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Autor Tema: El Zorro y Matilde  (Leído 4819 veces)

Zorro

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El Zorro y Matilde
« en: Diciembre 04, 2007, 09:14:51 pm »
El Zorro y Matilde

Aquella esplíéndida mañana de Primavera el Zorro no tení­a ganas de nada. Se escondí­a en su cubil, acurrucándose casi en circulo con los ojos cerrados y la esperanza de que escampara pronto en los mercados. El cánido estaba preocupado por la Bolsa, y le daba miedo mirar las cotizaciones, sus últimas incursiones habí­an resultado un desastre en cuanto a rentabilidad. Su amigo el Hurón le pasó un chivatazo sobre Nicolás Correa, que no era tal, y con el que acumuló unas minusvalí­as del  -15 %.

Al parecer, el Hurón escuchó en la Casa de Bolsa del Topo una conversación entre el íguila y el Tejón, que más o menos decí­a: “Nicolás Correa hará una ampliación de capital, cuyo coste, con toda seguridad será cero”, y lo que resultó ser, despuíés de que el Hurón y el Zorro se hubiesen cargado de Correas, fue: A Nicolás, el que está casado con mi tí­a Andrea, le harán una operación de riñón en la capital, cuyo coste, al ser por la Seguridad Social, será cero. El raposo estuvo a punto de “matar” al Hurón, pero en el último momento decidió perdonarle la vida.

A perro flaco todo son pulgas, y al canido se le mezclaban los momentos desagradables, con los infortunios bursátiles. Se preguntaba constantemente si habí­a perdido su toque especial para la Bolsa:

- Estoy sin ideas, -se decí­a así­ mismo-, me parece que todo se va a derrumbar en cualquier momento, no síé en que invertir.

La mañana avanzaba y los rayos de sol penetraban con gran potencia en la madriguera, rebotando aquí­ y allá, originando un juego de luces intensamente bello a la vez que molesto para el deprimido habitante, que se moví­a hacia un lado y hacia otro tratando de evitar la luz invasora. El Sol y el hambre, que comenzaba a manifestarse en sus entrañas, convencieron finalmente al Zorro para que decidiese salir al exterior.

Eran cerca de las 2 de la tarde cuando el canido comenzó su  andadura por su amado Bosque en busca del preciado alimento y algo de distracción. Unos 30 minutos despuíés alguien lo alertó, el ser parecí­a comestible pero no era lo que necesitaba el Zorro en cuanto a cantidad. Aún así­, la curiosidad, uno de los puntos díébiles del Zorro, pudo con íél y se acercó a investigar.

- ¡Hola soy el Zorro del Bosque!, ¿quiíén eres tú?.
El pequeño manifestó sorpresa en su faz, y reaccionando valientemente, ya que se daba por comido, le contestó:

- Me llamo Matilde y estoy de vacaciones, de retiro espiritual.
- ¿Matilde?. Algo me suena, ¿quíé eres?, ¿a que te dedicas?
- Soy una parte alí­cuota del capital de una Sociedad Anónima.

Al Zorro todo aquello le sonó como a chino. No obstante, la curiosidad lo animaba a  saber más.

- ¿De que Sociedad Anónima?
- Una de las más grandes de España, -contestó Matilde-.
- ¿Y cual es su nombre?. ¿Cotiza en Bolsa? –insistí­a el raposo-.
Matilde comprendió que al Zorro no se le burlaba fácilmente y decidió contar la verdad, para evitar convertirse en bocado de un enemigo tan astuto:

- En realidad el nombre de Matilde es como se me conoce popularmente, soy una acción de Telefónica. ¡Por favor no me descubras!, estoy de incógnito, ya que tengo mucho que pensar. No se que va a ser de mi vida bursátil, -la emoción le pudo y se puso a llorar-.

El Zorro, feroz en ocasiones, se enterneció al ver lagrimas en los ojos de Matilde y decidió ayudarla en todo lo posible.

- No te preocupes yo te ayudaríé a encontrar un sentido a tu vida bursátil
- Gracias Zorro, es que estoy desperada.
- Bueno ya está, ya está , ya pasó... -le decí­a el raposo abrazándola tiernamente-.

Tuvieron que pasar unos minutos para que todas las emociones afloradas se fuesen disipando como la niebla de las mañanas en el Bosque. El Zorro decidió pedir ayuda a su gran amigo el viejo Búho del Bosque y hací­a su casa partieron.

- ¡Búho!, ¡Búho!, -llamaba el Zorro-
- ¡Ya voy!, ¡ya voy!, -contestaba el ave nocturna-
- ¡Otra vez tu Zorro!, no te he dicho que duermo hasta el anochecer. ¿Disfrutas despertándome, eh?
- Hola Búho, perdona, pero vengo con una amiga que necesita de nuestra ayuda.
- ¡Ah!, ¡eso es otra cosa!

El ave no se hizo esperar mucho, a los cinco minutos salió de su casa para atender a su amigo y a la acompañante.

