Juan Luis Cebrián, flamante presidente ejecutivo del Grupo Prisa, es hombre de palabra. Asomaba el mes de julio y avanzaba sus intenciones a los accionistas: “La disminución de la actividad y las nuevas tecnologías harán inevitable la reestructuración de algunas plantillas. La implementación de esta política no se ha puesto en marcha aún (…) a la espera de la nueva legislación laboralâ€. Dicho y hecho. La empresa convocaba el lunes a representantes sindicales del diario económico Cinco Días o de su sección de revistas. Entre otros. Más de 130 profesionales se unirán a los 2.000 que ya han dejado la casa en tres años de ajustes.
“La inquietud lógica es si Prisa no está perdiendo demasiado potencial de negocio y comprometiendo la calidad de sus productos o su capacidad para producirlosâ€, se planteaba un analista del sector tras conocer los nuevos recortes. Y es que la fuga de talento es un riesgo real. La planteada reducción de una treintena de trabajadores del diario salmón, casi la mitad de la plantilla, deja al rotativo bajo mínimos y con la sensación de inminente de cierre por derribo. Tanto o más simbólico, esta semana se conocía la salida del grupo del director adjunto de El País, Gumersindo Lafuente, fichado hace tres años para revolucionar la web del buque insignia de Prisa. Hace meses que su margen de maniobra parecía estrecho entre Kamal Bherwani, máximo responsable del área digital, y Rosalía Lloret, directora de desarrollo digital.
El afán de reducción de costes no afecta sólo a personas: no garantiza siquiera la continuidad de departamentos a priori estratíégicos. A los sobresaltos que periódicamente viven las principales cabeceras del grupo se ha sumado en estos días el desconcierto en direcciones clave, como las de seguridad. No en vano, sus profesionales estarán entre los afectados por la reducción de una veintena de empleos en el área corporativa. “Se desmantela totalmente el sistema de seguridad. Tanto la física, que contaba con unos cinco o seis empleados, como la informática, con otros cinco trabajadores. Se ha dado la orden de salida para ellos y ahora se están negociando las condiciones del ERE, aunque la empresa ya ha dejado claro que serán 20 días por añoâ€, aseguran fuentes conocedoras de la situación.
Prisa conservó la seguridad informática en el core corporativo cuando externalizó toda la tecnología a Indra tras el acuerdo alcanzado a finales de 2009. La compañía que preside Javier Monzón se convertía en socio tecnológico de la firma de los Polanco y obtenía un contrato de 260 millones de euros por siete años. Ahora falta por ver cómo se articula la nueva situación. “No debería ser un problema. En otras empresas las propias direcciones de tecnología tienen su propia seguridad para que no haya fugas de informaciónâ€, exponen estas fuentes. La cuestión no es baladí. Sin ir más lejos, Unidad Editorial denunciaba a principios de año un ataque informático que provocó la caída de los servidores de El Mundo, Marca y Expansión.
Más de 95 millones en indemnizaciones
Los anuncios de septiembre -que supondrán tambiíén la salida de personal en la comercializadora de publicidad Prisa Brand Solutions (PBS)- marcan una nueva fase de despidos low cost en el proceso de reducción de costes y adelgazamiento de la plantilla que la empresa comenzó en 2009 con el llamado Plan de Eficiencia Operativa. El programa ha supuesto el desembolso de 95 millones en las indemnizaciones de más de 2.000 personas y la firma calcula que implica ahorros de 70 millones anuales. La compañía guarda por ahora en un cajón el ERE para El País, que insinuó a finales de abril y que paralizó la contundente reacción de los trabajadores, que obligaron a intervenir al propio Cebrián.
El presidente ejecutivo ya dejó claro durante la Junta General de Accionistas de la compañía celebrada en junio que no sólo habría más despidos en los próximos meses, sino que todos los activos de la sociedad estaban en venta. “Tenemos a punto un análisis sobre los eventuales precios y condiciones fiscales, así como los potenciales compradores, que podrían justificar la venta de cualquiera de nuestros activosâ€, aseguró Cebrián. Y remataba: “Llevaremos a cabo operaciones de este gíénero en el menor plazo posible (…) Hemos llegado a acuerdos que suponen el cierre o cesión de numerosas plantas de impresión y estamos negociando desprendernos de actividades de considerable tamañoâ€.
La compañía registraba hasta junio unas píérdidas de 61,1 millones de euros y una deuda neta superior a 3.370 millones. Todo tras la entrada de Telefónica y sus principales bancos acreedores en el capital. El agujero no ha sido óbice para que los principales ejecutivos de la casa recibieran en julio una lluvia de acciones en atención al plan de retribuciones de la empresa. Según los datos remitidos a la CNMV, el ya consejero delegado, Fernando Abril-Martorell, percibió el de mayor envergadura. Se embolsó 1.065.211 títulos, valorados en unos 900.000 euros.