Por... BEATRIZ DE MAJO
El advenimiento de una política económica más liberal en China ha derivado en importantes ventajas para el país pero tambiíén ha comportado distorsiones de envergadura. Algunos analistas domíésticos sostienen que la corrupción rampante en los círculos del poder tiene su origen precisamente en la occidentalización china y en la adopción del modelo de desarrollo liberal y progresista.
Un hecho incontestable es que la inequidad en China es muy superior a la de cualquier economía grande del planeta y que buena parte de la riqueza que está generando el país se está concentrando en las manos de pocas familias. Pero es que cada día se hace más evidente que son justamente los círculos cercanos a los más poderosos políticos los que exhiben holgadísimas posiciones económicas.
Lo que ocurre es que en la última díécada se ha impuesto una absoluta lenidad en la aplicación de reglas y normas de probidad que sí son exigidas taxativamente al resto de la sociedad y la administración correcta del poder se ha vuelto una disciplina difícil de introducir cuando la rendición de cuentas no es una práctica corriente .
Un reciente evento que involucró estas formas de distorsión del poder -tráfico de influencia, enriquecimiento ilícito, falta de independencia judicial y violación de derechos humanos- puso de bulto frente al público la preocupación creciente en los círculos altos de manejo del Estado y del Partido Comunista por el afianzamiento subterráneo de la corrupción. Bo Xilai, quien ocupaba el rango 25 en la jerarquía partidista fue objeto de separación de sus responsabilidades y castigo inmediato por hechos inconfesables. Este evento ejemplarizante se puede constituir o bien en el punto de partida para una vigilancia oficial estricta de la honestidad y la corrección, o bien en una terrible purga donde, de nuevo, los límites estíén solo entre las manos de las altas esferas jerárquicas.
El primero en generar fuertes críticas de la prensa extranjera en este terreno es el propio Wen Jiabao. “El Abueloâ€, como se le conoce comúnmente al Premier, hace esfuerzos denodados por no aparecer en público con sus familiares cercanos y en exhibir mesura en lo económico, pero ello no se da de la mano con las actividades de negocios en extremo lucrativos que tanto su esposa como su hijo Winston desarrollan sin pudor alguno. Internamente del tema se habla poco de manera de no atraer la atención sobre los bienes de alrededor de 100 familias ligadas al PC que podrían ser objeto de serias investigaciones.
En todo caso, los privilegios que rodean a las íélites políticas en cualquier lugar del planeta no han podido ser controlados tampoco en la China del tercer milenio.
Mientras las vidas personales, los negocios y los activos de los responsables del poder no sean objeto de una severa disciplina ligada a la rectitud, China verá estos desafueros crecer en sus entrañas sin control… sin que ello tenga nada que ver con una supuesta perversión de la economía que cada día -es cierto- se inclina más a lo occidental.