Por... BEATRIZ DE MAJO
La mitad de las exportaciones europeas a China desde la Unión Europea salen de Alemania. Lo que convierte a este país al socio comercial chino más importante del Viejo Continente. Por el lado alemán las cosas no son menos importantes: China es el segundo destino de sus exportaciones fuera de la Unión Europea y si todo sigue como va, a la vuelta de muy poco los Estados Unidos, que hoy es el primer destino de esas ventas externas, pasará a ocupar el segundo escalón. En el campo político esta interdependencia económica ha estado provocando un acercamiento notorio entre los dos países que se traduce en continuas reuniones estratíégicas en los más altos niveles gubernamentales.
Tal es el entramado que se está desarrollando entre este binomio que el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores se ha decidido a investigar si lo que esta estrecha relación comporta a Europa es positivo o negativo. A Alemania le ha tocado inclinar su estrategia de relacionamiento externo hacia el lado de lo económico, toda vez que cada día más su país se sustenta de los ingresos que le produce el consumo de sus productos fuera de sus fronteras. La mitad del PIB alemán proviene de sus exportaciones. De allí que la relación del más poderoso país de Europa con China estíé bastante sesgada hacia la vertiente económica de la misma.
Esta vigorosa relación se ha tornado aún más dinámica a raíz de la crisis de 2008. Francia, el primer socio comercial alemán dentro de la Unión Europea y Estados Unidos contrajeron su demanda de importaciones con lo que China se ubicó como importador en el sitial que tiene hoy con respecto a Alemania. Otros elementos favorecen esta creciente dependencia y es la avidez china por tecnologías de punta las que son el fuerte de la dinámica de negocios y científica del gran país europeo.
Con intereses tan entremezclados y con la subordinación de la política a la economía de los dos lados, no se sabe, para esta hora, quiíén manipula a quiíén. Asuntos como la soberanía china sobre el Tíbet, o el irrespeto a la libre expresión en China han sido objeto de algunas fricciones entre los dos países pero, en aras de las buenas relaciones en otros terrenos, han sido sobrepuestos de manera inteligente o sagaz.
En la China oficial se ha arraigado la visión pragmática de que la interacción con Alemania en lo económico, así como en lo político, conlleva de manera automática a una relación de ganar-ganar, siendo que el país europeo es percibido como el pivote de la estabilidad y el elemento fuerte de la mancomunidad de Europa. Es un lugar común escuchar a nivel gubernamental: "si es necesario lograr algo importante en Bruselas, a donde hay que ir es a Berlín".
Y este es, de todos, el elemento que causa resquemor en los medios comunitarios. En el ambiente está presente la inquietud de que Alemania use su relación preferida con China para ir en pos de sus propios intereses, los que no necesariamente son los de toda Europa.