Nadal ya es eterno en París, y lo será por mucho tiempo. Porque pasarán muchos años hasta que alguien pueda superar los siete Roland Garros del español.
El manacorí ha superado a la leyenda sueca Bjorn Borg -con seis títulos- tras derrotar en la final al serbio Novak Djokovic por (4-6, 3-6, 6-2, 5-7).
Djokovic tenía muy claro que el juego que ha desplegado en el torneo no le serviría para doblegar al manacorí. "Con Nadal no me puedo permitir tantos altibajos", afirmaba el pasado viernes.
El serbio acababa de arrasar a Federer en semifinales (6-4, 7-5 y 6-3) pero su torneo ha sido irregular. En octavos cedió dos sets ante el semidesconocido Seppi y ante Tsonga resucitó despuíés de que el francíés tuviera cuatro bolas de partido.
Sin embargo, Nadal no perdona errores, como sí lo hizo Tsonga. Irregular y fallando bolas fáciles, con un pobre primer servicio, al igual que en otros partidos, Djokovic ha vuelto a sucumbir al manacorí.
El comienzo del español fue fulgurante. Un break, 3-0 en el marcador y posibilidad de 4-0. Pero el serbio es un jugador que tan fácil está fuera del partido como se vuelve a meter. Y así sucedió, Nole logró empatar 3-3 pero en el siguiente juego volvió a perder su saque, lo que a la postre sería definitivo para la resolución del primer set.
Un primer set de locos. Tres breaks para Nadal y dos para Djokovic con un 6-4 final para el manacorí.
La segunda manga fue calcada a la primera. Primer break para Nadal y 2-0. Pero varios fallos del español volvieron a meter a Djokovic en el partido hasta el 3-2. Sin embargo, Nole se volvió a desmoronar fallando bolas fáciles, y la derecha de Nadal hizo el resto para llela varse el segundo set, no sin suspense por la lluvia caída sobre la Phlippe Chatrier, que paró el partido unos minutos.
Es la tercera final de cuatro que han jugado que Nadal ha ganado a Djokovic este año. En Australia, el manacorí cayó tras un maratoniano partido de casi seis horas. Pero el español le ha ganado a Nole las últimas que han jugado entre ellos: Montecarlo y Roma, ambas en tierra batida.
Nadal ha ganado la final que le ha hecho eterno como ha hecho en el resto del torneo: arrasando en París y sin ceder ni un solo set.