Por… BEATRIZ DE MAJO
La mayor comunidad de usuarios de internet del planeta se encuentra en China y en China tambiíén se encuentra la mayor estructura de censura sobre las redes digitales que haya ideado el ser humano.
Solo que la rebeldía en contra de este monitoreo se ha apoderado de la ciudadanía y cada día se consolida más una red capaz de inclinar inesperadamente el balance del poder en el país.
Las autoridades, para contrarrestarlo, han ideado formas novedosas de censura inteligente para contener el daño que pudiera orquestarse en contra del ríégimen de Beijing desde los centenares de millones de microblogs.
Los microblogs propiedad de chinos que actúan baja la máscara de un pseudónimo, para protegerse de sanciones, se han constituido en una plataforma ideal para ejercer la crítica gubernamental en un país en donde la disidencia es considerado un vicio social.
Estos son el medio ideal para organizar protestas y para ejercer una sofisticada forma de activismo de la información. Si el país cuenta con 500 millones de internautas los “microbloguistas†suman 200 millones, todos ellos agentes activos de las redes.
Facebook, Twiter y You Tube hace rato que fueron desactivados oficialmente, pero apenas un mes más tarde, plataformas de interacción similares ocuparon un espacio para captar a todos aquellos que habían perdido, compulsivamente, su identidad digital.
Así nacieron Weibo, equivalente a Twitter, Youku y Toudu, equivalentes a YouTube, Baidu, equivalente a Google, Renren, equivalente a Facebook y plataformas legales de textos e imágenes que están siendo monitoreadas y que están actuando como un lugar de encuentro para el debate público o como centros sociales de información.
Weibo, por ejemplo, se volvió el centro de la protesta colectiva en contra del gobierno cuando en julio de 2011 se produjo un choque de trenes de alta velocidad en Wenzhou cuya responsabilidad la oficialidad intentó esquivar.
Los esfuerzos de Weibo por contener la disidencia que se generó de parte de sus usuarios, una obligación impuesta por el gobierno a los manejadores de la plataforma, fueron superados por la masividad de la reacción colectiva.
La Gran Muralla ciberníética se ha levantado es a travíés de la imposición de la ubicación de los servidores en la capital.
Desde Beijing los contenidos pueden ser monitoreados, se analizan políticamente, se organizan registros y bases de datos inteligentes, todo lo cual puede ejercer alguna suerte de presión liviana sobre el ánimo de la protesta o del desacuerdo.
Impedir la interactividad y la socialización a travíés de las redes no es una opción ni segura ni inteligente para los gobernantes.
En el medio oficial existe conciencia de lo imperioso de la necesidad de la comunicación en la era actual y la continua clonación de las redes occidentales por parte de los tecnólogos chinos no es sino una muestra de la relevancia que esto tiene para los ciudadanos de esa parte del mundo.
El costo sería en extremo elevado si esa válvula de escape no existiera: 200 millones de microblogueros activos son equivalentes a la población entera de los Estados Unidos.
Suerte en su vida…