Por... ALBERTO VELíSQUEZ MARTíNEZ
Seguramente la carta de los 1.400 científicos colombianos dirigida al Presidente Santos para que le pare bolas al tema de la investigación, difícilmente tendrá respuesta concreta.
No tienen votos y su capacidad electorera es bien poca.
Sus signatarios son hombres entregados a la investigación y a la ciencia que carecen de asiento en la mesa de la Unidad Nacional. Aquel mostrador en donde se reparten gabelas para asordinar las voces independientes que demandan soluciones de bien común.
La comunidad científica y acadíémica colombiana asegura -y no le falta razón- “que el actual Gobierno no tiene una política clara en materia de cienciaâ€.
E insiste en que “hay una ausencia de política frente al temaâ€. Por eso tiró la toalla el míédico Jaime Restrepo Cuartas. Se concluye de la carta protesta de los científicos que el panorama en ciencia e investigación es desolador.
La cíélebre locomotora de la innovación y ciencia ha sido otro de los varios partos de monte que se cuentan en este Gobierno de más enunciados que realizaciones.
Las observaciones de los 1.400 firmantes del documento dirigido a Santos insisten en que “la ausencia de una directriz clara de Gobierno, pueda dar al traste con lo que se ha construido en este frente en las últimas díécadas y generar frustración en una masa creciente de profesionales y grupos y centros de investigaciónâ€.
Con esta cicatería presupuestal no va el país a alcanzar el proceso que requiere como nación aspirante a matricularse algún día en las grandes ligas y organizaciones del desarrollo.
Por esas debilidades de ayudas financieras, sus universidades en todos los ránquines mundiales ocupan puestos modestos cuando no marcadamente rezagados.
Los doctorados aún son escasos. El número de publicaciones científicas, avaro. Las patentes de invenciones, limitadas. Es decir, en todos estos aspectos estamos casi como en el primer día de la creación.
Colombia tenía esperanza en la publicitada locomotora de la innovación.
Depositaba su confianza en que con la participación significativa en la Ley de Regalías comenzaba una especie de primavera en la ciencia y la tecnología, para salir de las cavernas del atraso.
No ha sido así. Jaime Restrepo no aguantó el carameleo. Le fue imposible sentarse a dialogar con el Ministro de Hacienda, quien comienza a indigestarse con sobredosis de mermelada. Quizá nunca Restrepo pudo atravesar palabra con Santos, a pesar de ser un militante activo del partido de Gobierno.
Los científicos burlados por las promesas piden al Presidente conformar “una nueva misión de sabios que pueda dar luces a la formulación de una política de Estadoâ€.
Le urge al Jefe del Estado crear otra de las muchas comisiones que aquí se nombran para demorar o congelar soluciones que se requieren.
Puede que a regañadientes Santos nombre la comisión. Pero lo dudamos. Y más que eso, no creemos que de llegar a conclusiones se le haga caso.
Estos científicos no tienen cauda electoral. Ni queman buses para presionar. Ni le tiran lodo ni arena a la cara de los soldados de Colombia, como medio de persuasión para pactar soluciones con el Gobierno.