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Autor Tema: Monarquí­as bancarias...  (Leído 195 veces)

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Monarquí­as bancarias...
« en: Mayo 20, 2012, 03:05:57 pm »
Por… Paulo López


En sus conferencias sobre “La huelga”, el escritor anarquista Rafael Barrett calificaba a la Revolución Francesa como un proyecto trunco a medio camino, puesto que si bien logró sacudir el yugo eclesial y aristocrático, dejó intacto el yugo económico, el más despiadado de todos.
Este episodio histórico simboliza la diferencia de forma más importante entre las sociedades modernas y tradicionales. Hipotíéticamente, las sociedades modernas son abiertas y con movilidad social; las tradicionales, cerradas y con sistemas de castas. En íéstas uno nace en una casta y no puede salir de ella; en aquellas, cualquiera que “quiera” progresar lo hace.
Pero ante el actual escenario económico mundial cabrí­a preguntarse cuán modernas y abiertas son nuestras sociedades. En medio del colosal negocio del rescate bancario todo parece estar diseñado a sostener un tipo de estratificación social cerrada. Los planes de austeridad apuntan poco a combatir el lucro espurio generado por el carnaval especulativo y, en sentido opuesto, apuntan mucho a abolir derechos del ciudadano medio: precarización laboral, recortes en educación, salud y jubilaciones. Esta es la míédula del recetario “anticrisis” formulado por los ideólogos de la actual arquitectura financiera mundial.
Y no hablemos de la represión a la legí­tima protesta ciudadana contra estas polí­ticas impuestas por las entidades crediticias en España y Grecia, por ejemplo, por nombrar solo los dos casos más sonados.
Pero lo que se pretende señalar aquí­ es que esta dinámica no constituye un simple contratiempo, sino más bien conforma la “metafí­sica” misma de las utopí­as de mercado.
El sociólogo francíés Pierre Bourdieu, en su libro “Poder, derecho y clases sociales”, abre el capí­tulo “Las formas del capital” sosteniendo la premisa básica de que el mundo social es historia acumulada. Dentro de su modelo teórico rescata el concepto de capital y su acumulación, según el cual la herencia condiciona (podemos discutir las magnitudes) el lugar que ocupan los individuos en su medio social. Es decir, un modelo dinástico de capital económico, cultural y social del que resulta muy difí­cil salir, que trasmite hereditariamente las regalí­as como los reyes traspasaban el trono a su descendencia.
En una genial analogí­a, Bourdieu equipara el postulado de que “el mercado da iguales oportunidades a todos” con el juego de la ruleta. Luego de girar la rueda esta se detiene adjudicando los beneficios sin que importen la condición económica, la dignidad, la herencia o el estatus. Para graficar su teorí­a del capital y la acumulación compara:
“La ruleta ofrece una imagen bastante precisa de un universo imaginario de competencia perfecta o igualdad de oportunidades; un mundo sin inercia, sin acumulación, sin transmisión hereditaria de posesiones y caracteres adquiridos, en el cual cada momento es perfectamente independiente del anterior (…), de suerte que toda persona puede convertirse en lo que se proponga”.
Por el contrario, todo parece funcionar de manera de conservar (de lo que se infiere conservadurismo) privilegios aristocráticos de las monarquí­as bancarias y, en contrapartida, reducir a la mayorí­a de los ciudadanos a la condición de parias sin derecho como son los intocables en la India.
Ante un orden tan contrario a la justicia como el ríégimen plutocrático que preside el mundo, solo cabe contraponer una cosa: más y mejor democracia. ¿Quiíén eligió a los banqueros para que nos gobiernen? ¿Son los representantes de Dios en la tierra?


•... “Todo el mundo quiere lo máximo, yo quiero lo mínimo, poder correr todos los días”...
 Pero nunca te saltes tus reglas. Nunca pierdas la disciplina. Nunca dejes ni tus operaciones, ni tu destino, ni las decisiones importantes de tu vida al azar, a la mera casualidad...