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Autor Tema: Es hora de plantearse seriamente la ruptura del euro  (Leído 240 veces)

Orpheo

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Es hora de plantearse seriamente la ruptura del euro
« en: Septiembre 28, 2012, 02:50:06 pm »
Roger Bootle es un antiguo profesor de la universidad de Oxford y economista jefe de HSBC, que ahora dirige Capital Economics. Personalmente, es uno de los gestores más intuitivos que he conocido en mi vida. Predijo el estallido de la burbuja tecnológica –compartí­amos ideario en aquellos momentos-, y anticipó la caí­da del sector de la vivienda a nivel global.

Por esto y por muchas otras cosas, cuando Bootle hace una predicción merece la pena escucharle. Bien, pues Roger Bootle cree que es inevitable una ruptura parcial de la zona euro, y que se van a producir grandes cambios en la moneda única. Así­ lo recoge el analista financiero Shawn Tully en una reciente entrevista que realizó en Fortune.

Tully señala que en julio Bootle y su equipo ganaron el prestigioso premio Wolfson Economics por proporcionar la mejor respuesta a la siguiente pregunta: “Si estados miembros dejan la Unión Económica y Monetaria Europea, ¿cuál serí­a la mejor manera de gestionar este proceso?”. En un informe de 114 páginas, “Dejar el Euro: Guí­a práctica”, Bootle ofrece un modelo práctico de que debe hacer una nación para salir de la moneda común.

Este trabajo tuvo gran aceptación, pero tambiíén gran políémica. Aunque Bootle no duda en defender su postura. “El euro es una máquina de crear depresiones. Los polí­ticos siguen tirando dinero para apoyar a naciones más díébiles con problemas de deuda. Nunca hablan de restablecer el crecimiento. Lejos de ser un desastre, una ruptura del euro es la única manera de traer de vuelta el crecimiento y sacar a Europa de este lí­o. Esto puede suceder muy pronto”.

Las autoridades siguen adoptando un enfoque diametralmente opuesto, afirma Tully. Casi sin excepción, los lí­deres polí­ticos europeos y los reguladores apoyan fuertemente la supervivencia del euro y, en general afirman que una ruptura traerí­a el Armagedón económico.

Los continuos rescates únicamente están ganando tiempo. Incluso los economistas que temen una ruptura del euro admiten que probablemente vaya a pasar con el tiempo a menos que Alemania y otras naciones saludables proporcionen un apoyo mucho mayor a sus vecinos más díébiles. "Europa necesita una forma de deuda compartida por todos los miembros de la eurozona", dice el economista griego Yanis Varoufakis. "Si eso no ocurre, la zona euro probablemente se disolverá".

La apuesta aquí­ es que Bootle está en lo cierto y que el euro se romperá en los próximos años. El resultado será muy desordenado en el perí­odo inmediatamente posterior, trayendo graves dificultades a los paí­ses que salgan. Una serie de quiebras, por suspensión de pagos de la deuda soberana, y el pánico temporal en las bolsas mundiales. Pero el dolor de una ruptura va a suceder de todos modos si las naciones díébiles permanecen en el euro. Simplemente se extenderá durante varios años, y resultará mucho peor. Como argumenta Bootle, Europa debe elegir crecimiento, y una división en el euro va a traerlo de vuelta a una velocidad sorprendente. Vamos a utilizar el informe como guí­a de cómo podrí­a producirse una ruptura exitosa.

Las naciones más díébiles del continente no pueden resolver sus dos grandes problemas si permanecen en la moneda común. El primer problema es aquel al que se refieren la mayorí­a de polí­ticos y reguladores: el enorme exceso de deuda soberana, superior al 100% del PIB en paí­ses como Grecia e Italia. Pero el segundo es aún más importante. Los PIIGS - Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España - sufren de una drástica píérdida de competitividad, ya que se enfrentan con un excesivo coste de producción, sobre todo en comparación con Alemania. Esta disparidad ha diezmado los fabricantes en España e Italia que luchan por competir con las importaciones.

La fuente principal de la brecha competitiva es la impactante divergencia en los costes laborales entre dos zonas de Europa, que llamaremos el "núcleo" y los paí­ses "perifíéricos". De 1999 a 2011, los costos unitarios de la mano de obra - los salarios y las prestaciones necesarias para producir un coche o un ordenador - se elevaron un 4,3% al año en España, un 3,4% en Italia y un 4,1% en Irlanda, en comparación con un aumento del 0,9% anual en Alemania. Esto deja a los paí­ses de la periferia con una brecha de competitividad del 30% al 40% vs los paí­ses centrales, según la estimación de Bootle. Como resultado, las exportaciones italianas como porcentaje del total mundial pasaron del 5% a finales de 1990 a alrededor del 2% el año pasado.

