Por... BEATRIZ DE MAJO C.
El segundo y tercer debates de Barack Obama y Mitt Romney , más allá de los desencuentros entre los dos candidatos al poder presidencial en Estados Unidos, dejaron claras unas poquísimas áreas de coincidencia en las políticas proclamadas por los dos rivales.
El tema de la dependencia energíética de la gran nación del norte es uno. Ambos líderes parecen estar de acuerdo en que es necesario generar independencia en el aprovisionamiento energíético.
Es lógico pensar que las importaciones de países como Venezuela van a ser recortadas, bastante más en el caso de que sea Romney el nuevo líder nacional americano que si repite Barack Obama en su cargo.
En cualquiera de las dos situaciones Venezuela debería estar poniendo sus barbas en remojo ante la posibilidad de perder un cliente de tal envergadura, pero el asunto no parece preocupar demasiado al gobierno revolucionario.
China ha comenzado lentamente a ocupar un espacio mayor en el volumen de los envíos externos de petróleo del país venezolano.
Las razones son bastantes conocidas. China ha resultado ser la fuente más segura y menos onerosa de financiamiento para proyectos de todo tipo de la nación venezolana. Esta solidaria disposición del coloso asiático con la nación caribeña ha sido generosamente retribuida por los venezolanos. Buena parte de los empríéstitos recibidos de China que superan a esta fecha los 40.000 millones de dólares están siendo honrados con petróleo y lo seguirán siendo a futuro. Es decir, el repago de muchos de los críéditos está atado al aprovisionamiento futuro de petróleo a precios, además, preferenciales.
Es así como gracias a estos acuerdos con los chinos, Venezuela en el momento actual embarca 400.000 barriles diarios de petróleo en tanqueros que surcan los mares hasta Asia. La consecuencia es que los importantes contingentes de crudo y productos que Venezuela les vendía a los Estados Unidos en el pasado se han ido reduciendo considerablemente.
De una producción actual de 2.3 millones de barriles diarios hoy solo unos 800.000 van a parar en la costa este de los Estados Unidos (menos de 10 % de sus necesidades), cuando en íépocas pretíéritas Venezuela llegó a suministrar un volumen cercano al 18 % de las necesidades americanas.
Habría, pues, que decir que China les está haciendo la tarea a los americanos en aquello de succionar el petróleo venezolano para sus necesidades y reducir su dependencia de un proveedor incómodo que colabora con todos aquellos a quienes Estados Unidos tiene en su lista negra.
Un control cada vez más dominante de los chinos sobre la economía venezolana y una sintonía ideológica bien explotada con la revolución socialista venezolana lleva a pensar que la relación energíética bilateral se fortalecerá a expensas de los Estados Unidos.
Obama y Romney pueden dormir tranquilos, al menos en este terreno. Ninguno tendrá que desvelarse por la gravitación venezolana en su suministro energíético. Quienes tienen que empezar a inquietarse son los chinos, en la medida en que sus acuerdos se puedan ver comprometidos por la caída creciente de la producción petrolera de su socio latinoamericano.