Por... CHRIS BRUMMITT
KALLAR KAHAR, Pakistán -- Mostrando una tarjeta de identidad fotocopiada, un puñado de mujeres pobres paquistaníes se sientan en sillas de plástico de color gris y aguardan en silencio a que ocurra algo que muchas de ellas nunca han experimentado: una humilde ayuda del gobierno.
Se trata de una tarjeta de díébito cargada con el equivalente a unos 30 dólares cada tres meses, suficiente para garantizar una comida extra diaria, comprar un uniforme escolar o pagar el tratamiento míédico en un país en el que encarecimiento de los alimentos y la gasolina castigan con especial crueldad a los pobres.
El programa es un íéxito para un gobierno considerado corrupto e ineficiente, especialmente por los donantes internacionales que lo financian. Empero, la necesidad del plan resalta el nivel de pobreza en un país cuya estabilidad es considerada clave en la lucha contra el integrismo islamista.
Otros programas de transferencias de dinero en Pakistán han sido un alarde de corrupción, favoritismo y denuncias de que solamente los seguidores del partido en el poder recibieron fondos. Muchos temían que este programa, bautizado con el nombre de Benazir Bhutto, la asesinada esposa del presidente Asif Alí Zardari, corriera la misma suerte.
Pero no ha sido así, por lo menos de forma generalizada. El Programa Benazir de Respaldo a los Ingresos sigue el modelo de planes similares en Africa y Amíérica del Sur, parte de una discreta revolución en la forma en que países y agencias de desarrollo ayudan a los pobres. Los temores iniciales de que los beneficiarios malgastarían el dinero han sido infundados, y repartir dinero es ahora aceptado como un instrumento vital y eficiente.
"Gasto el dinero en mis hijos, ¿quíé más puedo hacer?", dijo Rifat Parveen, madre de cinco hijos que en ocasiones sólo puede darles pan y chiles hervidos para cenar. "Incluso si una persona pobre recibe 10 rupias (5 centavos) íél o ella lo agradecerán".
Cuando es llamada una mujer, acude a una habitación donde es comprobada su identidad en un banco de datos electrónico y es tomada su huella dactilar electrónicamente. Un empleado bancario le da entonces su tarjeta -y un cursillo acelerado de cómo usarla- antes de que ella regrese a su aldea.
Como en otras partes del mundo, las mujeres de Pakistán deben recibir el dinero en nombre de su familia porque las investigaciones han demostrado que lo gastan de forma más responsable que los hombres. Además, deben obtener primero una tarjeta de identidad válida. Ambos requisitos han acercado a las mujeres en Pakistán, donde son discriminadas, a una vida más justa.
Tras reconocer que la distribución de dinero no elimina la causa de la pobreza, muchos planes condicionan los fondos a que el beneficiario mande a uno o más hijos a la escuela o a que sean vacunados. Empero, el programa en Pakistán que ha desembolsado hasta ahora 1.300 millones de dólares entre 5,2 millones de personas, no lo requiere, aunque condicionará en el futuro parte del dinero a la asistencia escolar.
El plan ha sido modificado en diversas ocasiones desde su comienzo en el 2008.
Inicialmente, los parlamentarios locales elegían a los beneficiarios y el dinero era distribuido por el servicio de correo.
El gobierno estadounidense aportó 160 millones de dólares, suficiente para financiar el programa por dos años y dar beneficios a 565.000 familias, aunque no contribuye ya con más dinero.
La ayuda de Estados Unidos formaba parte del aporte hecho anualmente por esta nación a Pakistán para estabilizar el país, reducir el sentimiento antiestadounidense y apartarlo de la militancia islamista. Empero, esos objetivos fracasaron estrepitosamente debido a la ineficiencia y falta de coordinación.
Kaiser Bengali, el economista que diseñó el programa inicial pero que ya no está afiliado con íél, dijo que es tan difícil robar esos fondos que algunos legisladores locales "sin escrúpulo alguno vinieron y me advirtieron que nada había dejado" para ellos.
Farzana Raja, directora del programa y miembro del Partido Popular de Pakistán de Zardari, dijo que al igual que muchos otros gobiernos del mundo, quiere el reconocimiento de sus logros. Con todo, insistió que el dinero no es usado para obtener votos en las elecciones, que seguramente tendrán lugar este año o el siguiente.
"No hemos usado, ni usaremos, esos fondos por razones políticas. Es algo completamente diáfano", dijo Raja. "La transparencia es lo que atrae a los donantes. Hacemos todo de acuerdo con las normas internacionales".
Casi todas las críticas en Pakistán reflejan el sentir en otras parte del mundo ante programas similares, principalmente que es mejor ofrecer oportunidades de empleo o herramientas a los pobres que dinero, que según algunos fomenta una "mentalidad de mendigo". Empero, Raja cree que esa actitud no tiene en cuenta el hecho de que para mucha gente ese dinero es un salvavidas y no hay pruebas de que sea un incentivo para no trabajar.