Por... HERNíN GONZíLEZ RODRíGUEZ
Como es sabido, el Partido Socialista de Francia, PS, llevó a la presidencia al señor Hollande, gracias a su plataforma populista basada en reducir las deudas de su país y estimular a la par el crecimiento económico para crear empleos.
Estas dos metas resultan ser incompatibles por regla general. Para lograrlas propone íél aumentar los impuestos sobre la renta, los dividendos, la energía elíéctrica y hasta un impuesto sobre las ventas o al valor agregado, a pesar del impacto negativo de este sobre el consumo.
Como si lo anterior no fuera causa suficiente de temor, apoyado de nuevo por unas mayorías de votantes de origen islamista, “Eurabia†obtuvo una arrolladora victoria en las elecciones parlamentarias, la cual depositó en sus manos el control total del gobierno francíés, porque ni siquiera tendrá que realizar coaliciones para tomar decisiones.
Los observadores extranjeros consideran que con estos fatales triunfos se le apuntó Francia a la rifa de ser la próxima víctima de la crisis europea y muy seguramente resultará favorecida como consecuencia de las políticas regresivas que lo llevaron al poder. Sin embargo, tan vasto poder, en manos de un gobierno clarividente, bien podría facilitar las soluciones, aun cuando su electorado se sienta engañado de momento.
La revista Fortune nos informa que los problemas que enfrentan los socialistas franceses en 2012 son monumentales. Existe un desempleo del 10%. Un crecimiento del PIB del cero por ciento. Un presupuesto con 5% más de gastos que de ingresos. Una cuantiosa deuda del
Gobierno del 90% del PIB francíés. Y más grave aún, una deuda a los bancos franceses de otro 90% del PIB, la cual proviene de príéstamos de estos bancos a otros gobiernos de la eurozona y a los consumidores. El paquete de estímulos que requiere Francia bordea los
120.000 millones de dólares de nueva deuda para aliviar la deuda vieja.
Al sopesar estas cifras, no resulta injusto aceptar que a la deuda francesa le hayan negado las agencias evaluadoras de riesgos su calificación de triple A. Que destacados financistas de todo el mundo consideren hoy la desorientada Francia como una bomba de tiempo.
La prensa superficial consideró que en la reunión reciente, la n.° 19 de los 17 jefes de Estado de la eurozona, en Bruselas, para salvar a Europa, había triunfado la coalición Hollande con el presidente italiano, señor Mario Monti. Nada más equivocado. Triunfó la presidenta de Alemania, íngela Merkel.
La señora Merkel les sepultó la idea de los eurobonos, así como la de permitir que el Fondo de Estabilidad Europeo les comprara bonos a los países endeudados y a sus bancos en dificultades sin condiciones. Y vayan condiciones las que les puso. Las recapitalizaciones no se realizarán mientras el Banco Central Europeo no pueda auditar el monto de las deudas y de los díéficits en la eurozona. Esta entidad supranacional estará bajo el control de Alemania, naturalmente. Mejor dicho: primero la unión política que la unión de las deudas.