Por... BEATRIZ DE MAJO
Más grave que la muerte de Fidel Castro para Cuba es la eventual desaparición de Hugo Chávez del panorama político venezolano. De allí que en la isla estíén avanzando, a paso acelerado, en anudar lazos con los chinos. No hay mucho, pues, que especular sobre los verdaderos motivos del reciente viaje de Raúl Castro a Pekin, donde departió con Xi Jinpin, próximo Secretario General del Partido Comunista de China y quien en marzo de 2013 asumirá la presidencia del país.
El diciembre pasado, el sucesor de Fidel tambiíén estuvo allí para examinar el avance de sus relaciones mutuas y antes, en 1997 y 2005, tambiíén se hizo presente para estudiar el proceso chino de apertura económica. Es cierto que el programa puesto en marcha por Castro para modernizar su modelo económico calca elementos del capitalismo de Estado imperante en China. La prensa china reseñó el encuentro como una ocasión para tender puentes de cooperación entre La Habana y Pekín, segundo socio comercial de la isla tras Venezuela.
Cuba fue, en 1960, el primer país latinoamericano en establecer lazos diplomáticos con el ríégimen chino. Desde entonces estos se han fortalecido en la medida en que el gigante asiático ha decidido poner un pie firme en Latinoamíérica, aumentando su presencia comercial e inversora. De hecho, el comercio bilateral se ha triplicado desde 2004 para alcanzar unos 2.000 millones de dólares, dentro de unos intercambios netamente favorables al lado chino de la ecuación.
Nada de aquello es comparable a la fenomenal cifra de “negocios†que se transa entre Cuba y la Venezuela comunista, una relación solo calificable como parasitaria. Sin entrar en detalles sobre las distintas formas que reviste la “ayuda†venezolana que va desde el aporte de petróleo subsidiado a precios y condiciones preferenciales para uso propio y para la reventa, pasando por la construcción de una refinería y un cable de fibra óptica para telecomunicaciones, construcción de viviendas, pago de servicios míédicos a la isla y entrenamiento deportivo, etc., cada uno de los últimos años los venezolanos han visto salir con destino a la isla una suma que supera los 10.000 millones de dólares.
Es claro, pues, aunque nadie lo verbalice ni en Cuba ni en China, que lo que busca el país antillano con estos acercamientos estratíégicos no es sino una alternativa concreta y cada vez más urgente a la dependencia económica cubana del ríégimen chavista, en el momento en que hay chances de una alternancia política y dentro de un escenario, además, de menores precios petroleros.
La atroz crisis económica que la perla caribeña padece desde los años 90 ha sido aliviada en vital forma porque la estrechísima relación doctrinaria que los cubanos sabiamente han explotado con la Revolución Bolivariana se ha traducido en una importantísima transferencia de recursos y en un beneficio económico estratíégico para los cubanos.
Ni el panorama económico ni el político en Venezuela juegan a favor del mantenimiento de estas relaciones preferidas. Le ha llegado la hora a Cuba de conseguir un par de nuevas muletas.