Por... Elsa del Castillo
El movimiento internacional del Comercio Justo se formaliza en la díécada de los años sesenta (1964) cuando en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNDAC) se propuso promover la sustitución del asistencialismo de los países desarrollados de la zona norte del mundo en favor de los países pobres del sur, por la promoción de esquemas de comercio sostenible. Es así que los promotores de esta iniciativa buscaron reducir los antiguos enfoques de ayuda a los países pobres, por esquemas de mercado orientados a promover que los productores de dichos países pudieran tener acceso a vender sus productos en aquellas plazas de mayor poder adquisitivo y, de este modo, reducir sus tasas de pobreza y lograr mayor bienestar.
Evidentemente, para que esto se hiciera realidad era necesario desaparecer las asimetrías existentes en las relaciones comerciales norte-sur, lo que implicaba introducir consideraciones íéticas en las relaciones comerciales. A partir de ese entonces, el movimiento del Comercio Justo promovió la conformación de redes internacionales para garantizar una producción sostenible por parte de los productores de países pobres. Con ese objetivo, se definió que, bajo esquemas de comercio justo, los clientes de los países más desarrollados reconocerían en el precio de los productos comprados el costo de una producción sostenible, es decir, el pago de primas que permitieran elevar la productividad de los productores locales y tambiíén los estándares de calidad de su oferta. Donde se desarrollaran procesos operativos que minimicen el impacto negativo en el medio ambiente y donde se promoviera el desarrollo social de las comunidades locales. Donde las mujeres tuvieran aseguradas condiciones laborales igualitarias y donde desapareciera toda forma de explotación infantil.
Estas iniciativas crecieron rápidamente en diversos países de Europa, en los Estados Unidos, en Canadá y en el Japón. En estos países se crearon asociaciones nacionales de promoción del Comercio Justo y así tambiíén las llamadas "Tiendas del Tercer Mundo" o "Tiendas Solidarias" en las que, hasta hoy, se reúne la oferta de los productores certificados con sellos tales como el de FLO (Fair Trade Labelling Organizations International). Estos sellos en los productos garantizan hoy al consumidor que el dinero pagado es utilizado en el desarrollo de buenas prácticas por parte de los productores locales. En la actualidad se estima que hay más de 3,000 de estas tiendas y prolifera tambiíén la venta por catálogo y a travíés de representantes.
Como en toda inciativa de certificación en los mercados internacionales, los esfuerzos están hoy orientados hacia la armonización de los diversos sellos que existen a nivel internacional. Un rol importante en este proceso lo tiene la WFTO (World Fair Trade Organization) que, desde hace alrededor de veinte años, promueve sus diez principios de Comercio Justo:
·Creación de oportunidades para productores con desventajas económicas.
·Transparencia y rendición de cuentas por parte de esos productores.
·Desarrollo de capacidades en los productores, donde los clientes se involucran en trasladar buenas prácticas, tecnología y tendencias del mercado.
·Promoción de mayor justicia en el comercio mundial.
·Pago de precio justo que permita una producción sostenible y condiciones adecuadas de financiamiento.
·Equidad de gíénero en la producción y acceso al mercado.
·Condiciones de trabajo en un entorno seguro y responsable.
·Cuidado ambiental.
·Derecho a la educación y al bienestar en las comunidades de productores.
·Eliminación de toda forma de trabajo infantil.
Esta organización ha logrado captar, a 2010, 472 miembros en 74 países. En este grupo participan 13 países latinoamericanos y 55 miembros, entre los cuales están varias organizaciones peruanas (Candela Perú, CIAP-Intercrafts Perú SAC, Importadora Exportadora Delta SAC Perú, Instituto de Desarrollo Urbano CENCA, Manos Amigas SA, Minka Perú, APTEC, Allpa SAC, Ecoandino SAC y Raymisa SA). Según la Agencia Agraria de Noticias (
www.agraria.pe), a nivel latinoamericano el Perú es el país con más organizaciones en Comercio Justo. 80 organizaciones peruanas cuentan con el sello FLO Fairtrade y exportan en este momento hasta 10 productos: cafíé, cacao, banano, frutas frescas, mangos, nueces del Brasil, tíé, panela, jugos de frutas y mermeladas. En monto facturado, lo siguen República Dominicana y Colombia.
Samuel Gleiser, Presidente del Comitíé de Comercio Exterior de la Cámara de Comercio de Lima, destacó el rol relevante del Comercio Justo en las exportaciones no tradicionales de nuestro país. En un contexto como el actual, donde en los último meses los productores están sintiendo la desaceleración de las exportaciones de materias primas debido a la crisis que experimentan varios países de economías desarrolladas, la pregunta que surge es si se detendrá el Comercio Justo como movimiento, que justamente basa sus avances en el desarrollo de relaciones de largo plazo con mercados donde un grupo importante de consumidores ha llevado la conciencia social a las prácticas de compra.
Para intentar aportar elementos de análisis que nos permitan responder a esta interrogante, podemos citar lo que ha venido sucediendo en España, una plaza tradicionalmente importante para el Perú. En efecto, en España, los productores latinoamericanos de productos alimenticios de comercio justo representan el 42.9% del total facturado a travíés de esta modalidad comercial y, aquellos productores de artesanía, el 40%. En 2009, a un año de iniciada la crisis económica española, la facturación de productos certificados de comercio justo creció en 33% frente al año anterior y, en 2010, el crecimiento anual reportado fue de 24%. Entre 2000 y 2010 esta cifra se ha triplicado. Este dato es alentador si tenemos en cuenta que existen otras plazas en Europa donde la compra promedio por habitante llega a ser diez veces mayor. En el caso español, el crecimiento puede explicarse, entre otras razones, por el hecho de que hoy los productos certificados se venden no solo en las tiendas especializadas, sino tambiíén en supermercados y grandes superficies (Revista Vinculando,
www.vinculando.org).
Los emprendedores peruanos deben tomar conocimiento de las potencialidades del mercado de Comercio Justo, como parte de las exportaciones no tradicionales nacionales, sobre todo en el rubro de alimentos y, especialmente, en el de productos orgánicos. Además de un mercado atractivo, estamos hablando de promover negocios más inclusivos que aportan no solo a nivel económico sino, tambiíén, al desarrollo de capacidades y al mayor bienestar social de comunidades muy pobres del país. Como dato curioso agrego que, en el caso colombiano, existe ya un movimiento denominado "Fairtrade & Fairmined" (Comercio Justo y Minería con Justicia, iniciativa promovida por la Alianza por la Minería Responsable- ARM y Fairtrade International,
www.communityminning.org), opción innovadora que ofrece a mineros artesanales propuestas que les permiten transformar su operación para reducir el impacto negativo a nivel medioambiental y mejores condiciones laborales