Por... Alberto Tovar
Por supuesto que todos quisiíéramos evitar las equivocaciones y tomar decisiones acertadas en el terreno de las finanzas personales, como sería elegir la inversión con mayores ganancias, entrar al mejor negocio o endeudarnos correctamente, cuando sea necesario.
Sin embargo, como todo proceso de aprendizaje, está lleno de lo que nosotros llamamos errores y que, desde un óptica proactiva, podríamos considerar como intentos fallidos para alcanzar nuestras metas.
Todos hemos hecho alguna compra inadecuada, de la cual nos arrepentimos luego, o pasado la tarjeta de críédito más allá de lo conveniente. Tal vez hemos decidido depositar nuestro dinero en alguna opción de baja rentabilidad o incluso llegamos a perder.
Habría que recordar la vieja frase atribuida a Thomas Alva Edison, cuando se le cuestionó sobre las miles de fallas que había cometido y íél argumentó: "No he fracasado. Acabo de encontrar diez mil maneras que no funcionan".
Hay una moraleja importante, pues debemos de aprender de nuestros errores y en lugar de denostarlos, es dejar de caer en ellos, porque la crisis sucede cuando se repiten constantemente; el reto es corregir y hacer el firme propósito de evitarlos.
Creemos que los humanos somos superiores al resto de los seres vivos, pero reconozcamos que hay esquemas mentales en donde fallamos en la corrección y volvemos a utilizarlos, sabiendo de antemano que nos conducirá irremediablemente a una situación problemática.
Es así como se entra en comportamientos de consumismo excesivo, endeudamiento constante o arriesgar un patrimonio familiar en forma innecesaria.
Para alejarnos de los mismos tropezones y tener un aprendizaje, son necesarios dos elementos: objetivos claros y evaluación constante.
Por una parte, saber hacia dónde vamos, fijar metas de corto, mediano y largo plazos. Esto nos permitirá decidir en función de un plan establecido. Equivale literalmente a iluminar el camino y que nuestras acciones tengan un sentido.
El segundo elemento es un proceso de evaluación permanente de lo que hacemos. Analizar si las decisiones nos acercan, más o menos, a los objetivos previamente trazados. Tranquilamente, establecer quíé salió bien o mal, con el fin de repetir los aciertos y encontrar la corrección de los traspiíés, para impedir hacerlo nuevamente.
Desde esta óptica, es aceptar que eventualmente se fallará, pero que será poco probable el mismo desliz en el futuro, porque se aprendió de la experiencia.
Por eso se dice: "Experiencia no es lo que te pasa, sino lo que haces con lo que te pasa".
De hecho, esto mismo podemos aplicarlo en el ámbito familiar, incentivando a los hijos para tomar sus propias decisiones y experimenten ese fracaso "mínimo", que les hará precavidos para dejar de cometer errores "catastróficos" en el futuro.
Una buena reflexión sería asimilar las equivocaciones de los demás sin tener que pasar por la monserga de las consecuencias.
Recordemos, toda decisión tiene un nivel de riesgo y es prácticamente imposible siempre estar optando por lo mejor, pero en la medida que definamos objetivos y evaluemos los resultados, estoy seguro que redundará en una sabia acción.
De seguimiento...Para quienes son del tipo "hágalo usted mismo", ya es factible hacer un traspaso de una Afore a otra a travíés de la página de la Consar. El procedimiento es relativamente simple, siempre y cuando se tenga toda la información solicitada a la mano.
Pueden visitar
www.consar.gob.mx/principal/sar_en_linea.shtml y entrar a la opción de traspasos.
Entre mortales...Un lector comparte su disyuntiva de ayudar a su hermano ante una seria dificultad financiera. Le pidió simular la compra de su propia casa, de tal manera que adquiriera un críédito hipotecario sobre la propiedad para así utilizar el recurso "barato" y salir de su apuro.
Estos casos son más comunes de lo que parecen y la mayoría de las veces son el preámbulo a problemas mayores, pues si se está optando por ello es debido a que la persona deja de ser sujeta de críédito o de plano está ya abrumado por las deudas.
Circunstancias como ser incapaz de pagar la mensualidad de la hipoteca llevaría a tener una mala valuación en el buró de críédito, sin tener mayor culpa, o la posibilidad de un deceso inesperado de cualquiera de los dos podría meter en serios conflictos a las respectivas familias.
La mejor recomendación es no caer en esos trabucos financieros.
