrial del siglo XIX español, caracterizado por estar frente a la empresa vigilando la actividad productiva. Por ejemplo, a Miguel Agustí­n Heredia, empresario industrial riojano que montó importantes negocios en Málaga.
 
Según evoluciona el capitalismo, sin embargo, esta realidad va cambiando y haciíéndose más compleja. Las empresas se hacen más grandes y surgen las primeras sociedades anónimas. Se disocia la propiedad de la empresa -que queda en manos de los accionistas- de la gestión de la misma -que queda en la dirección- y de la actividad puramente productiva -los trabajadores-. Los accionistas suelen ser grandes fortunas que juntando sus riquezas permiten acometer proyectos empresariales más complejos y que rinden más beneficios.
 
Un ejemplo español fue la compañí­a de los Ferrocarriles de Madrid a Zaragoza y Alicante (M.Z.A.), que nació de la unión de los capitales de grandes fortunas como las del marquíés de Salamanca, el duque de Morny y los Rotchschild (familia vinculada a las finanzas), si bien tambiíén -como siempre- con el apoyo de capital público. O el más obvio, el de la Rio Tinto Company Limited, empresa de capital daníés e inglíés que cotizaba en la bolsa de Londres y explotaba las minas de RioTinto (Huelva). En definitiva, las finanzas y la nueva organización empresarial permite al capitalismo desplegar proyectos más ambiciosos que en ningún caso una sola gran fortuna individual podrí­a llevar a cabo, pero esa nueva organización empresarial modifica a su vez la relación entre los sujetos económicos (finanzas, propietarios, gestores, trabajadores) y por lo tanto las relaciones de poder.
 
Con la evolución de los mercados financieros, entre los que se incluye el mercado de acciones -la bolsa, es decir, el espacio donde se compran y venden derechos de propiedad de las empresas-, el sistema se hace aún más complejo. La globalización económica y financiera va empujando a las empresas a una mayor internacionalización. Hasta el punto de que gracias a la llamada ingenierí­a financiera las grandes empresas pueden comprar con enorme facilidad partes de otras grandes empresas o financiar nuevos proyectos de inversión. La aplicación de las polí­ticas neoliberales, que retiran el corsíé keynesiano -las prohibiciones y regulaciones que existí­an en el marco económico- no hacen sino disparar esas tendencias subyacentes. Las grandes empresas pueden, desde entonces, internacionalizarse incluso a partir de la emisión de lo que algunos autores han denominado capital financiero (víéase el trabajo de Oscar Carpintero).
 
En este punto de la evolución capitalista, las empresas están formadas por propietarios, gestores y trabajadores pero que mantienen relaciones muy distintas a las anteriormente descritas. Los propietarios son los accionistas, pero que ya no tienen una preocupación directa por el estado de la actividad productiva -a diferencia del propietario tipo s. XIX- sino que únicamente se preocupan por rentabilizar su capital. La extraordinaria liquidez de los mercados les permite a estos accionistas pasar de una empresa a otra en cuestión de segundos, por lo que se disocian los intereses y vencen las estrategias cortoplacistas. Los gestores, por otra parte, son los consejos de administración de las empresas y los directivos, esto es, aquellas personas que toman las decisiones que afectan a la actividad productiva.
 
Estos consejos de administración obedecen órdenes de los accionistas, porque a ellos les rinden cuentas -no en vano los accionistas pueden exigir la destitución de íéstos si consideran que no lo están haciendo bien, es decir, de acuerdo a sus intereses-. Esta relación, propia de la etapa neoliberal, está definida como “shareholder value” y estudiada en la literatura económica en el marco de la llamada “corporate governance” y de la “teorí­a de la agencia”. Los trabajadores, por otra parte, tambiíén están fragmentados en función del segmento productivo al que están asociados -desde gerentes hasta trabajadores de cuello azul-.
 La moderna red empresarial
 
El problema macroeconómico es que en el mundo no sólo existe la distribución de riqueza y renta, sino tambiíén la de poder. Las grandes empresas determinan la configuración económica de cualquier paí­s o región, e influyen de forma directa e indirecta en la creación de empleo y la calidad de vida. Por lo tanto, la capacidad de tomar decisiones o influir en ellas por parte de las grandes empresas es especialmente importante y es una manifestación de poder. Pero dada la inmensa y compleja red que se ha tejido entre las propias empresas, es complicado saber quiíén se encuentra detrás de esas decisiones.
 
El estudio con el que he comenzado este escrito nos aporta datos esclarecedores. Teniendo presente que las grandes empresas internacionalizadas, es decir, las transnacionales, forman una red en la que por encima tienen a los accionistas y por debajo a sus filiales (para las cuales la empresa matriz es su accionista), se ha elaborado un mapa mundial de las 43.060 empresas más importantes.Como se puede observar en el siguiente gráfico, esto no podrí­a haberse hecho sin tratamiento informático a partir del software adecuado (de hecho, la imagen sólo nos ilustra la composición, porque más allá de ello no vemos un pijo).
 De lo que se extrae en el artí­culo es que hay un núcleo de empresas, o core (SCC en la imagen siguiente), que se encuentran dominando las relaciones del resto a partir de su control accionarial. Es decir, de las ramificaciones que nacen de las empresas centrales puede observarse que controlan parcial o totalmente gran parte del resto de empresas.En conjunto, ese núcleo está formado por 147 empresas que controlan el 40% del valor accionarial total.
 
Saliíéndonos del núcleo encontramos que 737 empresas controlan el 80% del valor total.
 Uno de los aspectos más interesantes es que en ese núcleo de 147 empresas hay dos tercios que son empresas financieras, es decir, grandes bancos comerciales y de inversión.  Y estos son, por lo tanto, los sujetos económicos con más poder para determinar la economí­a mundial. La lista de esas entidades núcleo, que puede verse aquí­, es ilustrativa tambiíén del poder nacional que respalda esos intereses económicos.


•... “Todo el mundo quiere lo máximo, yo quiero lo mínimo, poder correr todos los días”...
 Pero nunca te saltes tus reglas. Nunca pierdas la disciplina. Nunca dejes ni tus operaciones, ni tu destino, ni las decisiones importantes de tu vida al azar, a la mera casualidad...