España no creará empleo hasta el final de la díécada
I. A. en El Economista
El alza potencial del PIB volverá al nivel que activa el mercado laboral cerca de 2020. En 2016, la tasa de paro continuará en las cotas actuales, en el 24,6% de la población activa.
La duración asimíétrica que tendrán la fase de acumulación de deuda y la de reducción, algo más prolongada, tendrá un impacto moderador sobre el crecimiento potencial, que volverá a exceder una tasa del 2 por ciento sólo al final de la díécada.
Así se recoge en la Actualización del Programa de Estabilidad del Reino de España que maneja el Ejecutivo desde primavera.
Desde entonces, se han producido cambios, pero no a mejor. De hecho, el reciente Boletín del Banco de España, advertía signos de deterioro en la economía. Y precisamente el peso de la deuda sobre PIB sigue creciendo. El jueves lo situaba el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, por encima del 80 por ciento del PIB. Es decir, seguimos en la fase de acumulación, más dilatada que la de reducción. Eso sin contar con el eventual impacto que pueda tener el rescate bancario sobre el volumen de deuda pública.
Con todo, dentro del clima que define el documento que ha manejado el Ejecutivo, la maltrecha situación del PIB se prolongará varios años, no recuperando niveles de avance al 2 por ciento hasta el final de la díécada. Una tasa significativa, porque en el perfil de crecimiento español es justo el umbral a partir del cual hay visos de creación de empleo.
En consecuencia, y ante la detracción de recursos del bolsillo de los ciudadanos, necesaria para cumplir con Bruselas, pero que ahondará la debilidad del consumo, la anemia económica no permitirá repuntar el mercado laboral hasta el entorno de 2020. Un horizonte desolador que hace tomar cuerpo al reciente artículo de The New York Times titulado En España, austeridad y hambre y que retrotrae a las famosas imágenes del que fuera el Hotel Lido de Atenas, reconvertido y ya sin brillo, recogiendo a los sin techo de la crisis helena.
El paro es el hueso
De hecho, según el Indicador de Otoño Ernst & Young Eurozone Forecast, en España el paro continuará su Tourmalet hasta una cota máxima en 2013, ejercicio en el que anotará la tasa del 26,4 por ciento sobre la población activa.
Según la proyección de Ernst & Young, en 2016 aún seguirá en niveles como los actuales, del 24,6 por ciento.
Algo que cuadra perfectamente con la no recuperación del empleo hasta finales de la díécada que hace vislumbrar el exiguo crecimiento del PIB, previsto incluso en los optimistas vaticinios del Gobierno.
Para tomar en cuenta
Y esa atribución de optimismo a las previsiones del Ejecutivo no es una opinión infundada, sino el resultado de ver que se queda prácticamente solo frente a las proyecciones mayoritarias para 2013 de los servicios de estudios y análisis e incluso de organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional. De hecho, la institución que dirige Christine Lagarde apunta a una caída del 1,2 por ciento el año que viene, frente al -0,5 por ciento que defiende Economía.
Y la media del Consenso que recoge la Fundación de las Cajas de Ahorros prevíé un 1,1 por ciento de caída, resultante de previsiones más serenas, como la del Centro de Predicción Económica de la Universidad Autónoma de Madrid, que coincide con la del Gobierno, y más derrotistas, como la de Cemex, que habla de un -2,3 por ciento, según el último Panel de Previsiones de Funcas, de julio de este año.
En cualquier caso, el Ejecutivo no dibuja tampoco un panorama halagí¼eño en tíérminos absolutos. Prevíé que el consumo siga cayendo. Eso sí, en menor medida el privado (-1,4 por ciento) que el público (-8,2 por ciento), algo no obstante lógico en una íépoca de recortes que incumbe más que nunca a la superestructura del Estado, para que deje de ser una máquina de gastar como en el pasado.
Debilidad laboral
Y si algo reconoce el cuadro macroeconómico que sostiene el Ejecutivo es precisamente la debilidad del mercado laboral. Atribuye al empleo una caída del 3,7 por ciento este año y del 0,2 el próximo.
Lo que sin duda llama la atención es que el Gobierno mantenga las proyecciones macro de cara a los Presupuestos Generales del Estado de 2013, cuando el macroajuste de julio -cifrado en 65.000 millones de euros- redefine el escenario de actividad del tejido productivo y la planificación financiero-fiscal de familias y empresas. Una razón más para temer por el empleo, ya que son demasiados lastres como para activar la propensión a contratar de los empresarios.