Si se quedan en el euro, los paí­ses perifíéricos deben resolver su problema de competitividad a travíés de la austeridad - dejando que el alto desempleo reduzca los salarios, aumentando los impuestos y reduciendo radicalmente el gasto público. "Ese proceso podrí­a llevar 10 años", dice Bootle. Peor aún, la deuda y los pagos de interíés se mantendrí­an en euros y seguirí­an aumentando, mientras que los ingresos fiscales caerí­an. Serí­a casi imposible que esas naciones puedan pagar sus deudas y permanezcan en la eurozona. "El BCE ha estado apoyando a los bancos de los paí­ses díébiles", dice Charles Goodhart de la London School of Economics. "La garantí­a es en gran parte sus bonos soberanos. Si hay un default, todas las ayudas a los bancos cesarí­an, provocando su colapso".

Una salida inmediata podrí­a resolver tanto los problemas de deuda, como los problemas de competitividad de una sola vez. Bootle cree que es probable que los paí­ses perifíéricos comiencen a salir uno por uno. En su estudio, concluye que a pesar de que la legalidad de una salida es borrosa, podrí­a justificarse en virtud del derecho internacional ya que serí­a esencial para la supervivencia económica de un paí­s. Tampoco se requerirí­a la aprobación del Parlamento antes de la salida. Esto es importante, dada la necesidad de mantenerlo en secreto.

Así­ es como podrí­a funcionar si, por ejemplo, España decide retirarse.

El gobierno anunciarí­a la decisión el viernes, poco despuíés de que el primer ministro y el gabinete tomaran la decisión. Esto indicarí­a que antes de las 12:01 am del lunes todos los salarios, depósitos bancarios, pensiones, y los precios se restablecerí­an en pesetas en una proporción de 1-a-1 con el euro. Durante el fin de semana, todos los cajeros automáticos y sucursales bancarias se cerrarí­an y no se permitirí­a las transferencias electrónicas, para evitar que los ciudadanos muevan el dinero, digamos, a Suiza antes de la conversión. Bootle recomienda que los paí­ses que salgan inicien la impresión de billetes y monedas sólo despuíés del anuncio. Mientras tanto todas las operaciones serí­an a travíés de tarjetas de críédito o de prepago en efectivo. Los euros tambiíén serí­an aceptados como efectivo por un perí­odo fijo. A partir del lunes por la mañana, el euro harí­a su debut como moneda extranjera. Su valor se elevarí­a bruscamente contra la nueva peseta.

¿Y el tema de la deuda? Bootle aconseja a las naciones que la redenominen en moneda local. La redenominación realmente equivaldrí­a a una suspensión de pagos, ya que los acreedores extranjeros tendrí­an grandes píérdidas. Bootle aboga por ir más allá. í‰l quiere que las naciones que salgan cesen inmediatamente todos los pagos de intereses y exijan una rebaja de la deuda hasta un manejable 60% del PIB. Entre la devaluación y la quita, la mayorí­a de los acreedores perderí­an el 70% del valor nominal de los bonos. Bootle argumenta que su valor original es pura ficción de todos modos y un default de esa magnitud es inevitable.

En cuanto al sector privado, Bootle recomienda redenominar los príéstamos de los bancos afectados en la moneda local. De lo contrario, su capital, y todos los príéstamos internos, se evaporarí­an. Para las empresas, los príéstamos se mantendrí­an en euros. Naturalmente, una multitud de empresas no podrí­an pagar su deuda con los ingresos en moneda local que ahora vale mucho menos que el euro. Esta es quizás la parte más difí­cil de la salida del euro. Las bancarrotas se multiplicarí­an.

Bootle no prevíé que los paí­ses centrales abandonen el euro. De hecho, se prevíé que Alemania, Paí­ses Bajos, Austria y otros paí­ses del norte de Europa mantengan el euro en su propia zona de moneda única - un resultado que puede causar que el euro se fortalezca con el tiempo frente al dólar y la libra esterlina.

Una salida traerí­a un aumento de la inflación en los paí­ses que acaban de salir del euro, dado que los costes de las importaciones aumentarí­an. Por lo tanto, los salarios subirí­an tambiíén, aunque menos que los precios debido al gran número de trabajadores desempleados. Como resultado, Bootle calcula que serí­a necesario una gran devaluación de la nueva moneda: La moneda griega tendrí­a que caer un 55%, la de España e Italia un 40%, y la nueva libra irlandesa un 25%.

Las naciones que salen sufrirí­an varios meses de disminución del crecimiento y aumento del desempleo. Los mercados bursátiles mundiales se desmayarí­an. Pero al igual que ocurrió en la Argentina despuíés de que su moneda se devaluara hace una díécada, la economí­a comenzarí­a a crecer de nuevo dentro de un año, impulsado por la fortaleza de las exportaciones. Alemania sufrirá los efectos de una moneda debidamente valorada que dañarí­a sus exportaciones. Pero tambiíén se beneficiarí­a de los precios de importaciones más bajas y del crecimiento de sus vecinos del sur.

Lacartadelabolsa


En individuos, la locura es rara; en grupos, partidos, naciones y épocas, es la regla", Nietzsche.