Por... RODRIGO BOTERO MONTOYA
Jean Monnet asociaba la civilización con el respeto a las normas y a los procedimientos.
La forma como Cristina Kirchner, Dilma Rouseff y Josíé Mujica decidieron incorporar a Venezuela a Mercosur no cumple con ese criterio.
Al acordar en un desayuno en Mendoza meter a Venezuela al grupo por la ventana o por la puerta trasera, los dirigentes mencionados pusieron de presente que, en Mercosur, el presidencialismo discrecional prevalece sobre el ordenamiento institucional.
El Tratado de Asunción, constitutivo del mencionado organismo regional, establece que el ingreso de un nuevo participante requiere el voto unánime de todos los países miembros.
Paraguay, país que se opone al ingreso de Venezuela, sigue siendo miembro de Mercosur, aunque su gobierno haya sido suspendido temporalmente, hasta que se celebren nuevas elecciones.
Lo ocurrido ha generado controversia al interior de los países miembros.
Danilo Astori, Vicepresidente de Uruguay y responsable del equipo económico gubernamental, manifestó su desacuerdo con aceptar a Venezuela sin la aprobación del Congreso paraguayo, algo que calificó como la herida institucional más grave sufrida por Mercosur en su historia. “… Ahora, la única institucional válida no es la de los tratados...†“Ahora dependemos de las decisiones de los presidentes de los países...†“.. . No se puede, no se debe avasallar la ley por la política...â€.
A su turno, Rubens Barbosa, presidente del Consejo de Comercio Exterior de la Federación de Industrias del Estado de Sao Paulo declaró: “Es equivocado aprobar la entrada de Venezuela si Paraguay está sólo suspendido... Esto viola el tratadoâ€.
El triunfo de la discrecionalidad presidencial deja ganadores y perdedores. A la cabeza del primer grupo se encuentra Cristina Kirchner, quien logra proyectar al exterior su voluntarismo autoritario. Además, adquiere un aliado al interior de Mercosur con el ingreso del ríégimen bolivariano, cuyo sistema centralista de capitalismo de Estado y economía de controles está imitando. Es un triunfo de la ventaja política de corto plazo, a expensas del crecimiento futuro y del interíés general de la Argentina.
El principal perdedor es Uruguay, no obstante las razones de conveniencia coyuntural invocadas por Mujica.
Sentado el precedente de que la voluntad de los países grandes prevalece sobre la legalidad, Uruguay se desprende de la principal protección que les ofrece a los países pequeños la institucionalidad negociada en Mercosur.
Otro triunfador es el ideólogo radical Marco Aurelio García, asesor internacional de Dilma Rouseff. No es claro que Brasil se beneficie asociándose con el Socialismo del Siglo XXI.
Se consolidan de esta manera dos agrupaciones regionales en Amíérica Latina con orientaciones económicas distintas: Mercosur y la Alianza del Pacífico integrada por Míéxico, Colombia, Chile y Perú.
Por ahora, varios de los gobiernos integrantes de Mercosur tienen motivos para regocijarse con su nueva conquista.
Está por comprobarse la forma como va a contribuir el ríégimen chavista al prestigio internacional del grupo o a su imagen ante la comunidad inversionista.
Tal como sucede con ciertos matrimonios contraídos a la carrera, las partes interesadas tendrán amplio tiempo para arrepentirse de su apresuramiento.