Angela Merkel fue ayer la invitada de honor en Madrid. La canciller presidió la cumbre empresarial hispano-alemana junto a su homólogo español, Mariano Rajoy, que ejerció de complaciente anfitrión. Junto a ellos, a lo largo de todo el día, buena parte de la íélite empresarial de ambos países, sobre todo los máximos ejecutivos de compañías con intereses comerciales cruzados entre España y Alemania, que durante todo el encuentro expusieron sus impresiones y opiniones sobre la situación de crisis y los retos que deben afrontar las economías de ambos países para salir adelante.
“La delegación de empresarios alemanes que se desplazó era de primer nivelâ€, asegura uno de los españoles presentes en el encuentro. “Participamos en paneles sectoriales, con turnos de intervención alternos de siete minutos, en los que españoles y alemanes explicamos nuestras experiencias empresariales en cada paísâ€. Firmas industriales españolas como Seat, Abengoa, Gestamp o Isofotón, además de las grandes multinacionales de la energía, banca y telecomunicaciones, tomaron la palabra para dar a conocer sus virtudes empresariales y detallar sus experiencias en el mercado alemán.
A pesar del escepticismo inicial ante el desarrollo del encuentro, en el que curiosamente no participaron bancos alemanes, la percepción de los empresarios teutones fue variando poco a poco. “Venían muy fríos, pero creo que se han marchado mucho más comprometidos y sensibilizadosâ€, asegura otro de los representantes españoles presentes en el acto. Como se encargó de destacar la propia Merkel, la líder conservadora subrayó que "no he venido a decir quíé reformas se tienen que hacer en España o no, tengo plena confianza en el Gobierno español, estoy impresionada con las medidas que está tomando".
Si Rajoy necesitaba un espaldarazo público, la visita de Merkel ha escenificó a la perfección ese cometido. De puertas adentro, sin embargo, la delegación alemana dejó claro que no pueden "pagar toda la fiestaâ€. Para corresponder a su natural resistencia, la comitiva alemana explicó que necesitan argumentos para justificar el compromiso con el proyecto español. Para ello, ofrecieron algunos ejemplos de su experiencia reciente, como el de la recuperación de la figura de los aprendices, cuando Alemania afrontó distintas medidas de ajuste económico bajo el último mandato del socialdemócrata Gerhard Schroder.
Los españoles recogieron el guante de las sugerencias, pero a cambio reclamaron una solución de urgencia para el grave problema de ausencia de financiación, situación que crea unas desventajas competitivas inasumibles entre compañías similares de ambos países, del que salen claramente perjudicadas las empresas españolas frente a las alemanas. "Parte del dinero que se va en el spread financiero es el que no se dedica a I+D+I", recuerdan desde una tecnológica, mientas que otros países (emergentes) están aprovechándose de esta falta de verdadero trabajo conjunto entre compañías europeas.
Con la oferta de colaboración conjunta sobre la mesa, no fue hasta despuíés del almuerzo cuando algunos de los directivos con más cachíé tomaron la palabra. Mientras que del lado alemán intervinieron los presidentes de Siemens, Daimler y Bayer, por el flanco español lo hicieron los responsables de BBVA (Francisco González), Banco Santander (Alfredo Sáenz) e Iberdrola (Ignacio Sánchez Galán). Tambiíén aquí, los turnos fueron de manera alterna, los ejecutivos resumieron sus impresiones del encuentro y cada uno trasladó una pregunta a Rajoy y a Merkel, aunque el turno de intervenciones pareció por completo preparado.
Y mientras tanto, para no quedar eclipsado por el encuentro Rajoy-Merkel, el líder socialista Alfredo Píérez Rubalcaba, viajó hasta Bruselas para reunirse con el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, y desbloquear el apoyo del BCE, de manera que el "rescate" no implique más sufrimiento para los españoles, en referencia a nuevos recortes. Y dicho esto, ayer mismo, Mario Draghi confirmó la posibilidad de que la autoridad monetaria europea compre deuda soberana en los mercados secundarios para relajar así las situaciones de estríés que se produzcan sobre la liquidez de un país. Aunque siempre con condicionalidad estricta.