Por... Richard W. Rahn
La crisis financiera y de la deuda a nivel mundial puede, a veces, ser mejor comprendida si observamos la pequeña nación que está sufriendo de las mismas enfermedades que los países grandes. La pequeña nación centroamericana y caribeña de Belice es, de muchas maneras, un microcosmo de Europa y EE.UU. ya que su deuda ha crecido a un nivel al que ya no puede ser honrada sin hacerle un gran daño al resto de la economía.
Tambiíén, las cortes en Belice, como las que hay en EE.UU., tienen demasiada deferencia con el Estado, lo cual está socavando las libertades civiles, el Estado de Derecho y los derechos de propiedad. Demasiados jueces ceden ante las presiones de las otras ramas políticas del Estado.
Estoy aquí en Belice para discutir con los representantes del gobierno y de la comunidad empresarial acerca de los cambios en las políticas públicas que deberían conducir a tasas más altas de crecimiento económico. Belice tiene aproximadamente el tamaño de West Virginia pero tiene una población de solamente 330.000 personas. El presupuesto está en los millones, en lugar de estar en los miles de millones o billones, así que uno todavía puede tener una sensación de cuánto se está gastando y en quíé.
El 29 de junio, el Primer Ministro beliceño Dean Barrow presentó la nueva propuesta de presupuesto, la cual —como los presupuestos en EE.UU., muchos países europeos y otras partes— muestra una relación deuda a Producto Interno Bruto (PIB) acercándose al 100 por ciento. En Belice, el servicio de la deuda es casi del tamaño del díéficit esperado. Tambiíén, el costo del servicio de su deuda, como en España e Italia, es mucho más alto que en EE.UU. El dólar estadounidense, por el momento, todavía es la moneda de reserva mundial y es vista como menos riesgosa que muchas otras monedas. Por lo tanto, muchos gobiernos extranjeros, instituciones e individuos todavía están dispuestos a tener dólares, lo que mantiene bajas las tasas de interíés de EE.UU.
Asuma que usted es el primer ministro de Belice. ¿Quíé haría, sabiendo que se está acercando a un precipicio fiscal dentro del próximo par de meses? Será difícil prestar más dinero para compensar el díéficit esperado porque es obvio para todos que es poco probable que el país pueda pagar ese príéstamo. De manera que cualquier dinero adicional que preste de fuentes privadas tendrá tasas de interíés muy altas.
Podría tratar de reducir el gasto, pero esto requeriría un recorte de hasta un 15 por ciento. A cualquier gobierno se le dificulta hacer verdaderos recortes de gasto, particularmente en una democracia donde se tiene una mayoría muy frágil, como la tiene el partido gobernante en Belice.
Podría declarar un default sobre el pago de intereses a sus acreedores privados. Esta opción podría comprarle un año de tiempo, pero ahuyentará a los inversores extranjeros, hará más difícil y costoso el realizar príéstamos en el futuro, y pondrá a su gobierno en riesgo de confiscación de activos que se encuentren fuera del país, además de otros efectos secundarios desagradables, como precios de propiedades en declive.
Usted podría tratar de negociar con sus acreedores extranjeros existentes para mejorar los tíérminos —bajar las tasas de interíés, extender los plazos de vencimiento, o una reducción en el monto de los príéstamos. Los acreedores, por supuesto, querrán algo a cambio por conceder cualquiera de estas medidas. ¿Quíé está dispuesto a darles?
Esto nos lleva a la última opción, la opción del crecimiento alto. Belice, como EE.UU., ha venido creciendo apenas a un 2 por ciento anual. Un país en su etapa de desarrollo debería estar creciendo al 7 o 10 por ciento anual o incluso más. Como la gran mayoría de países, Belice ha creado muchas políticas regulatorias, tributarias y comerciales, y procedimientos, todos innecesarios, que impiden el crecimiento. Tambiíén ha hecho muchas cosas que han tenido el efecto de impedir de manera importante la inversión extranjera (EE.UU. está haciendo lo mismo con muchas de sus nuevas regulaciones tributarias internacionales).
Belice debería embarcarse inmediatamente en un programa de reforma económica, con el objetivo de lograr un crecimiento real de 10 por ciento anual. Esto podría lograrse removiendo los impedimentos regulatorios innecesarios, implementando reformas pro-crecimiento en las áreas tributaria y de comercio, además reformando el banco central y el sistema judicial. Las industrias nacionalizadas recientemente podrían ser reprivatizadas, lo que, si se hace correctamente, podría remover una importante obligación contingente. El gobierno podría proveer permisos para ciudades libres o con estatus especiales, como lo ha hecho el país vecino de Honduras, para que estas funcionen como proyectos de demostración y motores de crecimiento económico.
Los acreedores le darían la bienvenida a un plan de privatización pro-crecimiento y por lo tanto estarían dispuestos a dar mejor tíérminos para el pago de la deuda puesto que comprenden que el crecimiento alto conduce a un incremento rápido en la recaudación de impuestos y otros ingresos, lo que reducirá en gran medida los problemas de la deuda.
Un consejo para los políticos estadounidenses: La misma fórmula tambiíén funciona para los países desarrollados, como Ronald Reagan y Margaret Thatcher lo demostraron hace una generación.