Por... ROCíO ARANGO GIRALDO
Con las funestas consecuencias sociales heredadas de la apertura económica, durante los últimos 15 años ha sucedido algo interesante: los pobres han puesto a pensar al mundo científico. Todo, respaldado por el acelerado crecimiento de la población y la aparición de economías emergentes como India y China.
Más de 850 millones de personas en el mundo sufren hambre y desnutrición crónica. Esto ha impulsado la generación de desarrollos biotecnológicos y tíécnicas de cultivo en condiciones difíciles.
Por ejemplo, en Pakistán los científicos desarrollaron una pasta alimenticia que no requiere agua o cocción. En el triángulo amazónico, la mandioca ha permitido el desarrollo de soluciones contra la desnutrición crónica. Teniendo en cuenta que más de 1.200 millones de personas subsisten con menos de un dólar al día, se trabaja en nuevos desarrollos en salud y modelos que faciliten la accesibilidad a ellos.
La OMS promueve los Consorcios de Patentes, por los cuales se otorgan licencias voluntarias para evitar pago de derechos o regalías. Así, medicamentos geníéricos de producción local pueden ser adquiridos a precios asequibles.
Otro mecanismo que busca darles una respuesta social a los altos costos de medicamentos de cara a las negociaciones de propiedad intelectual, son las licencias equitativas, cuyo compromiso con la accesibilidad, permite garantizar que aquellos medicamentos desarrollados con fondos de financiamiento público, sean patentados en función de hacerlos accesibles a los pobres.
En una sociedad como la nuestra, absolutamente dependiente de la energía, la existencia de más de 2.000 millones de personas que no tienen electricidad, es un reto. Alrededor del mundo en desarrollo se han extendido los programas para el acceso a la energía solar y eólica.
Desde la nanotecnología se cuenta ya con algunas pruebas piloto para las soluciones de saneamiento. Más de 3.000 millones de personas en el mundo viven, o mejor sobreviven, con menos de dos dólares al día y carecen de servicios de saneamiento básico.
La nanotecnología está abriendo puertas para la implementación de soluciones descontaminantes del agua.
Los científicos australianos han creado una arcilla sintíética de bajo costo, que puede usarse en regiones donde la minería ilegal contamina con arsíénico las fuentes de agua.
Si hablamos de la distribución del ingreso de las economías, la cuenta del monto con el que se benefician los 4.000 millones de personas más pobres, es inferior a los 1.500 dólares. Por eso la ciencia trabaja en el desarrollo de materiales alternativos de bajo costo y en la modificación de nuestros patrones de consumo. En este panorama, la Cumbre de Río +20 es un escenario para posicionar la ciencia como protagonista de la construcción de desarrollo sustentable.