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Autor Tema: La profecí­a de Voltaire…  (Leído 206 veces)

OCIN

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La profecí­a de Voltaire…
« en: Julio 14, 2012, 10:06:50 pm »
Por…   Axel Kaiser



El dinero papel, profetizó Voltaire, siempre termina retornando a su valor intrí­nseco: cero. Y efectivamente, casi no hay ejemplos de dinero papel en la historia económica mundial que no hayan terminado colapsando. Y es que el dinero, como observó y toda la escuela liberal clásica, solo puede surgir mediante un proceso de selección espontáneo entre quienes intercambian en el mercado. En esta lógica evolutiva, aquel comodity más apto para ser usado como dinero termina imponiíéndose por sobre los demás. Y el papel jamás fue seleccionado por el mercado.

Son los gobiernos, explicó Ludwig von Mises, los responsables de haber creado esa superstición según la cual el papel tiene el valor de dinero real. El oro y la plata en cambio, se erigieron en el mercado como medio de intercambio universal por reunir las siguientes caracterí­sticas: ser escasos, durables, divisibles, portables, homogíéneos y demandados por sí­ mismos. Fue de la plata y el oro, y no del papel, de donde derivó el dinero que conocemos hoy. Así­ por ejemplo, el dólar tiene su origen en las monedas de plata forjadas por un conde de Bohemia llamado Schlick en el valle de Joachimsthal. Las moneadas eran llamadas thaler de donde derivó el nombre dólar. Igualmente, la libra, el peso, el marco y el franco, hací­an referencia a unidades de metal precioso.

Como era de esperar, poco se demoraron los gobernantes en descubrir que el control del dinero era fundamental para incrementar su poder mediante la devaluación. Ya lo dirí­a Adam Smith en la La riqueza de las naciones: “En todos los paí­ses del mundo la avaricia e injusticia de prí­ncipes y estados soberanos, abusando de la confianza de sus súbditos, ha disminuido gradualmente la real cantidad de metales originalmente contenidos en sus monedas”.

Con el dinero papel este problema se agudizó al punto de que hoy se ha puesto en jaque la supervivencia misma del sistema monetario. A no dudarlo, lo que en realidad estamos presenciando con esta persistente crisis económica es la tortuosa agoní­a del experimento de dinero papel iniciado por los polí­ticos. No debemos olvidar que fue reciíén en 1971, cuando el presidente Nixon puso fin al padrón oro para poder financiar la guerra de Vietnam y los programas de bienestar de la Gran Sociedad por la ví­a inflacionaria, que el mundo entró completa y definitivamente a un estándar de dinero artificial. Sumado a un sistema de reserva fraccional que permite a los bancos multiplicar en forma de críédito por varias veces el dinero creado de la nada por la banca central, el dinero papel —hoy electrónico— ha llevado a una astronómica expansión del endeudamiento privado y público.

Para hacerse una idea sobre el problema veamos cómo están las potencias occidentales en tíérminos de deuda total como porcentaje del PIB: Reino Unido 500%, Japón 470%, España 360%, Francia 350%, Italia 330%, EE.UU. 290%, Alemania 270%, Australia 270% y Canadá 260%. (acKinsey & Co, 2012). Y esto es sin considerar el valor presente de las obligaciones sociales contraí­das por los polí­ticos para ganar elecciones y que ascienden a 434% del PIB en Europa (Gokhale 2009) y 700% del PIB en EE.UU. (US debt clock). Tampoco considera el volumen de derivados “over the counter” que se transan en el mundo, cuyo valor nominal se incrementó de 1 billón de dólares en 1986 a 600 billones de dólares en 2011 o diez veces el PIB mundial (Bank for International Setllements, 2011).

Si Voltaire tení­a razón, este mundo de riqueza artificial inevitablemente volverá a su valor intrí­nseco: cero. Y cuando eso ocurra, el sistema de dinero papel habrá sellado su fatal destino— el dólar ya ha perdido un 93% de su valor desde que se creara la Fed en 1913—. Solo el tiempo mostrará el costo que pagaremos en el proceso, pues como bien dijo Lenin, la mejor forma de destruir la sociedad capitalista es desbancando su moneda. Lo concreto es que si queremos retornar a la estabilidad económica y polí­tica no nos quedará más que rescatar al joven Alan Greenspan, quien en 1966 afirmara: “el patrón oro…es el protector de la estabilidad económica y del crecimiento equilibrado” (Gold and Economic Freedom).

Suerte en sus vidas…


•... “Todo el mundo quiere lo máximo, yo quiero lo mínimo, poder correr todos los días”...
 Pero nunca te saltes tus reglas. Nunca pierdas la disciplina. Nunca dejes ni tus operaciones, ni tu destino, ni las decisiones importantes de tu vida al azar, a la mera casualidad...