La bolsa tiembla por las dudas sobre la banca
por Carmen Ramos en Expansión
Nuestro principal indicador bursátil, el Ibex 35, lleva tres semanas oscilando entre los 7.200 y los 6.800 puntos. Ha llegado a marcar niveles que no se veían desde 2003, pero se aferra a un clavo ardiendo para no perder el fatídico soporte de los 6.700 puntos.
Esta cota se ha convertido en un precipicio, ya que en ella se amontonan las órdenes de venta y, si la pierde, el batacazo puede ser de órdago. En cuanto al tope de la franja, en los últimos días no hemos llegado a tocarlo y desde luego no se trata de una resistencia numantina, sino de un nivel que se alcanza los días en que nuestras empresas no abren las páginas de sucesos.
Esta semana la banca ha vuelto acaparar todos los titulares y lo cierto es que no nos extraña. Hace más de dos semanas que el FMI denunciaba que hay 10 entidades “vulnerables†en nuestro país y, sin señalar con el dedo, explicaba de forma implícita su preocupación por una de ellas. Nadie dudaba de que se refería a Bankia y era una deferencia hacia Rodrigo Rato.
Los dimes y diretes crecieron ante la presentación de sus cuentas sin auditar y desde el inicio de la semana se habló de la intervención del Estado. Pero hasta que las cotizaciones de todos los bancos no recibieron un buen varapalo y desde distintos medios se criticó la falta de claridad al respecto, el Gobierno no explicó la situación.
A Bruselas no le ha pasado desapercibido el tejemaneje de estas últimas jornadas, al igual que el desmadre de las autonomías. El lunes el ministro de Guindos tendrá que explica r con pelos y señales la situación de las entidades bancarias y los presupuestos autonómicos.
De momento, el Gobierno ya ha dado otra vuelta de tuerca a los bancos con las nuevas exigencias y tendrá que hacer lo mismo con el gasto de las comunidades. Las quejas se van a oír de punto a rabo del país pero ya nadie se fía de nuestros bancos y es imprescindible que recuperen la solvencia, estíén gestionados por profesionales y retomen su actividad fundamental.
A las autonomías el mismo jarabe, si se tienen que intervenir, que se intervengan, pero que se corte de raíz el despilfarro improductivo y se puedan cumplir los objetivos de díéficit. Entretanto ni nuestra economía levantará cabeza, ni entrará inversión extranjera, de modo que sólo se puede pedir que nuestra bolsa siga aferrada con uñas y dientes a los 7.000 puntos.