-¡Hola Zorro y compañí­a!
- Hola Búho, la compañí­a se llama Matilde.
- Pues... ¡hola Matilde!, ¿quíé os trae por aquí­?
- Aquí­ donde la ves, Matilde es una acción de Telefónica, está un poco desesperada por su trayectoria bursátil y necesita nuestra ayuda.
- ¿Hablas en serio Zorro?
- Por desgracia si querido Búho, la encontríé casi llorando en el Bosque.
- ¡Ajá!, -dijo el Búho- ¡a ti querí­a encontrarte de frente algún dí­a!. ¡Así­ que una acción de Telefónica, eh!
- Así­ es Búho –contestó con voz apenada Matilde-
- ¡Pues me tienes enganchado desde el año 2000 a 28 euros!
- Como le dices eso a la niña Búho, se un poco más delicado, no ves que esta sentida.

- Ya Zorro, ya, pero... ¿y de mis euros quíé?. Compre acciones para mis hijos, por aquello de irles haciendo un capitalito para el dí­a de mañana, las pague a 28 euros y seis años despuíés son incapaces de subir más de los 14´56 euros, la tendencia bajista parece eterna. Esto es un timo en toda regla, en el que el Gobierno debiera hacerse responsable. ¿No tiene la acción de oro y todos esos mangoneos?. Pues que me las recompre a 28 euros y en paz, se olvida todo.

- ¡Quíé más quisiera yo Búho!, -decí­a Matilde- no sabes las broncas que tengo que aguantar por los juegos de los Gobiernos y los Presidentes de turno. Que si Cándido Velázquez , que si Juan Villalonga... y ahora este Cesar Alierta. Todos nombrados por los polí­ticos y todos con una visión y polí­tica de empresa distinta. Quíé si una gran presencia en Sudamíérica, que si un gran grupo multimedia y ahora a desmantelar todo y vuelta a empezar. Así­ no se puede seguir, están volviendo locos a los empleados, a los inversores y a las propias acciones.

Al Zorro le daba pena Matilde y entró en la conversación para templar los ánimos:

- No es para tanto Búho, no es para tanto. No has visto lo que le han aumentado los resultados, nada menos que un 39´ 6 %. Lo de 02 le está dando oxí­geno a las cuentas. La compañí­a va por el buen camino. Hay que ser paciente.

- Pero Zorro, de que me vale a mi ese 39´6 %, si estoy perdiendo en cada acción 16 euros. Por otro lado cada vez tienen más papel, por lo que el resultado por acción no es ese.
- ¿Te olvidas Búho de que la empresa de telefoní­a tiene en marcha un plan de recompra de acciones por valor de 6000 millones de euros?.
- No Zorro, no. ¿A que viene ese plan?. Se pasan años aumentando el papel, y ahora se van a gastar nada menos que 6000 millones de euros en  recomprarlo y tratar de subir la acción. ¿Están locos?. ¿Les sobra el dinero?. ¿O quíé?. Si les sobra el dinero que aumenten el dividendo, o que compren otras empresas. Pero meterlo en las propias acciones me parece demencial.

- Tiene razón el Búho, Zorro, están pasando cosas rarí­simas en la empresa. Con decirte que están presionando a los empleados para que se prejubilen con 53 años, bajo amenaza de que si no aceptan los trasladan a otras provincias. El personal está cobrando 1800 euros mensuales -caso real- durante 10 años, y despuíés se jubila con lo que le corresponda. Ni que decir tiene que esos 1800 euros los paga Telefónica.
- ¿Quíé me dices Matilde?. ¿Echan al personal para seguir pagándole?.
- Así­ como lo oyes Zorro, -el cánido alucinó en colores, muy bonitos por cierto-
- Cada vez lo entiendo menos!, -exclamaba el Búho-
- Pues si tu viejo amigo, que eres el sabio del Bosque, no lo entiendes. Los demás que vamos hacer.
- Ahora entendíéis mi desesperación, -preguntaba Matilde-

- Si bonita si, tu no tienes la culpa de nada. No te preocupes. Tu valor irá subiendo cuando los mercados crean que ya te pasó la borrachera y dejes de dar tumbos aquí­ y allá. Peter Lynch dice: “que más temprano que tarde el íéxito de una compañí­a se ve reflejado en el íéxito de sus acciones”.
- ¡Ojalá el Dios del Bosque te oiga amigo Zorro!
- ¡Con el quedas amigo Búho!

Los dos amigos se despidieron y el Zorro acompañó a Matilde a la salida del Bosque:

- Adiós Zorro, ¡gracias por todo!.
- Adiós Matilde, guapa. Veras como todo se arregla y en un año tu cotización pasa de 15 euros.

Mientras Matilde, o lo que  es lo mismo, una parte alí­cuota de Telefónica, se fue alejando hasta perderse en el horizonte, el Zorro pensaba:

- Tanto blue-chip, tanto Ibex 35, y despuíés tienen a sus propias acciones llorando por los rincones perdidos del Bosque. Algunos presumen por presumir.


Reservados todos los derechos.










Estoy inmerso en la nueva fiebre del oro.