Por... LLUíS URíA
¿Quíé puede empujar a un francíés, en ausencia de razones sentimentales, a solicitar la nacionalidad de un pequeño país amenazado de desintegración?
En el caso de Bíélgica, sólo las razones fiscales parecen explicables.
Bernard Arnault , todopoderoso presidente del gigante del lujo francíés LVMH (Louis Vuitton Moí«t y Hennessy), que hace un mes pidió formalmente la doble nacionalidad, negó ayer categóricamente que busque eludir al fisco francíés y aseguró que mantendrá su domicilio fiscal en Francia.
Pero sus explicaciones no convencieron a casi nadie, por no decir a nadie.
Su iniciativa ha caído como una bomba en pleno debate sobre la reforma fiscal promovida por el presidente francíés, Franí§ois Hollande , que entre otras cosas prevíé gravar con un tipo excepcional del 75 por ciento las rentas que sobrepasen el millón de euros anuales.
“Yo estoy y seguiríé fiscalmente domiciliado en Francia y, en este sentido, cumpliríé como todos los franceses el conjunto de mis obligaciones fiscalesâ€, declaró el multimillonario francíés, quien añadió: “Nuestro país debe contar con la contribución de todos para hacer frente a una crisis económica profundaâ€.
Fuentes próximas a LVMH atribuyeron despuíés la iniciativa de Arnault al objetivo de facilitar una “inversión notable†en Bíélgica.
La justificación a posteriori de Arnault, cuya petición de la nacionalidad belga fue destapada por el diario La Libre Belgique , no ha logrado convencer a la opinión pública, que ve en ello un paso previo al exilio fiscal definitivo.
Muchos franceses adinerados se han instalado en Bruselas -a una hora de París en el tren de alta velocidad Thalys- para favorecerse de una fiscalidad más beneficiosa y escapar, entre otros, al impuesto sobre la fortuna.
El presidente de LVMH tambiíén tiene un domicilio en la capital belga, con lo que le bastaría residir la mitad del año más un día en Bíélgica para pagar sus impuestos en el país vecino; salvo que el Gobierno prepara una reforma fiscal que puede acabar obligando a todo francíés, resida donde resida, a pagar impuestos en su país.
En tal caso, sería muy interesante disponer de otra nacionalidad...
Con una fortuna personal estimada, según diferentes cálculos, entre 21.200 y 32.000 millones de euros, y una retribución anual de 4.5 millones de euros, Bernard Arnault aparece como una víctima propiciatoria de la reforma fiscal que prepara Franí§ois Hollan de para gravar las rentas más altas.
El presidente de LVMH estuvo esta semana en Matignon con el primer ministro, Jean-Marc Ayrault , a quien expresó su oposición a la creación de una nueva franja del impuesto sobre la renta del 75 por ciento para todos aquellos ingresos que sobrepasen el millón de euros anuales.
Está por ver todavía la letra pequeña de esta imposición excepcional.
Algunas fuentes han apuntado esta semana que el presidente francíés está preparando una versión edulcorada de esta medida, una de sus principales promesas electorales.
Pero ello no ha tranquilizado por ahora a sus potenciales contribuyentes.
El exprimer ministro Franí§ois Fillon no dudó ayer en atribuir la iniciativa de Arnault a las “decisiones estúpidas†del actual Gobierno socialista.
Al margen de este rumor de fondo, procedente fundamentalmente de la derecha, la decisión del presidente de LVMH suscitó críticas enormemente severas.
El jefe de filas del Partido Socialista en la Asamblea Nacional, Bruno Le Roux , no dudó en hablar de “signo de traiciónâ€, mientras que los dos principales candidatos a tomar las riendas de la primera secretaría del PS, Harlem Díésir y Jean-Christophe Cambadíélis aludían a una “falta de amor por Francia†y a una “evasión moralâ€.
Pero no fueron únicamente los socialistas quienes cargaron contra Arnault.
Un portavoz del PCF habló de “cobarde traiciónâ€; la presidenta del Frente Nacional (FN), Marine Le Pen , lo consideró “un mal ejemplo condenableâ€, y el líder centrista Franí§ois Bayroy apeló al “patriotismo†de los grandes patronos franceses.