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Autor Tema: Programa de viviendas en Argentina...  (Leído 137 veces)

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Programa de viviendas en Argentina...
« en: Junio 19, 2012, 11:44:20 am »
Por...  Julio Semmoloni 



Desde el mismí­simo 25 de Mayo de 2003, lo que más atrae a la mayorí­a de los argentinos que adhiere con mayor o menor fervor al proyecto polí­tico en vigencia, es la sucesión infatigable de “golpes de efecto” capaces de producir cambios notorios en el ánimo y la realidad social del paí­s. “Golpes de efecto” que tambiíén paradójicamente son los que más desconciertan a los sectores que antagonizan con el Gobierno, puesto que les modifica constantemente el paradigma polí­tico y la agenda de prioridades. Toda la potencia de la actual gestión, además de su indiscutida coherencia, se tonifica con el impacto que provoca esa determinación a menudo ajena a planes prestablecidos -ya que hace camino al andar-, y que encuentra solvencia en la articulación de reiteradas decisiones audaces, porque el fin superior, el objetivo central de su propósito transformador ha sido desde el principio inequí­vocamente señalado: aminorar las desigualdades, mejorar la calidad de vida y ampliar los derechos de todos.

El Programa de Críéditos Argentina Bicentenario (Pro.Cre.Ar) para la Vivienda íšnica Familiar es un compromiso gubernamental de gran impacto social y económico, que no se propone acabar con el díéficit crónico habitacional, pero intenta paliar un flagelo de larga data que aún no se habí­a atendido debidamente. El otorgamiento de cien mil críéditos durante el primer año, a travíés del Banco Hipotecario Nacional, para la construcción de otras tantas viviendas familiares, permite calcular que aproximadamente unas 400 mil personas necesitadas de la casa propia podrán hacer realidad su sueño. Se trata de una reacción polí­tica oportuna y muy bien dirigida para atacar la desaceleración de la actividad industrial, que en tíérminos generales atenta contra el proceso de crecimiento sostenido con inclusión social llevado adelante por nueve años.

Una vez más este modelo heterodoxo encuentra la herramienta que no sólo le sirve para capear el temporal, sino que introduce un renovado impulso para estimular la expectativa de amplias franjas de bajos y medianos ingresos que no han tenido la posibilidad crediticia para construirse la casa propia.

Si bien la medida aparenta ser improvisada y efectista –de hecho algún prejuicioso desde las antí­podas ideológicas podrá sugerirlo-, en rigor es sorpresiva y eficaz, es decir, de í­ndole muy diferente. Por lo pronto, si se hubiera incurrido en una improvisación, esto indicarí­a que carece de un estudio previo de la situación; a su vez, si fuese efectista sólo podrí­a ocasionar un resultado efí­mero.

El propio acto de lanzamiento del Programa dio cuenta de otros parámetros, pues quedó evidenciado que se basa en el desarrollo de una estudiada operatoria y cuya ejecución fáctica se prolonga al menos por cuatro años. Tanto Axel Kicillof, viceministro de Economí­a, como Diego Bossio, titular de la Administración Nacional de la Seguridad Social (Anses), demostraron que la iniciativa se apoya en recursos suficientes y tangibles (provenientes del Fondo de Garantí­a de Sustentabilidad y el Tesoro Nacional), y además explicaron con argumentos verificables los beneficios a mediano y largo plazo que proporcionará a la industria de la construcción, tanto en materia de empleo como en la reanimación de actividades vinculadas directamente con el sector que aporta insumos imprescindibles. El conocido efecto multiplicador de la economí­a que produce la construcción cuando trabaja a pleno exime de otras especulaciones.

El reflejo contrací­clico del Gobierno vuelve a funcionar. Es una decisión que le sale al cruce a la crisis internacional, cuyos efectos más dañinos están siendo verificables en los últimos meses. Como durante 2009, de nuevo se intentará preservar las fuentes de trabajo y el poder adquisitivo de los salarios, pilares que sostienen el actual crecimiento económico con inclusión social, tan elogiado como modelo a imitar por parte de algunos economistas heterodoxos de prestigio mundial.

Esta medida permite de manera iníédita que los sectores de medianos ingresos que han venido manteniendo el alto consumo interno de los últimos años, por fin encuentren la alternativa financiera para levantar su vivienda en el terreno que se adquirió en su momento con ese objeto. Al atender las necesidades de la población de medianos ingresos –rara vez considerada en polí­ticas habitacionales de otras íépocas-, tambiíén se le da curso genuino al interíés inversor no especulativo de una franja social con capacidad de ahorro. Se trata de sectores medios cuyos recursos salariales se incrementaron en más de un 500 por ciento en estos nueve años, pero que no habí­an podido acceder a las facilidades crediticias que le posibilitaran cumplir con la máxima aspiración de la movilidad social ascendente: la casa propia adecuada.

Por lo que puede saberse hasta ahora, en principio se inyectarán unos 20.000 millones de pesos a la economí­a, un estí­mulo de inversión que promoverá la reactivación de uno de los rubros más dinámicos en la producción de bienes, lo cual permitirá asegurar la estabilidad de la mano de obra actual y favorecerá la creación de alrededor de 200 mil nuevos puestos de trabajo, directa o indirectamente relacionados con el sector. Sin embargo, todaví­a no serí­a correcto definirlo como un programa ambicioso: en parte, porque sólo es un paliativo a una carencia social grave y extendida, y tambiíén porque no conocemos los detalles de la proyección final que tendrá el Programa en su conjunto.

Durante su lanzamiento se mencionó que abarcará todo el perí­odo presidencial de Cristina Fernández, por lo que las cifras relativas al monto de la inversión y a la cantidad de viviendas a construir durante el primer año podrí­an cuadruplicarse en el acumulado hasta 2015.

Se estima sin demasiada precisión que para cubrir el díéficit habitacional del paí­s serí­a necesario levantar alrededor de tres millones de viviendas. A fin de poner en contexto este dato, cabe indicar que la obra pública total destinada a soluciones habitacionales durante los últimos nueve años, acumuló poco más de 907.000 casas. El concepto “soluciones habitacionales” comprende a viviendas enteramente nuevas, y a las ya existentes que fueron ampliadas, reparadas y/o mejoradas. Según una reciente información oficial dada a conocer por Axel Kicillof el dí­a del anuncio, el último número duplica el registrado en la díécada precedente al actual perí­odo kirchnerista.

A modo de conclusión, podrí­a inferirse que los gobiernos de Níéstor Kirchner y Cristina Fernández se han ocupado de resolver este añoso flagelo con mayor ahí­nco que las anteriores administraciones de las últimas tres díécadas y media, por lo menos. No obstante es mucho más lo que queda por hacer que lo ya hecho.

Y en este sentido el Programa en marcha entraña un riesgoso desafí­o: al tiempo que despierta un enorme entusiasmo (el primer dí­a se registró medio millón de consultas y se concedieron 75.000 turnos de atención), no podrá hacerse cargo de satisfacer una demanda tan postergada que seguramente ocasionará no pocas frustraciones en el corto y mediano plazo.



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