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Autor Tema: Cómo Prevenir las Enfermedades Fí­sicas  (Leído 870 veces)

Scientia

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Cómo Prevenir las Enfermedades Fí­sicas
« en: Mayo 14, 2012, 07:01:35 pm »
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Cómo Prevenir las Enfermedades Fí­sicas

La obediencia a las leyes fí­sicas de Dios, constituye el mejor míétodo para prevenir toda enfermedad corporal.

Evitad los excesos en la alimentación. Una gran mayorí­a de personas muere a causa de su propia gula, y de su ignorancia con respecto a los hábitos dietíéticos correctos.

Obedeced las divinas leyes de higiene. La práctica de la higiene de la pureza mental es superior a la higiene fí­sica, mas no por ello debe despreciarse la importancia de esta última. No viváis, sin embargo, conforme a reglas de higiene tan rí­gidas, que la menor desviación de ella os perturbe.

Prevenid el endurecimiento de las arterias por medio de la dieta adecuada.
Evitad someter al corazón a un trabajo exclusivo; el temor y la ira fatigan este órgano. Tanto a travíés de la práctica del míétodo de Self RealizQtion Fellowship, como del cultivo de la serenidad mental, brindadle al corazón el reposo necesario.

Si estimamos que la cantidad de sangre expulsada en cada contracción de los ventrí­culos del corazón suma alrededor de ciento quince mililitros, este órgano moverí­a un peso equivalente a ocho kilogramos de sangre en un minuto. Así­ pues, en el lapso de un dí­a, el corazón impulsarí­a aproximadamente doce toneladas de sangre, y en un año este valor ascenderí­a a cuatro mil toneladas. Estas cifras demuestran el enorme trabajo desarrollado por el corazón.

Generalmente se considera que el corazón reposa entre cada contracción (durante el perí­odo diastólico o de expansión) con lo cual recibirí­a, cada veinticuatro horas, un descanso total de nueve horas. Este perí­odo diastólico, sin embargo, no corresponde a un verdadero reposo, sino que constituye simplemente una etapa de preparación para el movimiento sistólico siguiente. Las vibraciones provocadas por la contracción de los ventrí­culos reverberan a travíés de los tejidos cardí­acos durante su relajación, y por lo tanto el corazón nunca se encuentra realmente en reposo.

Estando el músculo cardí­aco sometido dí­a y noche a un continuo desgaste de energí­a, naturalmente tiende a extenuarse. Por consiguiente, serí­a de considerable valor para el mantenimiento de la salud, el depararle a este músculo un reposo adecuado. El control consciente del sueño, el aprender a dormir y a despertar a voluntad, constituyen parte del entrenamiento, una de cuyas fases capacita al hombre para regular los latidos cardí­acos. Cuando se es capaz de controlar conscientemente el palpitar del corazón, se ha alcanzado el dominio sobre la muerte. Tanto el descanso fí­sico como la renovación de la energí­a producidos durante el sueño normal, constituyen sólo un pálido reflejo de la
maravillosa calma y fortaleza obtenidas a travíés del "sueño consciente", en el cual incluso el corazón reposa.

Dijo San Pablo (Corintios 15:31): "...por la gloria que en orden a vosotros tengo en Cristo Jesús, nuestro Señor, cada dí­a muero", esto es, la santa paz que acompaña a la Conciencia del Cristo, descansa o detiene el corazón. Numerosos son los pasajes bí­blicos que revelan el hecho de que los antiguos profetas dominaban el arte del reposo cardí­aco, ya fuese a travíés de la meditación cientí­fica o de la total entrega espiritual a Dios.

En el año 1837, cierto conocido fakir hindú llamado Sadhu Haridas, fue sepultado bajo tierra por orden de Ranjit Singh, Maharajá de Punjab, como parte de un experimento rigurosamente controlado.

Bajo constante vigilancia, este hombre permaneció enterrado durante cuarenta dí­as, en el interior de una cavidad completamente amurallada. Al cabo de dicho plazo, su cuerpo fue desenterrado ante la presencia de numerosos dignatarios de la corte, además de algunos caballeros ingleses, entre quienes se contaba el Coronel Sir. C. M. Wade, de Londres. Sadhu Haridas reasumió la respiración y se reintegró a la vida normal. Con ocasión de un experimento anterior, dirigido por el Rajá Dhyan Singh en Jamu, Cachemira, Sadhu Haridas permaneció sepultado durante cuatro meses. Este hombre habí­a dominado el arte tanto de controlar como de hacer descansar el corazón.