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Autor Tema: Grecia y los paí­ses bálticos...  (Leído 172 veces)

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Grecia y los paí­ses bálticos...
« en: Septiembre 25, 2012, 08:00:41 pm »
Por...  Manuel Hinds
 


Aunque su Producto Interno Bruto representa menos del dos por ciento del de la Unión Europea, Grecia se convirtió en un sí­mbolo de los problemas generados por la crisis global que reventó en septiembre de 2008: el peso enorme de una deuda excesiva, la resistencia de la población a reducir sus gastos, los problemas sociales asociados con la rebaja de estos gastos, y, más que nada, la dificultad de lograr que la economí­a volviera a crecer para diluir la deuda y resolver los otros problemas sociales causados por la crisis. El paí­s parecí­a haberse convertido en sí­mbolo porque era el más pequeño y el más maltratado de la crisis.
 
Siendo un sí­mbolo, atrajo torrentes de recomendaciones de las instituciones envueltas en la solución de la crisis (como el Fondo Monetario Internacional y la Unión Europea), acadíémicos y simples curiosos. La mayor parte de las soluciones propuestas coincidí­an en tres puntos: Primero, mantener lo más posible el nivel de gasto del gobierno y del paí­s para evitar un golpe muy duro al crecimiento. Segundo, mantener este gasto financiándolo con nuevos príéstamos aunque esto fuera acumulando una deuda que cada vez se volverí­a más difí­cil pagar.
 
Los simples curiosos, no los profesionales, coincidí­an tambiíén en que era un problema que Grecia estuviera en el euro porque eso no le permití­a devaluar su moneda, que es un mantra para lograr crecimiento entre estos observadores. Grecia no querí­a salirse del euro ni devaluar porque eso le aumentarí­a inmediatamente el peso de la deuda (que estaba en euros) y le volverí­a mucho más difí­cil emitir nueva deuda, ya que nadie querrí­a financiar al paí­s en dracmas. No querí­a paquetes de ayuda de la Unión Europea, porque estos en realidad no le ayudaban a Grecia sino a los bancos alemanes que la habí­an financiado. Pero los europeos la forzaron a tomar estos paquetes amenazándola con quitarle el euro, con lo que Grecia caerí­a en una desastrosa situación económica y social.
 
Con excepción de la salida del euro, que la destrozarí­a, Grecia ha seguido estos consejos, con resultados muy decepcionantes. La deuda ha crecido enormemente, la economí­a no ha crecido, la crisis se ha prolongado por años enteros sin esperanza de solución.
 
Pero Grecia no era el paí­s con los lí­os más grandes. Los tres paí­ses bálticos, Letonia, Estonia y Lituania, tení­an deudas más grandes y una necesidad más grande tambiíén de hacer ajustes. Los bálticos, sin embargo, no hicieron tanto escándalo como los griegos. Sí­ hicieron, sin embargo, todo lo contrario de lo que aconsejaban los curiosos. Establecieron un ríégimen de austeridad en el gobierno y dejaron quebrar a los deudores privados insolventes. A pesar de que tení­an su propia moneda cuando empezó la crisis, se negaron a devaluarla, conscientes de que hacerlo aumentarí­a el peso de su deuda, volverí­a mil veces peor la inestabilidad que aquejaba a sus paí­ses y no ayudarí­a a la verdadera competitividad.
 
Los observadores casuales se rieron de ellos. Ya dejaron de reí­rse. Los bálticos, que estaban peor que Grecia en 2008, están en franca recuperación desde 2009, mientras Grecia todaví­a va para abajo. Sus exportaciones y su producción total están subiendo. La deuda como porcentaje del PIB está bajando. Las finanzas públicas están en orden. Los salarios se han recuperado y están ahora entre el 180 y el 200 por ciento de lo que eran en 2004, cuando en Alemania están en el 115 por ciento de los de ese año. El desempleo está cayendo rápidamente.
 
El que rí­e por último rí­e mejor. Los paí­ses bálticos han demostrado la sabidurí­a de realizar los ajustes y tomar las píérdidas rápidamente para liberar recursos para la recuperación, y la de no creer que con trucos monetarios o fiscales se va a evitar tener que tomarlas. Eventualmente, Grecia y los otros paí­ses todaví­a en crisis tendrán que hacer lo mismo


•... “Todo el mundo quiere lo máximo, yo quiero lo mínimo, poder correr todos los días”...
 Pero nunca te saltes tus reglas. Nunca pierdas la disciplina. Nunca dejes ni tus operaciones, ni tu destino, ni las decisiones importantes de tu vida al azar, a la mera casualidad...