Por... Axel Kaiser
Usted recordará estimado lector, que mientras muchos expertos afirmaban que todo estaba bajo control en los últimos años, este humilde columnista inisitió en que lo peor de la crisis estaba por venir. Incluso me tomíé el trabajo de escribir un libro para explicar por quíé los programas de gasto de los gobiernos y la impresión ilimitada de dinero solo podrían llevar a una depresión y a un posible colpaso del sistema financiero mundial. Lo de la depresión ya parece un hecho irrefutable. Aunque se maquillen las estadísticas para simular empleo más alto, inflación más bajas y crecimiento económico más abultado, la realidad es que el desempleo hoy es peor que hace tres años tanto en EE.UU. como en Europa.
Lo mismo ocurre con el crecimiento económico, que si se reajustara de acuerdo a las reales cifras de inflación, arrojaría cifras negativas. Mientras tanto, el endeudamiento de todos los países se ha incrementado sideralmente. Es totalmente falso que haya existido austeridad en los países del euro. Casi todos tienen hoy niveles de deuda superiores al año 2008. Lo que los políticos llaman recortes en realidad son disminuciones de gastos proyectados. Es decir, si un gobierno piensa gastar un 5% adicional el próximo año, y en lugar de 5% gasta 2% más, entonces los políticos de ese país declaran estar aplicando una austeridad brutal. Así es la política.
Por eso estimado lector, no crea nada de lo que dicen los líderes mundiales ni los banqueros centrales. Todos ellos han dado ya pruebas suficientes de incompetencia y falta de íética. De incompetencia porque cada vez que han intervenido han logrado ganar algo de tiempo para solo conseguir que la crisis se profundice. Y de íética porque, además de no querer reconocer que los estados de bienestar están quebrados, los políticos europeos han violado todas las normas legales que ellos mismos se dieron para este tipo de casos.
Primero fue el límite de deuda establecido en el tratado de Maastricht. Luego las cláusulas de no realizar rescates y finalmente la prohibición del Banco Central Europeo de convertirse en financista de los gobiernos. Este último ha extendido críéditos sin límites —los famosos "target credit"—, a los miembros del sur para así financiar sus díéfícit comerciales y fiscales. ¿Y quiíén ha pagado la cuenta? Pues fundamentalmente Alemania, la que ha acumulado acreencias por más de 600 mil millones de euros contra el sistema del BCE. Además, el BCE, en su último desesperado intento por evitar la eurogedón, ha inyectado 1 billón de euros al sistema.
Más allá de los escandaloso que resulta entregar 1 millón de millones de euros de los ciudadanos europeos a las íélites bancarias a tasas negativas, la medida es píésima economía. Y lo es porque el problema de la banca, como el de los estados, es de solvencia y no de liquidez. Y los bancos centrales no pueden resolver problemas de solvencia porque no pueden crear riqueza real, solo medios de pago. Así las cosas, no es raro que estemos nuevamente frente a la posibilidad de una eurogedón. Vámos cómo ganan tiempo esta vez.