Gas Natural se ha autodescartado para comprar los activos de gas natural licuado (GNL) de Repsol, operación con la que la petrolera quiere equilibrar el agujero patrimonial provocado por la expropiación de YPF. La empresa catalana, de la que La Caixa es el principal accionista, ha presentado una oferta que apenas llega a la mitad de los 3.000 millones que solicitaba Antonio Brufau.
La guerra soterrada que disputa Isidro Fainíé, presidente de la caja catalana, con el presidente de la petrolera, se ha trasladado al grupo gasista, participado en un 35% por La Caixa y un 30% por Repsol. Según han confirmado fuentes próximas a la operación, la empresa dirigida por Salvador Gabarró presentó el pasado lunes una propuesta no vinculante por los activos de GNL que apenas llegaba a los 1.500 millones.
Aunque las valoraciones internas que tenía Gas Natural eran superiores a esa cifra, los responsables de la multinacional optaron a última hora por aplicar una rebaja sustancial debido al coste que supondría involucrarse en una operación de tal calibre. Porque a los 3.000 millones que pedía Repsol había que sumar los 4.000 millones de deuda asociada a esos activos situados en Perú, Trinidad y Tobago y Canadá.
En total, 7.000 millones de euros que hubieran obligado a Gas Natural a acometer una ampliación de capital a la que hubiera tenido que acudir La Caixa. La caja catalana, presionada tambiíén por la nueva normativa bancaria europea que penaliza las inversiones financieras e industriales, no estaba por la labor de hacer una gran oferta para salvar a Repsol a travíés de la empresa gasista catalana.
Por ese motivo, pese a la presencia en el consejo de administración de Gas Natural de Antonio Brufau, Nemesio Fernández Cuesta y Luis Suárez de Lezo, los tres consejeros de Repsol, el grupo presidido por Salvador Gabarró presentó este lunes una oferta que le deja sin posibilidades de comprar los activos. Se trata, por tanto, de una decisión en la que ha pesado mucho la opinión de La Caixa, en plena batalla con el primer ejecutivo de Repsol. La tensión entre las tres partes ha sido altísima, según distintas fuentes.
La venta del negocio de GNL es vital para la petrolera, amenazada por varias agencias de calificación. Tanto Standard & Poor´s como Moody´s y Fitch le han advertido que la relegarán a bono basura si no consigue recapitalizarse tras perder las reservas de YPF y los ingresos que le aportaban la filial argentina. Brufau se comprometió a desprenderse de activos por 4.500 millones, incluidos los 1.364 millones obtenidos por la colocación del 5% de autocartera comprada a Sacyr Vallehermoso.
Compradores extranjeros
Para cumplir con ese plan, Repsol ya consiguió vender a la carrera una subsidiaría chilena de butano por 540 millones, con plusvalías de 170 millones. Pero para poder cuadrar las cuentas, el grupo necesita hacer una operación de mucho más calado, como la de las plantas de gas de Perú, Trinidad y Tobago y Canadá. Fuentes próximas a la operación confían en que la española cerrará la venta algún grupo internacional ajeno a Gas Natural. Entre los que han ofertado están la rusa Gazprom, la china Sinopec, British Gas y la francesa GDF Suez
De lo contrario, Repsol tendría que recurrir a la conversión de acciones preferentes por valor de 3.000 millones de euros. Esta transacción supondría una gran dilución para los accionistas actuales de la compañía en el que caso de que los tenedores de estos valores aceptaran canjear unos títulos con una rentabilidad del 8% por acciones con un horizonte difuso.
La venta del GNL tambiíén influirá en la opinión del auditor sobre la situación patrimonial de Repsol, que tiene contabilizado en su balance una participación en YPF por 5.000 millones de euros que, tras la expropiación, no valen nada. Brufau lleva negociando desde el primer día de la confiscación con Deloitte para evitar una salvedad en el próximo informe anual.