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Autor Tema: La glándula pineal, cada dí­a más interesante  (Leído 492 veces)

Scientia

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La glándula pineal, cada dí­a más interesante
« en: Agosto 19, 2012, 05:38:50 pm »
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La glándula pineal, cada dí­a más interesante
R.G.V.

La glándula pineal, o epí­fisis, es un órgano atrofiado del tamaño de un piñón situado justo en el centro geomíétrico de nuestro encíéfalo. Hasta hace poco se la consideraba un residuo procedente de fases anteriores de nuestra evolución, un vestigio sin utilidades importantes en nuestra actual fase evolutiva. Sin embargo, los últimos descubrimientos cientí­ficos, unidos al cada dí­a más popular asunto de lo ultradimensional, la han puesto de moda.

Hoy sabemos que su misión biológica es la secreción interna de melatonina, hormona cuya cantidad disminuye con la edad y que está relacionada con la regulación de los ciclos de vigilia y sueño (ritmos circadianos) y con los procesos de la pubertad, además de ser un poderoso antioxidante y participante en la apoptosis de cíélulas cancerosas en el timo.

Es una glándula fotosensible, es decir, responde a las variaciones de luz que se dan a nuestro alrededor. De esta manera, se activa en la oscuridad para segregar melatonina, la cual nos induce a un estado de calma e introspección.

De todos es sabido que la circulación de hormonas por nuestro organismo provoca una serie de emociones y sensaciones concretas. Las sustancias endorfinas segregadas por la glándula pineal nos ayudan a entrar en un estado de conciencia más í­ntimo provocado por la sensación de tranquilidad que aporta la melatonina.

Esta segregación de endorfinas permite disminuir y relajar los sentidos, lo que se refleja en el cuerpo mediante una reducción del glucógeno en la sangre, induciíéndonos al sueño y llevándonos a un estado de duermevela. Al ser íéste un estado en el que la actividad cerebral está bajo mí­nimos, reduce las interferencias del mundo externo y la concentración sobre uno mismo es superior. Esto, a nivel práctico, nos permite distanciarnos de los problemas y observarlos con una nueva perspectiva, por lo que la mayorí­a de nosotros lo aprovechamos para reflexionar y repasar los acontecimientos cotidianos, encontrando a veces respuestas y soluciones que sin esa calma y concentración nos resultarí­an difí­ciles de intuir.

Más allá de su capacidad fotosensible, los últimos estudios cientí­ficos insisten en que la glándula pineal es tambiíén un magnetorreceptor, es decir, resulta sensible a los campos magníéticos y transforma sus ondas en estí­mulos neuroquí­micos.

El profesor Josíé Luis Bardasano, de la Universidad de Alcalá de Henares, es uno de los mayores especialistas en temas relacionados con bioelectromagnetismo. En su ponencia “Electromagnetismo, glándula pineal y salud pública” nos dice que

En el organismo existen dos sistemas de comunicación: el de base quí­mica y el de base elíéctrica. En el primero (sistema endocrino), las señales de información (mensajes) son las hormonas que se transmiten a travíés de canales de información: vasos sanguí­neos, vasos linfáticos, canal neural, etc. alcanzando los órganos diana o efectores. En el segundo (sistema nervioso) las señales son electromagníéticas y poseen una red de distribución con centros y ”subestaciones” que asienta sobre las cíélulas neuronales (neuronas) alcanzando los músculos, corazón, glándulas, etc.. í‰stos dos sistemas han evolucionado paralelamente y colaboran mutuamente desde sus orí­genes en perfecta armoní­a cronobiológica (la cronobiologí­a es la ciencia que estudia los ritmos). Los ritmos y ciclos que en estos dos sistemas se suceden están coordinados por la “glándula pineal”.
Para el profesor Bardasano, la luz es el temporizador o sincronizador principal de los ciclos vitales, mientras que los campos electromagníéticos constituyen el sincronizador adicional. Los estudios realizados han llevado a concluir que las alteraciones electromagníéticas, al igual que lo hace la luz, interrumpen el proceso de secreción de melatonina. Una exposición continuada y la consiguiente reducción de actividad en la glándula pineal provoca casos habituales de fatiga,estríés, trastornos del humor, trastornos del sueño, rendimiento profesional disminuido, depresión e incluso riesgos de padecer cánceres como el de mama.

Según Bardasano, no sólo hemos de tener cuidado con las alteraciones provocadas por los campos electromagníéticos artificiales (antenas, telefoní­a, radares, etc.), sino tambiíén con las variaciones de los campos magníéticos naturales, como pueden ser las provocadas por fuertes tormentas solares. Así­, la glándula pineal serí­a receptiva no sólo a las ondas emanadas del campo geomagníético, sino a otras tan importantes como la resonancia Schumman, las micropulsaciones de origen cósmico y cualquier campo ELF o de baja frecuencia en general.

Desde un punto de vista espiritual, las doctrinas esotíéricas de Oriente se refieren desde hace milenios a la glándula pineal como un tercer ojo capaz de hacer consciente la realidad espiritual del ser humano, el punto de unión entre el mundo fí­sico y las dimensiones superiores del universo. Precisamente por esa situación de introspección que nos proporcionan los estados de duermevela o semivigilia a los que hací­amos referencia, íéstos se hacen altamente apropiados para conectarnos con el mundo inconsciente, ya sean nuestros propios recuerdos, la memoria colectiva y quiíén sabe cuantas posibilidades más que sólo el entrenamiento nos permitirí­a descubrir.

La segregación de melatonina se reduce drásticamente a partir de los siete años de edad, perí­odo en el que tambiíén tienen lugar otra serie de cambios en la estructura cerebral. Este hecho ha llevado a muchos a interesarse por la posible vinculación entre tales cambios y las capacidades psí­quicas de muchos niños de menor edad, entre ellas la del controvertido fenómeno de los “amigos imaginarios”. Siguiendo con estos asuntos, el profesor Sergio Felipe de Oliveira, neurocientí­fico de la Universidad de Sao Paulo, lleva años investigando casos de tipo extrasensorial y de clarividencia. Según íél, las capacidades mediúmnicas estarí­an relacionadas con la presencia de mayor o menor cantidad de cristales de hidroxiapatita en la epí­fisis.

Sea como fuere, parece claro que mediante la disciplina y la práctica contí­nua, la activación de la glándula pineal se convierte en el camino para acceder a experiencias que nos hacen darle otro sentido a la vida y darnos cuenta de que no todo se mueve bajo las reglas de lo material y lo lógico, sino que hay otros mundos tan reales o más que el que alimentamos contí­nuamente.

Y si no queremos ir tan lejos, tampoco parece poca recompensa el poder acabar con el estríés diario, evitar problemas cardiovasculares y obtener cierta serenidad para ver las cosas desde una perspectiva más positiva, todo lo cual nos lleva a establecer con los demás relaciones más armónicas y sensibles que mejoran sobremanera nuestra calidad de vida. De cada cual depende el uso que le quiera dar y hasta dónde quiera llegar en el intento.