Por... Ivonne Gómez
Cobrar deudas puede ser una tarea incómoda y engorrosa, a pocos les gusta hacerlo. Pero al otro lado están aquellos a quienes les resulta difícil pagarlas, ya sea porque no tienen los fondos o porque simplemente tienden a ignorarlas, ya sea por descuido o por comodidad.
Pero, para Idalia Llorens Santini y Rosanna Torres-Benhaddouch, presidente y vicepresidente de ILCA (Idalia LLorens Collection Agency), una compañía de cobranzas, ninguna deuda puede desaparecer por arte de magia, ni tampoco los deudores.
De su trabajo depende que el acreedor recupere lo suyo y que el deudor pague en buenos tíérminos.
“El concepto de la empresa es lo que yo llamo una agencia de cobro de deudas tipo boutique, nuestro grupo de profesionales hacen uso de las buenas maneras y la discreción; años atrás me di cuenta de que maltrataban al deudor y quise cambiar esa nociónâ€, destacó Llorens, quien fundó la compañía en San Juan de Puerto Rico, en 1980.
Las compañías, además, quieren cobrar sus deudas, pero no quieren perder clientes potenciales.
En el 2010, Llorens se asoció con Torres, quien precisamente trabajaba para una compañía hotelera que usaba sus servicios en el cobro de facturas y cuentas atrasadas, y abrió una sede de ILCA en Miami.
Cobrar para ellas no es difícil, es otra tarea profesional.
“Las empresas de mayor prestigio tienen cobradores, por eso nuestro objetivo es guardar la imagen de la compañía que representamos y seguir los parámetros de la ley en materia de cobros para evitar a toda costa llegar a una demanda legal que puede resultar costosaâ€, explicó Llorens, quien estudió contabilidad y mercadeo en la Universidad de Puerto Rico y lidera la compañía desde su sede en Santurce.
Entre sus clientes menciona periódicos, como El Nuevo Día; compañías, como Budweiser; aparte de bancos, canales de televisión, hospitales, universidades y hoteles. Tambiíén tienen cuentas individuales y cobran deudas desde $100 hasta $1 millón.
“Las agencias de recolección de cuentas contaron en una íépoca con mala fama. No había regulaciones que indicaran hasta quíé límites se podía llegar, incluso recuerdo que cuando estaba pequeña, en Puerto Rico, entríé con mi madre a una lavandería y había un cheque ampliado pegado en la pared con el nombre gigante de la persona que lo había girado sin fondosâ€, recordó Torres, quien es graduada en psicología.
“Antes se utilizaba el recurso de la humillación y no había controlâ€, añadió.
En la actualidad, menciona, existe el acto de privacidad del deudor, que se debe respetar. Las regulaciones difieren en cada país o ciudad. Miami, por ejemplo, se rige por las leyes de FDCPA ( Florida Fair Debt Collection Practices Act) y Puerto Rico por DACO (Departamento de Asuntos del Consumidor).
De acuerdo con las empresarias, todo cobro se inicia con una llamada inicial, que puede ser la clave del íéxito, en la cual es crucial un tono de voz cortíés y una actitud condescendiente.
“Es un efecto psicológico, si maltratas al deudor, la posibilidad de recuperación de la deuda es de cero por cientoâ€, aseguró Llorens.
“La tarea es convencer al deudor de que la deuda no va a desaparecer y le ofrecemos la tranquilidad y las facilidades para responder. Le planteamos alternativas; a veces una deuda se puede reducir a la mitad si esa cantidad se paga en su totalidad o tambiíén se puede ofrecer un plan de pagoâ€, citó como ejemplo.
Ese trato que describe con “guantes de seda†no implica que estíén dispuestas a perdonar la deuda. La compañía cuenta con una base de datos en Puerto Rico y Estados Unidos que les facilita ubicar a los deudores si tratan de evadir la responsabilidad.
Entre sus casos, Llorens recuerda el de un estudiante que abandonó la isla y dejó en la Universidad De Puerto Rico una deuda de $1,800.
“Lo localizamos en Miami, donde se había mudado, y tramitamos el pago. El muchacho pagó el total de la deuda. En Estados Unidos las personas cuidan más su historia de críédito, en el Caribe es diferenteâ€, comparó Torres.
“Hoy en día tener un buen críédito es un lujoâ€, aseguró.