Por... Michael Tanner
Libertad Económica en el Mundo: Informe Anual 2012 fue publicado esta semana por el Cato Institute y el Instituto Fraser de Canadá, y reveló que EE.UU. se ha desplomado a la posición 18 en la lista de clasificación, por detrás de países como Estonia, Taiwán y Qatar. Incluso conocidos estados de bienestar como Finlandia y Dinamarca, por no hablar de Canadá, tienen economías más libres que la nuestra.
En realidad, el declive comenzó durante la presidencia de George W. Bush. Durante 20 años EE.UU. había clasificado consistentemente como una de las tres economías más libres del mundo, junto con Hong Kong y Singapur. Al final de la administración de Bush, apenas estábamos entre los primeros diez.
Como ocurrió con muchas de las nefastas herencias de la era de Bush, Obama tomó algo malo y lo empeoró.
Durante los últimos cuatro años, EE.UU. experimentó disminuciones significativas en casi todas las categorías del índice de libertad económica. Lo más significativo —y esto no debería ser una sorpresa para nadie que presta atención— es que el tamaño del gobierno creció sustancialmente, particularmente cuando se mide por el tamaño de los subsidios gubernamentales y las transferencias del gobierno y por el consumo del gobierno como porción del consumo nacional.
Tan recientemente como en 2005, EE.UU. clasificó en el puesto 45 en el tamaño del gobierno entre 144 naciones encuestadas. Eso ya era bastante malo, pero todavía nos mantuvimos en los tres primeros de los 144 países estudiados. Hoy en día, el gobierno ha crecido de manera espectacular y nuestro ranking ha caído al puesto 61. Según las míétricas utilizadas, EE.UU. tiene ahora un gobierno más grande que Ucrania o Siria.
EE.UU. tambiíén ha visto un aumento sustancial en las regulaciones comerciales, restricciones al mercado laboral y barreras al comercio. Nuestra posición cayó en todas esas categorías, y hemos sufrido un deterioro a largo plazo en el ranking de los derechos de propiedad tambiíén.
Para cualquiera que se pregunte por quíé EE.UU. está teniendo tanta dificultad para recuperarse de la recesión, el informe de 2012 ofrece un diagnóstico bastante devastador. Es evidente que estamos yendo en la dirección equivocada.
Sin embargo, la discusión de la libertad económica parece estar misteriosamente ausente en la campaña presidencial. El presidente Obama, de hecho, restringiría aún más la libertad económica. í‰l propone una serie de nuevos subsidios y regulaciones. Y no se olviden que la mayor parte de la ley Dodd-Frank entra en vigencia el próximo año.
Mientras tanto, cuando se trata de defender la libertad económica, Mitt Romney ha pasado la mayor parte de su tiempo en una postura defensiva. De vez en cuando se sale de su postura para prometer que en realidad no reducirá los impuestos a los ricos, no recortará Medicare y quiere conservar algunas partes de Obamacare. í‰l, de hecho, ha publicado anuncios atacando al presidente por no enfrentar a China sobre el comercio.
Los estadounidenses reconocen instintivamente la importancia de la libertad económica. Saben que es su habilidad para invertir, comenzar negocios y contratar trabajadores lo que construye un país próspero. Saben que millones han venido a este país y prosperado porque tuvieron la libertad de perseguir sus aspiraciones económicas tanto como las personales. Y ahora esa libertad se les está escapando.
Necesitan un candidato que hable por ellos... Y por la libertad.